Economía

El FMI insiste a Argentina en la necesidad de hacer reformas para frenar una inflación que apunta al 90%

  • El país ya casi ha agotado el cupo de dinero que puede emitir este año
  • El precio del dólar se ha disparado un 55% en lo que va de mes
La ministra de Economía argentina, Silvina Batakis. Foto: Reuters

La marcha del ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, a principios de mes, ha sido el pistoletazo de salida para un agravamiento de la crisis que vive el país sudamericano. Con la inflación en el 64% interanual y acelerándose hasta poder alcanzar un 90% a finales de año, según las proyecciones de Goldman Sachs, la nueva ministra económica, Silvina Batakis, se reunió en la noche del lunes con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva. La receta del Fondo fue muy clara: mantener las reformas acordadas por ambas partes el año pasado y frenar la impresión de dinero.

El encuentro entre Batakis y Georgieva fue "productivo" y permitió fijar las líneas maestras del plan económico para el país negociado por Guzmán en 2021 a cambio de una refinanciación de los 44.000 millones de dólares que Argentina debía al FMI. El acuerdo implicaba una reducción del déficit fiscal, que Argentina financia con la máquina de imprimir pesos ante la falta de inversores internacionales. Pero los objetivos del pacto están muy en duda: en lo que va de año, el Banco Central de Argentina ha imprimido 630.000 millones de pesos para financiar al Gobierno, cuando el acuerdo apuntaba a un máximo anual de 765.000 millones para todo el año. Y en septiembre el Gobierno tiene que refinanciar deuda local por valor de 900.000 millones de pesos.

El resultado de esa impresión descontrolada es que la inflación está disparándose a niveles que no se veían desde la hiperinflación de finales de los años 80. El IPC subió un 5,3% en junio y un 64% interanual. Pero la cesta básica de la compra subió un 6,5%, y los analistas esperan que la subida se acelere y alcance el 90% en diciembre.

Y lo que está sufriendo de lleno esos datos es el tipo de cambio. El dólar empezó el mes en 239 pesos en el mercado libre. El día 3 dimitió Guzmán. Y este martes está en 322 pesos por dólar, un encarecimiento del 55,83% en lo que va de julio. El pico lo llegó a tocar el viernes pasado, en los 338 pesos, pero las buenas señales del FMI -y un préstamo de 200 millones de dólares del Banco Mundial que Batakis también cerró ayer- calmaron ligeramente al mercado.

Déjà vu

El problema es que los argentinos saben que la situación solo puede ir a peor. Desde la Segunda Guerra Mundial, el ciclo inflación-devaluación ha destruido cinco divisas distintas, y cuando coge carrerilla, es casi imposible frenarlo sin grandes reformas.

El Gobierno de coalición peronista, sin embargo, no está en la mejor situación para acometer grandes cambios. El presidente, Alberto Fernández, y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, llevan meses en una batalla por el poder en la que Kirchner está arrebatando cada vez más terreno al que se supone que es su jefe. Y Kirchner, precisamente, fue la que puso las semillas de la actual crisis con las recetas de un tipo de cambio intervenido, emisión de dinero descontrolada, aislamiento comercial para recortar importaciones, e impuestos a los exportadores para hacerse con todos los dólares que sean posibles. Unas recetas que el FMI ha rechazado, y que los economistas insisten que no llevarán a nada bueno.

Las encuestas pronostican un descalabro del peronismo en las elecciones presidenciales del año que viene. El problema es el tiempo que queda entre medias: los ciudadanos están intentando deshacerse de sus pesos y comprar dólares, lo que presiona al tipo de cambio al alza y acelera la inflación. La nueva ministra, Batakis, tiene un perfil bajo y los mercados aún no se fían de que sea capaz de plantar cara a Kirchner. Y el presidente está intentando meter en el Gobierno a la 'tercera pata' de la coalición, Sergio Massa, actual presidente del Congreso y rival interno de la vicepresidenta, para reforzar el bando 'anti-Kirchner'. El futuro del país se puede jugar en los despachos de Buenos Aires.

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