
La reforma laboral ha cumplido su objetivo de aumentar el peso de los contratos indefinidos y reducir los temporales. Pero no parece haber mejorado con la misma intensidad la situación de los trabajadores que se incorporan en los puestos más precarios. La prueba es que el 33,5% del total de los contratos temporales firmados en enero tuvo una duración igual o inferior a siete días, cuando en el mismo mes de 2021 suponían el 24,7%.
El pasado mes de enero se firmaron 1,15 millones de nuevos contratos, un 24,1% menos que hace un año. Se trata, en todo caso, de un retroceso coherente con los frutos que arroja el primer año en vigor de una norma cuyo diseño ha propiciado una caída del 50% de los temporales y un incremento del 200% en los indefinidos, en términos interanuales.
Para hacer esta comparativa hay que tener en cuenta que en enero de 2022 la nueva Ley no estaba plenamente en vigor. Aún no se había desplegado uno de sus elementos clave: la supresión de la modalidad de contratos por obra y servicio, cuyas firmas disfrutaron de una 'vacatio legis' hasta marzo.
Pero sí había empezado a aplicarse otro con el que el Gobierno pretendía, precisamente, atajar la volatilidad de los contratos temporales que se siguen firmando: la penalización por empleos de menos de 30 días. Este castigo supone un recargo en las cuotas a la Seguridad Social de 27,53 euros, aunque se elevará hasta los 29,73 euros como consecuencia del incremento del 8% de la base mínima de cotización, en consonancia con el SMI.
Contratos temporales más cortos
A priori, la medida parece haber funcionado: los contratos de menos de un mes han caído un 29%. Pero esta conclusión no refleja toda la realidad. Para empezar, el descenso es menor que el del conjunto de contratos temporales (que responde mucho más a la desaparición de los de obra y servicio). Y ello repercute en la composición de la nueva contratación temporal que se realiza tras la reforma. Así, se da el hecho de que la de menor duración ha ganado peso sobre el total.
En concreto, los contratos de siete días o menos han pasado de suponer el 24% del total de los temporales hace un año al 33% en el primer mes de 2023. Son 8,7 puntos porcentuales más que hace un año, el mayor incremento entre todas las modalidades de duración determinada, que también se incrementan, con la excepción de los de duración indeterminada, que se desploman un 24%.
"Duración indeterminada" significa que al registrarse el contrato no se señala una fecha de finalización. En este caso se encontraban los de obra y servicio, cuya desaparición explica este descenso en su peso sobre el empleo eventual. Pero también permite inferir que buena parte de su espacio lo han ocupado los de siete o menos días. Lo que implica que, al verse obligadas a optar por contratos de duración indeterminada, muchas empresas siguen optando por los de menor duración.
No es una cuestión menor, teniendo en cuenta que, pese a su caída, los temporales siguen suponiendo 6 de cada 10 nuevos contratos firmados cada mes. El Gobierno insiste en el descenso para decir que hay menos contratos precarios, pero con ello obvia el impacto que ha tenido la reforma en la composición de esta contratación eventual, que sigue siendo mayoritaria.
Este análisis obliga a plantearse hasta qué punto la volatilidad de estos empleos se ha reducido tras una reforma que parece haber tenido más éxito en elevar el número de firmas iniciales de contratos indefinidos (aunque en enero el 35% de ellos fueron fijos discontinuos).
Caen las conversiones
Aunque en este sentido no cabe decir lo mismo de las conversiones de temporales a indefinidos. En enero se registraron 49.002, un 60,1% menos que un año antes. Este dato es sorprendente porque no es coherente con el incremento de la contratación indefinida. El descenso de las conversiones se produce en todas las modalidades de contratos temporales, incluso entre aquellos que la reforma pretendía fomentar, como los formativos.
¿Se puede deber que hay menos contratos temporales que transformar? A priori, las conversiones se siguen produciendo desde el mismo tipo de contratos. La mayoría de ellas, un 63%, corresponden a contratos eventuales o por circunstancias de la producción, el mismo porcentaje que hace un año (65%). En cualquier caso, siguen siendo casi la mitad que las prórrogas de contratos temporales (90.914)
Las procedentes de los contratos por obra y servicio que aún siguen vigente han caído del 26% al 16% y su retroceso lo absorben las modalidades formativas. En el resto no se perciben cambios.
No ocurre lo mismo en lo que se refiere al tiempo que llevaban contratados esos trabajadores antes de pasar a ser indefinidos. Si hace un año lideraban los contratos de entre 6 meses y un año, ahora las conversiones se apoyan en los de duración aún menor, especialmente los que solo llegan a tres meses.
En cualquier caso, los contratos inferiores siguen acumulando la mayoría de las conversiones. Los que logran un contrato fijo tras encadenar eventuales durante un periodo superior a un año apenas juegan un papel residual en comparación. Esto indicaría que las empresas utilizan los contratos temporales como una forma de 'periodo de prueba' antes de hacer uno indefinido.