
El IPC alemán se situó en junio en el 6,4% respecto al mismo mes del año anterior, según los datos publicados por la Oficina Federal de Estadística (Destatis).
Esto significa que, a nivel mensual, los precios se han incrementado un 0,3% respecto a mayo. Por otro lado, la inflación subyacente, que excluye energía y alimentos, creció un 5,8%.
En cuanto a la tasa armonizada con el resto de países de la Unión Europea, el valor es aún mayor, siendo un 6,8% respecto al mismo mes en 2022. Supone por tanto que el país teutón se sitúe en la séptima economía de la zona euro con la inflación más alta, y lejos aún del objetivo del BCE del 2% de inflación, por lo que prácticamente se puede confirmar la subida de tipos en julio por parte de Lagarde, a la espera de saber cuánto.
Los alimentos empujan
Gran parte de culpa de esta subida la tienen los alimentos, que son un 13,7% más caros que en junio del año pasado, en especial los productos lácteos (22,3%), y el azúcar (18,4%).
Sin embargo, los precios de la energía, que han sido el azote del IPC alemán desde el inicio de la guerra en Ucrania, también suben, pero a un ritmo bastante más controlado (3%), si bien es un 0,4% más que el mes anterior. Se abarataron aun así los derivados del petróleo (-12,8%) y los carburantes (-10,4%).