
EEUU se dirige a la segunda gran batalla fiscal del año. La fecha límite para aprobar los presupuestos de EEUU es el 1 de octubre y todavía no se han tramitado ninguna de las 12 leyes que componen el paquete de gasto ordinario, por lo que el presidente, Joe Biden, ha pedido oficialmente este jueves aprobar una prórroga temporal de las cuentas del año pasado. Una petición que va a desatar una batalla entre los diputados republicanos en la Cámara de Representantes.
El gran problema es que el grupo de diputados radicales ultraconservadores republicanos está enfadado con Biden y con el presidente del Congreso, Kevin McCarthy, al que apoyaron solo a regañadientes tras 15 rondas de votación en enero. Los dos llegaron a un acuerdo de pequeños recortes de gasto al aprobar el llamado 'techo de la deuda' en junio, pero la cantidad acordada está muy lejos de los billones de dólares en recortes que pedían estos radicales. Y este grupo exige ahora meter la motosierra en los presupuestos, o amenaza con usar sus votos clave -sin ellos, McCarthy no tiene mayoría- para paralizar el Congreso.
El segundo mayor obstáculo es que Biden no solo no ofrece recortes, sino que pide aumentos de gasto en algunas partidas, como 12.000 millones para reconstrucción tras los incendios que asolaron Hawái y los huracanes que están azotando Florida, o 24.000 millones para la guerra en Ucrania.
Por el momento, los líderes de ambos partidos en el Senado han anunciado su apoyo a una prórroga temporal, como pide Biden. Pero la aprobación del Congreso es una condición fundamental, y McCarthy se encuentra en una posición política muy delicada.
Si no hay un acuerdo para prorrogar los Presupuestos, el 1 de octubre ocurrirá el llamado "cierre del Gobierno", en el que la Administración ya no podrá gastar dinero y tendrá que mandar a los funcionarios no esenciales a casa sin trabajo ni sueldo y cerrar todos los servicios (como los parques nacionales) que no sean imprescindibles.