
El crecimiento de los salarios nominales en República Checa, Hungría, Polonia, Eslovaquia y Rumanía, los países de Europa Central y Oriental agrupados bajo el acrónimo PECOs, preocupa en Europa.
El miedo a que una espiral combinada de precios y los sueldos agrave las consecuencias de la crisis provocada por la invasión de Ucrania en la región va en aumento. Pero este no parece ser el escenario más probable.
Más real parece el riesgo de que una inflación persistente sustentada por los sueldos acabe castigando la evolución económica de estos países, especialmente en Polonia y Hungría, donde la subida ha sido más intensa y ha desafiado las previsiones.
El analista de Mateusz Urban, de Oxford Economics, evalúa como "exagerados" los augurios de una posible espiral inflacionista. Pero aun así tendrán consecuencias. "Mantendrá la inflación subyacente en los 'pecos' al alza durante más tiempo", señala el analista.
Urban sostiene su análisis sobre la estructura de la negociación colectiva en estos países. De hecho, habla de la "debilidad" de las estructuras y los interlocutores del diálogo social, ya que los convenios colectivos y la indexación de los salarios al IPC "siguen siendo poco comunes". Un escenario opuesto al de países como España o Alemania.
Pero esta situación hace que los problemas para cubrir ofertas de empleo que experimentan todos los países de la Unión Europea se trasladen con mayor intensidad a los salarios. Rumanía, sin ir más lejos, tiene una tasa de vacante similar a la de España, pero se encuentra en este grupo.
Ello es porque los trabajadores tienen más poder para exigir salarios más altos empresa a empresa, una situación similar a la de Estados Unidos. Aunque Urban descarta que sea suficiente para alimentar una espiral sostenida de precios y salarios en los próximos trimestres.
El experto recuerda que, además de la inflación, el otro responsable de la subida de los sueldos es el repunte de la actividad después de la pandemia, que ha hecho retroceder las tasas de desempleo a los niveles anteriores a la crisis y en algunos casos incluso por debajo.
Pero en el primer semestre los costes laborales unitarios, que reflejarían cambios en la productividad, han moderado su ascenso en los últimos seis meses. Esto indica que no hay una "ruptura" entre los salarios y los principales indicadores macroeconómicos.
Impacto en la inflación subyacente
De hecho, esta presión salarial ha reducido su amplitud entre los diferentes sectores de la economía en los últimos años. Una de las razones es que el sector público, a diferencia de lo que ocurre en España, ha tenido menos peso en las demandas de incrementos salariales en estos años.
Hay diferencias, eso sí, en este impacto en la región. Mientras que el crecimiento de los salarios en la República Checa y Eslovaquia ha sido muy inferior al del resto de fundamentales hasta la fecha, el crecimiento de los salarios en Polonia y Hungría ha superado las estimaciones.
A partir de aquí, el diagnóstico de Urban es claro: la actual ralentización de la actividad restará presión a los mercados laborales de los 'pecos' y alejará la sombra de la espiral inflacionista.
Pero no despeja el riesgo de que el crecimiento de los salarios nominales siga siendo elevado, especialmente en Polonia y Hungría, donde la amplitud de la presión salarial y la escala de las expectativas de inflación son mayores.
Es probable que esto mantenga la inflación subyacente elevada durante más tiempo, presionando al zloty y al forint. Si las divisas no se "debilitan en consonancia", ambas economías, que dependen de las exportaciones, podrían perder su competitividad de costes, lo que pesaría sobre las perspectivas de crecimiento.