
No hace ni dos años desde el último default de Argentina, y la ola inflacionaria mundial ya está gestando una nueva crisis de deuda en el país sudamericano. Esta vez, el problema está en el mercado local de bonos, donde los acreedores no tienen muchas ganas de renovar los bonos del Estado que van venciendo. Con un gasto aún elevado y presiones del FMI para que el Gobierno de Alberto Fernández deje de financiar su alto déficit mediante la máquina de imprimir billetes del banco central, en Buenos Aires crece la sensación de que el Gobierno se está quedando sin opciones de financiación y que una reestructuración de los bonos locales es ya casi inevitable.
Parte del problema radica en el hecho de que la mayor parte de los bonos están atados a la inflación, la única forma que los inversores aceptan para no perder valor ante las gigantescas subidas de precios que vive el país de forma permanente. Así, la explosión mundial de la inflación, en lugar de proporcionar un alivio de la deuda, como han notado muchos países cuyos intereses están creciendo muy por debajo de sus ingresos, en Argentina no hace más que aumentar la factura. Y con el IPC superando el 60% anual, uno de los mayores niveles del planeta, la rentabilidad exigida a sus bonos está alcanzando cotas terroríficas.
La subasta de deuda pública programada para el martes permitirá apreciar cómo de grave es la situación. El Gobierno quiere vender unos 250.000 millones de pesos (unos 2.000 millones de dólares) en letras atadas a la inflación. La demanda ha disminuido en las últimas subastas, y los rendimientos de los bonos se han disparado por encima del 12% en las operaciones recientes en el mercado secundario, lo que, sumado a la inflación, supone un interés de más del 70%.
Al mismo tiempo, la demanda de dólares está aumentando, hundiendo al peso en el mercado de cambios paralelo -el oficial está estrictamente regulado por el Gobierno- a mínimos históricos casi a diario, en una clara señal de que los inversores están amortizando sus bonos y sacando el dinero al extranjero.
Todo esto está llamando la atención de los tenedores de bonos extranjeros de Argentina. El Gobierno no tiene que hacer pagos importantes de esos bonos durante años, pero aún así los inversores se están poniendo nerviosos, haciendo caer el precio de los títulos de referencia a apenas un 23% de su valor facial. A ese precio, el rendimiento es del 21%, lo que convierte al país en una de las casi dos docenas de naciones de mercados emergentes que se ha hundido en territorio de "distress", un nivel que indica que los inversores están comenzando a prepararse para la posibilidad de un default. Para los acreedores argentinos, esta situación es conocida. El país ha incumplido pagos tres veces este siglo, la última en un acuerdo de reestructuración en 2020 que dejó a los inversores con poco más de un 50% del capital invertido.
"El camino para que Argentina acumule suficientes reservas internacionales para hacer los pagos de capital de su deuda externa en los próximos años parece cada vez más estrecho", dijo Jared Lou, gestor de cartera de William Blair Investment Management en Nueva York. "La reestructuración de la última vez fue defectuosa, ya que ofreció alivio de la deuda y cupones bajos sin exigir ninguna reforma, y aquí es a donde nos ha llevado".
Bomba de relojería
El Gobierno está tomando medidas para desactivar la bomba de relojería que supone la deuda local. El 22 de junio, el Ministerio de Economía canjeó más de la mitad de sus 600.000 millones de pesos en obligaciones locales que vencían a fin de mes, en un canje que redujo drásticamente la presión sobre la refinanciación clave del martes. Pero aunque el Gobierno canjeó más deuda de la esperada, la mayor parte de la participación provino de instituciones públicas, lo que indica que los inversores privados no tienen tanto entusiasmo.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, ha dicho reiteradamente que el Gobierno nunca dejará de pagar su deuda local. Pero podría ser difícil dados los objetivos establecidos en el programa de crédito por valor de 44.000 millones de dólares que firmó el país con el FMI hace apenas unos meses. El programa limita la emisión monetaria de Argentina al 1% del PIB este año, cortando una fuente clave de financiamiento del banco central para pagar la deuda local.
En medio de toda la reciente volatilidad del mercado, los esfuerzos por fortalecer el mercado de deuda en pesos "siguen siendo fundamentales, junto con la firme implementación de los objetivos fiscales", dijo la semana pasada la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva.
Ramiro Blázquez: "Los vencimientos cada vez más cortos podrían generar una crisis de deuda antes de las elecciones"
Argentina ha tardado en subir los tipos de interés para no enfriar demasiado una economía que sigue luchando por salir del estancamiento provocado por la pandemia. El crecimiento se desaceleró en los primeros tres meses de este año con respecto al trimestre anterior, afectado por la contracción del sector agrícola y la caída de las exportaciones. El banco central subió los tipos tres puntos porcentuales, hasta el 52%, a principios de este mes, para incentivar a los inversores a comprar valores locales.
Sin embargo, podría no ser suficiente para evitar una crisis de deuda antes de las elecciones presidenciales de octubre de 2023, ya que los inversores demandan activos con vencimientos cada vez más cortos, según Ramiro Blázquez, jefe de estrategia de la corredora BancTrust en Buenos Aires. "Los vencimientos cada vez más cortos podrían generar una crisis de deuda antes de las elecciones", dijo Blázquez. "Para evitar ese escenario, es probable que el Gobierno recurra a una combinación de presión y aumentos de tipos moderados para garantizar unas tasas de reinversión decentes. Pero el éxito no está garantizado de ninguna manera".
La venta del martes consistirá principalmente en bonos del Tesoro atados a la inflación y con descuento que vencen a fines de este año. Argentina también está vendiendo bonos vinculados al dólar con vencimiento en 2023 y 2024. "En la medida que los precios sean razonables y el Tesoro emita a plazos cortos también, mayormente lo que queda por renovar se va a renovar", dijo Carolina Gialdi, jefa de ventas y trading de mercados internacionales de Max Capital en Buenos Aires. "Pero hay una preferencia por liquidez más alta; puede que no lleguen al 100%".