
El primer año en vigor de la reforma laboral en vigor confirma el menor peso del tiempo completo entre los nuevos contratos indefinidos. De enero a enero, ha pasado de suponer el 62% al 42% del total, es decir casi un tercio menos. Aunque en los meses anteriores ha llegado a ser todavía más bajo, con un mínimo del 35,4% en diciembre.
El pasado mes se firmaron 1.151.747 contratos iniciales, de los que 481.304 fueron indefinidos. Es una cifra que multiplica por tres la registrada en el mismo periodo del año anterior.
Pero apenas 4 de cada diez lo fueron a tiempo completo. En conjunto, 2022 ha sido el primer año de la historia en el que suponen menos del 50% del total, un dato que apunta a que la transformación del mercado laboral se sostiene en un mayor peso del empleo a tiempo parcial.
Este diagnóstico ha cobrado fuerza en los últimos meses ante los análisis que detectan un retroceso de las horas trabajadas, si bien para sacar conclusiones similares a partir de los registros de contratos hay que tener en cuenta varios matices.
El primero es que la parcialidad entre los contratos temporales no ha aumentado: siguen suponiendo seis de cada diez contratos. Pero en su caso, el tiempo completo sigue suponiendo el 70% del total.
Y el segundo es que este retroceso relativo del empleo a tiempo completo no responde a un mayor peso de los contratos indefinidos ordinarios a tiempo parcial (han bajado del 25% al 21%) sino a la irrupción de los fijos discontinuos en el tablero.
De hecho, la tasa de contratos indefinidos a tiempo completo registra su mayor caída a partir de marzo (mes en el que finalizaba la 'vacatio legis' de la reforma laboral para eliminar los contratos temporales por obra y servicio).
El impacto de esta modalidad ha sido tal que en algunos meses su peso ha superado el de los nuevos contratos indefinidos a tiempo completo, lo que demuestra el interés de las empresas en las decisiones de nueva contratación, especialmente entre las ETT, que acaparan el 40% de ellos.
Ni siquiera teniendo en cuenta las conversiones de temporales a indefinidos se corrige este efecto. Aunque siguen derivando en su mayoría a los contratos indefinidos, su número ha caído un 60% en el último año, hasta las 49.000, tal y como informó elEconomista.es.
Jornadas también discontinuas
Aunque un fijo discontinuo se firme por ocho horas diarias, nunca se han considerado como un contrato a jornada completa a efectos estadísticos. De hecho, hasta hace pocos meses, la nota de prensa de paro que publica el Ministerio de Trabajo los asimilaba a los de tiempo parcial.
La razón es que esta es la única forma de encajarlos en la contabilidad de los empleos estables. Como son empleos ligados a actividades eventuales. Cuando esta concluye se dan de baja de afiliación hasta volver a ser llamados, aunque el contrato siga vigente. Por eso no pueden equipararse con un empleo estable a tiempo completo.
Que estos trabajadores puedan estar inactivos y sin trabajo y pedir una prestación por desempleo, pero sin contar como parados les ha situado en el ojo del huracán de la polémica sobre el supuesto maquillaje de las cifras de desempleo del SEPE.
Pero la evolución de los contratos es también la prueba de que se trata de un empleo mucho más volátil que el del resto de indefinidos, como confirma que pese a haber firmado un tercio de los contratos apenas supongan un 6,5% del total de afiliados medios al Régimen General con contrato indefinido (aunque el porcentaje es 3 puntos superior al de hace un año).
En los datos de la Encuesta de Población Activa, que estima la ocupación con otra metodología, el porcentaje es aún más bajo y solo llega al 4,1% (frente al 2,9% de antes de la reforma).
Que un tipo de contrato con un volumen tan elevado de firmas se traduzca en un porcentaje tan reducido de afiliación y ocupación es algo que, antes de la reforma, solo ocurría con los temporales: suponían el 90% de los contratos, pero solo el 75% de los afiliados.
Por eso quizá el discurso del Gobierno y de los sindicatos ha pasado de defender estos contratos (que también suponen mejoras respecto a los temporales, como el de una mayor indemnización por despido o derecho a trienios) a recalcar su peso casi residual en el empleo.
En definitiva, el menor peso de la jornada indefinida en el contrato a tiempo completo es un síntoma de una mayor volatilidad de estos empleos. Algo que se suma al incremento de los despidos de trabajadores en un 69%, según el registro mensual de causas de bajas de afiliación que elabora la Seguridad Social, o al disparado uso del periodo de prueba, que ha crecido un 600%.
Así, el número de personas que firman más de un contrato indefinido al mes se ha disparado un 1.250%. Diez veces más de lo que se incrementan esos contratos.