
Europa no puede burlar su coyuntura económica y se encamina hacia la estanflación. Las que han sido unas previsiones de verano de la Comisión Europea con cierto retraso sientan las bases para un 2023 de estancamiento económico con niveles altos de inflación. Es así que Bruselas ha pronosticado este lunes que los países del euro cerrarán el año con una expansión el Producto Interior Bruto (PIB) del 0,8% y unos niveles de inflación del 5,6%.
Tales cifras arrojan una rebaja de las perspectivas económicas de la eurozona en comparación con el crecimiento del 1,1% previsto en las proyecciones de primavera del Ejecutivo comunitario del pasado mayo, aunque se mantienen los niveles de inflación. Tal retroceso no hace más que responder a la contracción prevista de la economía alemana. Y es que la Comisión Europea espera que el motor económico de la UE experimente un recorte del PIB del 0,4% este año mientras la inflación cierra el ejercicio en el 6,4%.
La dinámica similar se reproduce en lo que respecta a los veintisiete países de la UE, para los que Bruselas estima un crecimiento del 0,8% y una inflación del 6,5% para cierre del presente ejercicio. Aunque lo cierto es que el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, ha descartado en declaraciones a Bloomberg hablar de estanflación. "Es demasiado pronto para decir que estamos en un marco de estanflación", ha señalado, "nuestra estimación es que probablemente habrá un rebote ya el próximo año".
Lo que sí se atrevió a apuntar el italiano, ya en rueda de prensa, es que el crecimiento es más "débil". Que la caída de la producción industrial propiciada por una fuerte contracción de la producción de bienes de consumo y una demanda insuficiente han contribuido a tal deriva. Y que el crecimiento en el segundo trimestre del año ha sido más fuerte en las economías avanzadas que en otras economías emergentes como la china.
El PIB de la eurozona creció un 0,1% entre abril y junio, según el último dato publicado por la oficina de estadística Eurostat que, además, revisó ligeramente al alza la evolución del PIB de arranque del año para llevarla al 0,1%, frente al crecimiento cero estimado en un inicio. Con estos cálculos, los países del euro constatan que esquivaron la recesión, tal y como confirmó el comisario de Economía.
La inflación, por otro lado, se moderó durante el verano. Concretamente, los alimentos, los bienes industriales y la energía registraron una senda a la baja en los precios. Mientras, la inflación en el sector servicios fue más persistente y continuó al alza hasta julio. Por otra parte, el aumento de los precios del petróleo y la persistencia de las presiones subyacentes sobre los precios elevan ligeramente la previsión de inflación para 2024, al 2,9% en la eurozona.
Si bien Gentiloni ha apuntado que los niveles de inflación están en descenso, no ha querido dar esta senda por sentado al incidir en la incertidumbre que supone la invasión militar rusa. "Hay mucho que hacer para dar apoyo a un crecimiento sostenible", ha asegurado, y abogó, de paso, por una política fiscal "prudente" en línea con la política monetaria de subida de tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) para mitigar los niveles de precios.
Las estimaciones de Bruselas se conocen a pocos días de que el BCE desvele si continuará con la subida de tipos de interés en su reunión del jueves. Por lo pronto, todo apunta a una pausa esta semana para continuar con un alza de 25 puntos básicos ya en la reunión de octubre. Un aumento que se prevé sea el último de este ciclo.
La Comisión Europea constata el retroceso de Alemania
La deriva del PIB alemán no es tan optimista como en del resto de países. Bruselas proyecta que la mayor economía del euro registrará un retroceso del 0,4% este año, seis décimas menos de lo que estimaba en su previsiones económicas de primavera, para luego crecer un 1,1% en 2024, lo que suponen tres décimas menos que en los cálculos anteriores.
La economía alemana atraviesa ciertas turbulencias, lo que se traducirá en un retroceso del PIB por retos estructurales como los altos precios de la energía o el impacto que la guerra de Ucrania ha tenido en su economía dada su alta dependencia del suministro de combustibles fósiles de Moscú. Pero a ello se suma una caída del consumo de los hogares así como de las exportaciones.
No obstante, el comisario de Economía considera que "el consumo doméstico, la demanda interna y el poder adquisitivo de los ciudadanos podría mejorar en los próximos meses y llevar a Alemania de nuevo a la trayectoria del crecimiento". A pesar de las perspectivas negativas, se espera que un alza de los salarios conduzca a una recuperación moderada en el tercer y cuarto trimestre del año en Alemania. "Es una economía fuerte con herramientas y posibilidades de recuperarse", afirmó el italiano.
Mientras los bajos niveles de inflación en Francia, especialmente en 2022, explican por qué las expectativas de crecimiento de este año apuntan al 1% y al 1,2% para el próximo ejercicio. En todo caso, Gentiloni considera que la situación entre la economía germana y la gala no es tan diferente y concreta que la deriva de la primera podría afectar a los países vecinos.
En el caso de Italia, la caída de la demanda interna este año y la contracción del 0,4% en el segundo trimestre, apuntan a una expansión del PIB del 0,9% este año para luego avanzar un 0,8% en 2024. Por su parte, el PIB de Países Bajos se expandirá un 0,5% en 2023, lo que supone una revisión a la baja significativa respecto a mayo y cuya raíz se encuentra en la contracción del PIB en lo que va de año. El siguiente ejercicio crecerá un 1,3%.