
Con los planes de ahorro energético conocidos hasta ahora, en la Unión Europea, España se ha convertido en el país con las restricciones más largas en el tiempo y las sanciones más elevadas. A expensas aun de la opinión de los expertos, autoridades nacionales y locales, y la de los sectores afectados, lo cierto es que son muy pocos los socios europeos que han empezado a implantar ya en el mes agosto medidas como las del Gobierno de Pedro Sánchez.
España mantiene sus medidas por encima de la fecha establecida en la normativa europea
Entre críticas por la falta de diálogo y de acuerdo con las administraciones que tendrán que ejecutar el plan, España ha diseñado uno cuya vigencia expira en noviembre de 2023, justo ocho meses más tarde de la normativa europea, que estipula el establecimiento de las medidas hasta el 31 de marzo. Y eso, sin tener en cuenta que la mayoría de países todavía no ha implantado medidas y se maneja con recomendaciones.
Además, en el caso de las sanciones que se conocen hasta ahora, España es la que tiene las multas más elevadas, de incluso 60.000 euros por infracciones leves, seis millones de euros por las graves y de 100 millones cuando sean muy graves.
Las diferencias
No hay que ir muy lejos y mirar a Francia para contrarrestar estas sanciones. De hecho, en el país vecino, la ministra gala de Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher, anunció dos decretos para multar a partir de septiembre con 750 o 1.500 euros a las superficies comerciales que no cierren sus puertas mientras utilizan aire acondicionado o calefacción, al tiempo que también prohibirán la publicidad luminosa nocturna, a partir de la 1 de la madrugada y hasta las seis, con la excepción de esta restricción en estaciones de tren y en aeropuertos. Claro que, esta última medida, ya existe desde hace una década, si bien prácticamente nadie la cumple.
A diferencia de España, con el protocolo aun abierto -por parte de las grandes superficies-, Emmanuel Macron ha promovido grupos de trabajo con autoridades nacionales, regionales y locales, y también la aportación de las industrias, para alicatar un plan que pasa por reducir un 10% la dependencia energética en dos años . No en vano, desde 2007, y modificado en 2016, Francia ya aplica decretos de limitación de temperaturas de 19ºC en invierno y de 26ºC en verano en edificios públicos. De momento, la Tour Eiffel sigue iluminando los Campos de Marte en la Ciudad de la luz, y el 'plan de sobriedad' galo puede que no esté hasta el mes de octubre.
Entretanto, nuestro también vecino Portugal ha encargado a la Agencia Energética Nacional un estudio de las medidas adoptadas en otros países de la UE para reducir el consumo. La prensa lusa habla de un plan que estaría para finales del mes agosto, y cuya aplicación sería como muy pronto para el próximo mes de septiembre. Con recomendaciones por un lado, y obligaciones por otro, el plan de Lisboa alcanzaría a edificios públicos, grandes superficies, centros comerciales y hostelería. Y a todo ello se añadirán planes de sensibilización para consumidores individuales y para industrias.
Hasta Irlanda hay que llegar para encontrar que, hasta la fecha, el plan de Dublín contempla rebajas de impuestos vinculados a la energía.
Italia cuenta con el acuerdo de suministro de gas que Mario Draghi dejó firmado con Argelia
El caso italiano es más peliagudo que el de Irlanda, que solo tendrá que rebajar el 7% su consumo. Sin dejar atrás, sin embargo, el acuerdo que Mario Draghi logró del gas de Argelia -acuerdo que perdió España-, y que además compra gas a Azerbaiyán. Así y todo, la bota de Europa tiene una dependencia energética del 43%, y un compromiso de ahorro del 20%, cinco puntos por encima de la media europea. Con la crisis política abierta, Roma solo se dejó en abril el compromiso de rebajar la calefacción a 20 o 19ºC, y el aire acondicionado a 26ºC máximo.
Con la mente puesta en otoño, las autoridades italianas trabajan un borrador que podría reducir un 40% el alumbrado de las calles, adelantar el horario de cierre de los establecimientos y oficinas y, en caso extremo, fijar un toque de queda en la iluminación de los hogares.
La dependencia germana
El caso alemán es particular. Las ciudades tienen competencias y eso ha hecho que lugares como Berlín o Munich, en un país en el que todavía no hay plan cerrado, hayan decidido apagar la iluminación de los monumentos. Con una dependencia del 66% del gas ruso, plazas como Hannover han establecido un tope de calefacción del 1 de octubre al 31 de marzo de 20ºC, y además, han cerrado el grifo de agua fría para los edificios públicos, gimnasios e instalaciones deportivas. Hasta el momento, el Gobierno germano solo ha hecho recomendaciones que promueven el ahorro energético, como evitar calentar las estancias que no se ocupan.
Lejos de Hungría, Estonia y Letonia -con dependencias de hasta el 100%-, Grecia tiene limitada desde junio la temperatura a 27ºC en verano y 19ºC en invierno, y también tiene una orden de apagado de equipos de oficina cuando no hay empleados.