En los primeros siete meses tras la entrada en vigor de la reforma laboral se firmaron 3,97 millones de contratos fijos, 2,85 más que en el mismo periodo de 2021. Pero solo un17% de este incremento corresponde a conversiones de puestos temporales a indefinidos.
Las conversiones a indefinidos, aunque se han duplicado hasta las 953.250 en el último año, han perdido relevancia sobre el empleo estable. En lo que va de año han aportado un 24% del total de contratos indefinidos, cuando en los siete primeros meses de 2021 llegaban al 41,6%.
Estos datos apuntan a que la reforma laboral ha incentivado más la creación de nuevos trabajos que la mejora de los prexistentes.
Algo que parece confirmar la comparativa con las prórrogas de contratos temporales. Estas han retrocedido desde los 1,3 millones que alcanzaban hace un año hasta las 982.270 en lo que va del actual ejercicio.
Aún superan en un 3% a los que se convierten en fijos. Pero se trata de una mejora innegable si tenemos en cuenta que hace un año las prórrogas triplicaban a las conversiones. Aunque un análisis detallado por franjas de edad revela que esta brecha todavía se concentra entre los trabajadores más jóvenes.
Así, entre los menores de 25 años las prórrogas superan en un 37% las conversiones en indefinidos.
Esta relación puede expresarse de otra manera de otra forma: el 58% de los empleos eventuales que se renuevan lo hacen en las mismas condiciones, sin pasar a fijo.
Por el contrario, entre los mayores de 55 años los contratos que se prorrogan ya son un 20,5% menos que los que se convierten en indefinidos.
El plazo de las conversiones
El aumento de las conversiones y la reducción de las prórrogas responde a la evolución de la contratación indefinida y temporal tras la nueva norma.
Pero pese a su impacto, y al refuerzo de la actividad inspectora, se notan pocos cambios en la manera en la que se plantean. Ocho de cada diez corresponden a contratos temporales de menos de un año de duración.
Cuando se supera ese límite, las conversiones bajan, hasta el punto de que la transformación de temporales más allá del máximo legal de 36 meses para prorrogar temporales (un umbral que, sin embargo, superan miles de interinos del sector público), incluso se han reducido en respecto a hace un año.
Los contratos que más han aumentado sus conversiones, un 202%, son los de duración inferior a tres mes. En este punto, hay que tener en cuenta que los contratos más penalizados por su extinción son los más cortos.
Los de obra y servicio no se convierten en fijos discontinuos
Los contratos temporales que se convierten son mayoritariamente los justificados por circunstancias de la producción (57,9%) seguidos por los de obra y servicio (35,3%).
Este porcentaje es similar al del año pasado, lo cual no deja de ser llamativo porque los contratos por obra y servicio se suprimieron en la reforma laboral, con la idea de que se convirtieran en indefinidos fijos discontinuos. Incluso se concedió un 'periodo de gracia' de tres meses para facilitar este trasvase.
Pero esto no se ha producido. En los siete primeros meses se realizaron 71.914 conversiones de esta modalidad de temporales a fijos discontinuos. Una cifra que supone menos de una tercera parte del total de contratos por obra y servicios hechos indefinidos.
La mayoría son primeras prórrogas
Por lo que se refiere a las prórrogas que se firman, siete de cada diez se hacen por periodos inferiores a tres meses, un nivel similar al de antes de la reforma laboral.
Además, en un 96% de los casos se trata de la primera prórroga de ese contrato. Este porcentaje, no obstante, es también equivalente al de hace un año.
En este sentido, los datos de prórrogas refuerzan la hipótesis de que que la reforma no ha mejorado la calidad de los contratos temporales que se siguen haciendo, que siguen expuestos a altas tasas de rotación.