
En 2007, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) creó el que se conoce como el primer bono verde, llamado Bono de Conciencia Climática (CAB en sus siglas en inglés). Tras 16 años desde esa fecha, podemos decir que la institución europea fue la precursora de unas inversiones que ahora mismo son vitales para la transformación energética y la reducción de emisiones, instando al sector público y privado a actuar ante un cambio climático que acecha.
Ya lo dijo el secretario general de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres: "la era del calentamiento global ha terminado; ahora es el momento de la era de la ebullición global". Todo ello en un momento en el que ha sido uno de los años, hasta el momento, más secos que se recuerdan en España y con fenómenos meteorológicos tan adversos, como las inundaciones en Libia y Grecia o el calor de verano en Sudamérica, cuando allí aún era invierno.
Estas situaciones se están dando cada vez más, porque en parte, no estamos haciendo los deberes. Y es que, desde la Conferencia del Clima de Copenhague de 2009, cuyo objetivo era destinar inversiones sostenibles por valor de 100.000 millones anuales, hemos pasado a tener que quintuplicar esa cifra. Guterres, en un comunicado en el 8º Foro Mundial de Inversores, celebrado el pasado mes de octubre, instó a los participantes "a poner en marcha el paquete de estímulo de los ODS y trabajar para conseguir una inversión anual de 500.000 millones de dólares para los países en desarrollo". Esto es debido a que la ONU ha revelado que la falta de inversión en este sector ha aumentado en 1,5 billones de dólares, llegando a un total de déficit de 4 billones.
Estados Unidos, el que más debe
Es una constante que los países más desarrollados son los más contaminantes, junto a aquellos que están en vías de desarrollo. Estados Unidos, China, Rusia, Brasil e Indonesia son los cinco territorios que más emisiones de CO2 han emitido a la atmósfera desde 1850 a 2021 y, a pesar de ello, son los que menos contribuyen en la lucha contra el cambio climático, según el análisis de Carbon Brief.
El problema de este informe es que aborda las cifras en relación con la población. De esta manera, países como Estados Unidos o algunos europeos, como Alemania, representan un porcentaje menor de población mundial, pero una gran cantidad de emisiones acumuladas desde hace 170 años. Si se tiene en cuenta este factor, el país norteamericano es el que más "debe": ha sido el país con más emisiones a lo largo de la historia (ahora lo es China con un 28% del total) y tiene una deuda equivalente a 32.000 millones en relación a sus emisiones.
Mientras, la situación de España en este saldo emisiones-inversión sostenible es equilibrado, y forma parte de esos países que aportan más de lo que contaminan. En concreto, nuestro país despliega un 8% más de fondos de lo que le correspondería, mejor que Estados Unidos (tan solo un 19%), aunque lejos de naciones como Suiza, que es la más generosa (436% de su cuota). Sin embargo, España tiene una peculiaridad en este tipo de inversiones. En nuestro país existen 355 fondos verdes, pero tan solo ocho de ellos está bajo la gestión de entidades nacionales, es decir, el 1,4%.
A pesar de ello, los datos en el continente europeo en cuanto a la importancia de estas inversiones son buenos, porque el 53,5% de los activos en fondos de inversión a la venta son sostenibles, según los últimos datos recogidos en 2022. Además, desde 2013 Europa ha aumentado en más del doble los fondos recaudados para ayudar a los países en desarrollo a mitigar los efectos del cambio climático, hasta los 23.000 millones de euros. Una cifra que no para de crecer. Según las estimaciones más conservadoras que ofrece Invesco, la financiación contra el cambio climático deberá alcanzar los 4,3 billones hasta 2030.
El problema del 'greenwashing'
Con el fenómeno verde de moda, son muchas las organizaciones que se suman a este movimiento intentando hacer pasar por verde prácticas y productos que no lo son. No solo son atractivos por una mejora en la imagen, sino también por rentabilidad: porque a pesar de que estos bonos han sufrido pérdidas de entre un 5% y un 15% en España, a largo plazo todos se muestran rentables.
De ahí que, con la nueva regulación implantada en enero, que obliga a rendir cuentas ante el Documento de Datos Fundamentales Para el Inversor (DFI), haya habido hasta 41 fondos en toda Europa que han rebajado su clasificación de Artículo 9 (aquellos que solamente pueden tener inversiones sostenibles) a Artículo 8 (que promueve características ambientales y sociales).