
La inminente subida de las Cotizaciones Sociales en España, unida a la ya tradicional tasa de desempleo que caracteriza nuestra economía, permiten recuperar un antiguo debate, a veces olvidado, sobre la naturaleza real de las cotizaciones y su impacto sobre la actividad económica.
Es evidente que, más allá de la denominación legal de las mismas, las Cotizaciones Sociales actúan de hecho como un impuesto sobre el trabajo y, en consecuencia, presentan una incidencia efectiva sobre los costes laborales y sobre el mercado de trabajo, que puede sintetizarse en cinco aspectos:
a) La incidencia será mayor cuanto mayor sea la participación de las cotizaciones en el coste laboral total.
b) Cuanto mayor sea el peso del coste laboral sobre la estructura de costes de la empresa, mayor incidencia tendrá la aplicación de las cotizaciones.
c) En términos generales, la incidencia de las cotizaciones no será neutral con respecto a la distribución de la carga impositiva entre empresa y trabajador.
d) Los efectos más importantes dependerán del grado de traslación del impuesto y afectarán fundamentalmente a los salarios netos, al nivel de empleo y a los precios de los productos.
e) Las cotizaciones sociales pueden provocar un efecto de traslación hacia atrás, en forma de menores salarios netos o menor nivel de empleo, o una traslación hacia delante, en forma de un mayor nivel de precios.
Para unas condiciones de producción y de mercado dadas, el coste laboral real viene definido por el salario nominal más las cotizaciones empresariales asociadas al mismo, todo ello en relación con el precio que el empresario pueda obtener por su producción.
Como las cotizaciones sociales empresariales influyen directamente sobre el coste laboral a través del tipo efectivo, un cambio en éste último, modifica el coste laboral.
Para que ello sea efectivo es necesario que el salario real se mantenga constante. El salario es una variable endógena que se ve afectada por los factores que determinan la demanda y la oferta de trabajo, entre ellos el tipo de cotización a la Seguridad Social. Por ello, existe la posibilidad de que la variación en los tipos de cotización, produzca cambios en los salarios reales.
Es decir, una modificación en las cotizaciones empresariales altera de forma directa el coste laboral vía tipo efectivo, y de forma indirecta, vía salario real.
Aunque las cotizaciones empresariales recaen legalmente sobre la empresa, lo normal es que parte del gravamen se traslade al trabajador, vía menor salario real; y otra parte la soporte la empresa, vía mayor coste laboral. Así se genera una relación inversa entre cotizaciones y salarios, y una relación directa entre cotizaciones y costes laborales.
Como el trabajador focaliza sus objetivos salariales en términos netos (es decir, en la capacidad de compra que le generan), es preciso determinarlo neto de impuestos (descontadas las cotizaciones sociales a su cargo y las retenciones de IRPF), y teniendo en cuenta de la capacidad de compra derivada de los precios de consumo (que llevan incorporado, en términos generales, el IVA).
Por tanto, el salario real se ve influido por las cotizaciones empresariales, las cotizaciones a cargo del trabajador, y los tipos efectivos de IRPF y de IVA. Por su parte, el coste laboral se ve influido por las cotizaciones empresariales y el salario real. Por último, el coste laboral, influye, a través de la demanda de trabajo realizada por las empresas, en el nivel de empleo.
En definitiva, del análisis operativo de los efectos económicos de las cotizaciones sociales y de sus sistemas de traslación, se deduce que existe una relación directa (vía costes laborales y vía salarios) entre las cotizaciones sociales y la tasa de desempleo, que se incrementará en la medida en que se modifiquen los salarios reales. En otras palabras, las cotizaciones actúan como un impuesto sobre el factor trabajo, y su incremento impactará negativamente en la evolución de la tasa de desempleo. En una economía como la española, no resulta recomendable en absoluto el incremento de cotizaciones.