La economía de España parece estar capeando el temporal, al menos en el corto plazo, algo mejor de lo esperado. El PIB ha crecido más de lo previsto en el tercer trimestre, con un avance del 0,3% intertrimestral (el consenso era de un 0,2%) y del 1,8% interanual (se esperaba un 1,6%). Este avance de la economía está impulsado por la fuerza del consumo de los hogares (que se mantiene sólido ante el buen momento que vive el mercado laboral), que ha mantenido una expansión intertrimestral del 1,4%. Sin embargo, los primeros nubarrones ya se atisban en el horizonte: la inversión y el sector exterior muestran claros signos de agotamiento.
Según el avance de datos de Contabilidad Nacional publicado este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la actividad económica se vio impulsada en el tercer trimestre del año por el consumo, frente al retroceso de la inversión (-0,8% trimestral) y de las exportaciones e importaciones.
"Este dato confirma el crecimiento diferencial de la economía española respecto a los principales países de la zona euro y está en línea con las previsiones macroeconómicas incluidas en el Plan Presupuestario", ha remarcado Economía.
¿Por qué resiste mejor España (por ahora)?
El Ministerio de Asuntos Económicos ha destacado en un comunicado que el crecimiento trimestral del PIB en un 0,3% es un "dato muy notable en un contexto de elevada incertidumbre internacional y subida de los tipos de interés". La economía está resistiendo mejor que el resto de sus pares europeos gracias a la demanda interna, que por ahora parece inmune a la incertidumbre exterior. Sin embargo, en un mundo (y región) tan globalizado e interconectado suele ser cuestión de tiempo que los problemas terminen afectando de forma generalizada a todas las economías.
Mientras dure la 'gasolina' de la demanda interna, España podría seguir mostrando un mejor desempeño que la Eurozona. En concreto, el consumo de los hogares creció un 1,4% entre julio y septiembre, cinco décimas más que en el trimestre anterior y su mayor alza trimestral desde el verano de 2022. Por su parte, el gasto público desaceleró un punto su avance trimestral, hasta el 0,6%. No obstante, es cuestión de tiempo que la ralentización europea termine afectando a la economía española a través del comercio y el turismo.
El propio Banco de España explicaba en un documento publicado esta semana que "el mantenimiento de un mejor comportamiento de la economía española en relación con la del área del euro en los próximos trimestres dependerá, entre otros factores, de cómo se traslade el menor crecimiento esperado de las manufacturas a los servicios o de si se materializa una pérdida de dinamismo del turismo".
Analizando el PIB por ramas de actividad y sectores, se puede observar que son los servicios (han crecido un 0,9% trimestral) los que han presentado un mejor comportamiento, algo que resulta coherente con el 'tirón' del consumo. Dentro de los servicios destaca la expansión de 'Actividades artísticas, recreativas y otros servicios', que se ha expandido más de un 1%, mientras que la 'hostelería, comercio y transporte' han avanzado un 0,1%. La cara negativa de los servicios son las 'actividades inmobiliarias', que se han contraído un 1,3% (la subida de tipos de interés está lastrando la compra-venta de inmuebles). Mientras tanto, la industria se ha contraído un 0,6% y la agricultura un 3,4%.
El 'espejismo' contable de las importaciones
Pese a este dato, ya han comenzado a aparecer los primeros nubarrones, que se atisban si se analiza el sector exterior y el componente de inversión, del que depende el crecimiento futuro de la economía (de la inversión de hoy depende la capacidad de producir bienes y servicios mañana). En términos interanuales, la demanda exterior ha vuelto a mostrar una contribución positiva en el PIB (0,2 puntos).
Sin embargo, esta contribución se debe al fuerte descenso de las importaciones (un signo incipiente de debilidad de la economía) que entran en la fórmula del PIB restando. Esto genera una suerte de espejismo contable: una caída de las importaciones puede desembocar en una aportación positiva del sector exterior al PIB, aunque las propias exportaciones estén contrayéndose también con intensidad.
En el caso de España, las exportaciones se han reducido un 2,4% en términos interanuales en el tercer trimestre, mientras que las importaciones han caído un 2,9% (un descenso superior), lo que ha permitido que la demanda exterior vuelva a presentar una contribución positiva al PIB. Todo ello pese a que el descenso de las importaciones sea un signo claro de debilidad económica, puesto que cuando la demanda agregada comienza a contraerse, las importaciones suelen ser el primer componente en sufrir el 'golpe' (el canario en la mina).
Cae la productividad
Otro punto a tener en cuenta de cara al futuro es el de la productividad por puesto de trabajo equivalente, que ha caído un 1,6% en términos interanuales. Esto, sin duda, es una mala noticia para la competitividad de la economía española. El descenso de la productividad (ceteris paribus) suele desembocar en un incremento de los costes laborales unitarios, es decir, los que cuesta producir cada unidad de producto. La economía estaría necesitando un uso más intensivo de los factores de producción para generar todos bienes y servicios, lo que puede desembocar en un descenso de la competitividad que erosione aún más las ventas al exterior (exportaciones).
Esta misma semana, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha rebajado al 1,7% su estimación de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en España para 2024. En concreto, desde la AIReF han revisado tres décimas a la baja el crecimiento de la economía española de cara a 2024, ya que en su anterior previsión la fijaban al 2%. Los datos en tiempo real que publica la propia autoridad fiscal ya muestran que el PIB estaría contrayéndose en estos momentos en términos triemstrales.
"Estamos viendo una desaceleración el ritmo de crecimiento de la economía, tal y como veníamos avisando desde la AIReF, con indicadores que ya se están materializando y que nos han llevado a revisar a la baja el crecimiento del PIB para 2024", ha subrayado la presidenta de la AIReF, Cristina Herrero.
A medio plazo, desde el organismo estiman que, en políticas constantes, la economía española crecerá en torno al 1,3% tras un ligero repunte en 2025, que reflejaría el agotamiento de los efectos asociados al endurecimiento de las condiciones domésticas y global.