La cuenta atrás sigue su curso. Junio está cada vez más cerca, los fondos del Tesoro estadounidense menguan por momentos y, aún así, republicanos y demócratas no consiguen ponerse de acuerdo para aumentar el límite de endeudamiento de EEUU. De no cambiar la situación, no podrá asumir el pago de su deuda y el país se verá obligado a declararse en default. Dado que se trata de la principal potencia económica del mundo y que no existen precedentes, el resto está conteniendo el aliento a la espera de lo que pueda suceder. Algo que podría evitarse si el país se fijará en el ejemplo de la otra nación con un techo de deuda con una cifra nominal formal.
Se trata de Dinamarca. Al igual que Estados Unidos, el país escandinavo limita su endeudamiento en términos absolutos, pero ahí acaban las similitudes. Y es que, a diferencia de la nación norteamericana, la europea nunca ha estado cerca de alcanzar su techo de deuda y, mucho menos, de no pagar su deuda.
El "gældsloft" (techo de deuda en danés) se remonta a 1993 y se introdujo tras una reestructuración del Gobierno de Dinamarca. Ese año, sus niveles de deuda pública representaron el 78,2% de su Producto Interior Bruto (PIB), el cual alcanzó los 133.417 millones de euros, según datos del Banco Mundial y CountryEconomy, respectivamente. Pese a esto, los legisladores escandinavos decidieron establecer un límite máximo de endeudamiento muy superior: 950.000 millones de coronas danesas (casi 129.500 millones de euros).
Para Dinamarca, esta decisión fue puramente estratégica. Por un lado, respondía a que, en ese país, el debate público se limita a las políticas fiscales relacionadas con los impuestos y los presupuestos de cada año, por lo que "el techo de deuda es una formalidad totalmente separada", señala Jesper Rangvid, profesor de finanzas en la Escuela de Negocios de Copenhague. Coincide con él su colega Laura Sunder-Plassmann, quien explica que el Parlamento danés elige al jefe del Gobierno sobre la base de una coalición de partidos, lo que impide que la deuda se convierta en una "moneda de cambio política", como sucede en EEUU, donde la política está más polarizada y la separación de poderes es más clara.
Por otro lado, los legisladores daneses quisieron evitar que se convirtiese en un revulsivo para los inversores internacionales, de los que depende en cierta medida por tratarse Dinamarca de un país pequeño, apunta Las Olsen, economista jefe del Danske Bank danés.
Dinamarca solo se ha visto obligada a elevar su techo de deuda una vez en su historia y contó con un "amplio apoyo del electorado danés", destaca Dalgaard a CNBC. Fue en 2010, cuando el Gobierno danés tuvo que pedir dinero prestado mucho dinero en poco tiempo para poder mantener a flote la economía tras la crisis financiera de 2008. Ante el miedo de impago, se duplicó el límite de endeudamiento, hasta dejarlo en 2 billones de coronas danesas (unos 237.700 millones de libras). Finalmente, la deuda danesa aumentó ese año en 85.000 millones de coronas (11.400 millones de euros), hasta los 386.000 millones de coronas (51.800 millones de euros), muy lejos del tope original.
Desde entonces, la deuda pública de Dinamarca se ha reducido sustancialmente, lo que ha hecho que esta no tenga mucha importancia durante los periodos de estabilidad económica, destaca Dalgaard. En concreto, su endeudamiento en relación con el PIB disminuyó de forma constante hasta 2020, cuando repuntó hasta el 42,2% a consecuencia de la pandemia de Covid-19. Dos años después, volvía a rondar el 30% del valor monetario de los bienes producidos en el país escandinavo. A ello han contribuido los superávits presupuestarios registrados. "Es una política destinada a garantizar que la situación económica sea sostenible a largo plazo", detalla Olsen a BBC.