Kenneth Rogoff, Profesor de Economía y Políticas Públicas en la Universidad de Harvard, es uno de los economistas más respetados y escuchados de la actualidad. Rogoff lleva tiempo advirtiendo de ciertos desequilibrios en la economía que ahora, en medio de un ajuste monetario sin parangón en las últimas décadas, podrían desencadenar una crisis sistémica.
Así lo expresa este experto en un nuevo artículo publicado en Project Syndicate titulado "el contagio financiero que se avecina". La caída esperada en el precio de la vivienda en varias economías avanzadas puede generar algunos desequilibrios en firmas cuyo balance depende sobremanera de la valoración de sus inmuebles. Esto puede, a su vez, provocar un descuadre que lleve a muchas firmas a sufrir quiebras, dañando al mismo tiempo el balance de los bancos.
"Con la inflación en aumento y la era de los tipos de interés ultrabajos, los mercados financieros se enfrentarán una gran prueba de estrés en 2023. Aunque los sistemas bancarios son más sólidos que en 2008, una caída de la vivienda podría afectar severamente a los bancos privados fuertemente apalancados y también a otras empresas, produciendo una crisis sistémica", asegura este experto.
Rogoff comenta que "el hecho de que el mundo no haya experimentado una crisis financiera sistémica en 2022 es un milagro, dado el aumento de la inflación y los tipos de interés, sin mencionar un aumento masivo del riesgo geopolítico. Pero con el aumento de la deuda pública y privada a niveles récord durante la era de los tipos ultrabajos y el elevado riesgo de recesión, el sistema financiero mundial se enfrenta a una enorme prueba de estrés. Una crisis en una economía avanzada, por ejemplo, Japón o Italia, sería difícil de contener", sostiene Rogoff.
Lo ocurrido en Reino Unido a finales de 2022 ha sido un aviso. Cualquier movimiento en falso puede desencadenar un chispazo financiero que puede acabar terminando en un incendio total. Además, las interconexiones entre los diferentes sistemas financieros son grandes, lo que puede incrementar el riesgo de contagio.
Rogoff pone el acento sobre el endurecimiento de las condiciones financieras en unas economías que están muy endeudadas: "El aumento de los tipos de interés, por ejemplo, ha ejercido una gran presión sobre las empresas de capital privado que se endeudaron fuertemente para comprar propiedades. Ahora, con la vivienda y los inmuebles comerciales en la cúspide de una fuerte y sostenida caída, es muy probable que algunas de esas empresas quiebren".
En ese caso, los grandes bancos que proporcionaron gran parte de la financiación para las compras inmuebles a empresas de capital riesgo y de otro tipo podrían estar en apuros. Eso aún no ha sucedido "pero supongamos que los tipos de interés permanecen obstinadamente altos incluso durante una recesión. En ese caso, la morosidad generalizada en los pagos podría dificultar la tarea".
El peligro latente en Japón
Otro ejemplo es Japón, donde el banco central ha mantenido los tipos de interés en cero o negativos durante décadas. Este país, que ha sido ejemplo de cómo se puede mantener una cantidad ingente de deuda pública sin generar grandes cantidades de estrés financiero, ahora "podría ser el país más vulnerable del mundo. Además de los tipos bajos, el Banco de Japón también se ha involucrado en el control de la curva de rendimientos, limitando el interés los bonos a cinco y diez años a cerca de cero. Dado el aumento de los tipos de interés reales en todo el mundo, la fuerte depreciación del yen y las altas presiones inflacionarias, es posible que Japón finalmente salga de su era cercana a cero".
Esa salida de los tipos cero estará llena de curvas y obstáculos que pueden hacer descarrilar al sistema financiero japonés y contagiarse pronto por otros países asiáticos.
"Los tipos de interés más altos presionarían inmediatamente al gobierno japonés, ya que la deuda del país asciende al 260% del PIB. Si uno tuviera que integrar el balance del Banco de Japón, aproximadamente la mitad de la deuda del gobierno comprada por el sector privado está efectivamente en bonos de corto plazo. Un aumento de los tipos de interés del 2% sería manejable en un entorno de alto crecimiento, pero lo más probable es que las perspectivas de crecimiento de Japón disminuyan a medida que los tipos de interés reales a largo plazo continúen aumentando", advierte Rogoff.
No obstante, "la verdadera pregunta es si existen vulnerabilidades ocultas en el sector financiero que podrían descubrirse si la inflación continúa aumentando y los tipos de interés reales de Japón aumentan hasta niveles similares a los de EEUU. Esa ha sido la norma durante la mayor parte de las últimas tres décadas, a pesar de que las expectativas de inflación de Japón son actualmente mucho más bajas que las de EEUU", asegura el experto.
Algunos expertos, también consideran a Australia como otro foco de peligro, puesto que las valoraciones de la vivienda en esa economía han alcanzado cotas muy similares a las del inmobiliario japonés en 1989, cuando la burbuja de la vivienda tocó su techo para iniciar una caída sin fin.
Italia es otro ejemplo de riesgo latente. En muchos sentidos, los tipos de interés bajos han sido el pegamento que mantiene unida a la Eurozona. Las compras de deuda del Banco Central Europeo y los programas que han servido de cortafuegos han permitido que el euro siga unido a costa de generar mayores desequilibrios y riesgos futuros: "Aunque Europa es relativamente un novato en lo que se refiere a los tipos negativos, uno debe preocuparse de que una ola sostenida de ajuste monetario pueda, como en Japón, revelar enormes focos de vulnerabilidad", advierte Rogoff.
Este experto concluye con cierto optimismo su disertación: "Si hay una recesión global sin una crisis financiera, existe una buena posibilidad de que la recesión económica que se avecina sea más leve de lo esperado. En un entorno de crecimiento negativo, alta inflación y aumento de los tipos de interés reales, ese sería un resultado muy afortunado".