
En el periodo 2021-2022, el Producto Interior Bruto (PIB) de la India creció un 8,7%, lo que la situó como una de las economías que más lo hizo el año pasado. Con la perspectiva de mantener esta senda de crecimiento, el Banco de la Reserva indio confiaba hace tan solo unos meses en aumentar en un 7,2% el valor monetario de los bienes producidos en el país en el ejercicio fiscal que concluye en marzo de 2023, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo calificaba de "punto brillante" en un año marcado por la recesión que afectará a un tercio de las finanzas mundiales. Desde entonces, las cosas han cambiado y, ahora, la nación podría no seguir ostentando esta posición en un futuro cercano.
La economía de la India ha pasado de crecer un 13,2% entre marzo y junio de 2022, a reducirse hasta el 6,3% en el segundo trimestre de su año fiscal y otros casi dos puntos porcentuales en el tercero, hasta situarse en el 4,4% en diciembre, según los datos publicados por el Gobierno de Narendra Modi.
Las causas de esta ralentización son las mismas que han golpeado al resto de economías del mundo y ha llevado a muchas al borde de la recesión: el actual escenario inflacionario y los tipos de interés altos. En el caso de la India, se ha traducido en una desaceleración de la actividad manufacturera por el aumento de los costes, el debilitamiento del consumo de los hogares debido a la pérdida de poder adquisitivo y la disminución del gasto público derivado del descenso de los ingresos de las arcas públicas indias, señalan los analistas de QuantEco Research y recoge Quartz.
Este cambio deja a la India lejos de su objetivo de crecer más de un 7% en el ejercicio que concluye en marzo de este año. Para lograrlo, los economistas calculan que la economía del país asiático tendría que expandirse al menos un 5,1% en el trimestre actual, muy lejos del 4,2% que prevé el banco central indio. Y no son los únicos que consideran que se trata de una meta difícil de alcanzar. El propio Banco de la Reserva de la India rebajó en diciembre sus estimaciones de crecimiento hasta dejarlas en el 6,8%, perspectivas que coinciden con las de HSBC y Moody's.
De cara a 2024, los datos son más dispares. Mientras que la agencia de calificación crediticia ha elevado sus cálculos del 4,8% en noviembre de 2022 al 5,5% hace unos días, HSBC los ha reducido, aunque también se sitúan en ese entorno, según The Hindu. La nota discordante, para bien, la pone el FMI, que prevé que la economía de la India crezca un 6,1% en el próximo ejercicio. Entre medias se encuentran las estimaciones del banco central indio, que espera que el PIB se expanda un 6%.
La gran debilidad de la India
Además de las fuerzas que están frenando su crecimiento y que están afectando a todas las economías del mundo, la India se enfrenta a múltiples obstáculos y una gran debilidad que pueden impedir que pase de gran promesa a la principal potencia a nivel mundial.
Así lo considera Nouriel Roubini, célebre economista y profesor de Finanzas en la Universidad de Nueva York, que en un artículo publicado en Project Syndicate a finales de febrero destacaba que la apuesta de la India por un modelo de pocas empresas, pero robustas, y con una gran cuota de mercado interno, permite que estas empresas sean 'ganadoras' también a nivel global, puesto que tienen el suficiente músculo financiero y de tesorería para invertir y competir con las grandes empresas del resto del mundo, sobre todo en una economía globalizada. Sin embargo, esta misma política podría ser su perdición.
"El lado oscuro de este sistema es que estos conglomerados han podido acercarse a los tentáculos de la política para beneficiarse a sí mismos. Esto ha tenido dos amplios efectos dañinos: está reprimiendo la innovación y matando efectivamente a las nuevas empresas en etapa inicial y a los participantes nacionales en industrias clave; y está transformando el programa del gobierno 'Fabricar en India' -cuya intención era fortalecer el lado de los servicios y bienes transferibles de la economía fomentando la producción de productos para la exportación- en un esquema proteccionista y contraproducente", advertía Roubini. A lo que añadía que las políticas arancelarias de la India "le impiden ser más competitivo en la exportación de bienes, y su resistencia a adherirse a acuerdos comerciales regionales dificulta su plena integración en las cadenas de suministro y valor mundiales".
Otro obstáculo es la gran importancia de las castas, el riesgo de conflictos con Pakistán o con China y la propia corrupción imperante en el Gobierno indio y las empresas.