
Pese al cada vez más difícil contexto económico, la batalla por por fichar profesionales se recrudece, especialmente entre las posiciones directivas y mejor cualificadas. Esto complica los procesos de selección y ha provocado un sorprendente efecto secundario: los reclutadores tiran cada vez más de remplazos temporales hasta dar con la persona adecuada.
En los siete primeros meses del año, las empresas de trabajo temporal firmaron 64.965 contratos en régimen de interinidad, según las estadísticas del Ministerio de Trabajo y Economía Social. Es una cifra que casi triplica la registrada en el mismo periodo de 2021 y supone un máximo desde 2008, justo antes del estallido de la crisis financiera.
A priori, es un comportamiento difícil de explicar, ya que no se puede achacar a los cambios de la reforma laboral. Efectivamente, la norma ha retocado esta figura contractual, sin embargo, la cifra global de firmas se mantiene en niveles similares a la media de los últimos años.
Además, el porcentaje de contratos de este tipo firmados por agencias de colocación y empresas de trabajo temporal apenas llega al 10% del total, lo cual facilita que esta evolución se subestime como algo puntual e irrelevante. Lo cual sería un error.
Y es que estas empresas recurren a los contratos de interinidad en un caso muy concreto: en el marco de procesos de selección para sustituir puestos ejecutivos o directivos, o de otro tipo de perfiles que se prevén difíciles de cubrir. Lo facilita que la mayoría de las empresas que prestan servicios de reclutamiento y 'headhunting' forman parte del mismo grupo empresarial que una ETT.
Una negociación a muy largo plazo
En este sentido, los datos parecen confirman una tendencia de la que ya vienen advirtiendo las empresas en los últimos meses: la irrupción de los jefes "por proyecto", que permanecen en la empresa el tiempo suficiente para finalizar un proyecto.
Pero para esto no haría falta un contrato de interinidad, basta con uno eventual por circunstancias de la producción, como la mayoría de los que intermedian las empresas de trabajo temporal.
Desde Asempleo, la patronal del sector, se señala a elEconomista que el auge de los contratos de interinidad, orientados a cubrir una vacante, reflejan que la realidad es bien distinta: la competencia por fichar cierto tipo de perfiles es tal que se ven obligados a ofrecer sustitutos eventuales capaces de ocupar puestos críticos, aunque no sea el profesional que se quede finalmente en ellos.
La idea es poder dar con una persona que no sólo sea adecuada, sino que garantice su permanencia y compromiso a largo plazo en el proyecto. Esto es especialmente crítico en sectores como el tecnológico, donde la rotación supera el 35% de la plantilla, y exige una negociación con la persona candidata que no puede improvisarse ni acelerarse.
También las empresas públicas externalizan
Pero existe otro factor que explica este fenómeno sí está directamente relacionado con la reforma laboral: y es que muchas empresas, especialmente multinacionales, tiene establecidos objetivos de plantilla. En esos límites no afectan los contratos temporales, pero sí los indefinidos.
Según advierten bufetes de abogados, la restricción a los supuestos de contratación temporal introducidos en la reforma laboral estaba pensada para el trasvase de los contratos por obra y servicio a los fijos discontinuos, pero esa figura no sirve para los contratos de directivos. De ahí que se prefiera aprovechar la interinidad.
Algo parecido ocurre con las empresas públicas, en lo relativo a su personal contratado. De hecho, no son pocas las que empiezan a recurrir a 'headhunters' para la selección de sus directivos 'no políticos'. Se trata de procesos tan complejos que prefieren externalizarlos.