
Los manuales de política monetaria son claros a la hora de marcar una clara diferencia entre la Reserva Federal y el BCE. Mientras el banco central de la Unión Monetaria focaliza su mandato en el control de la inflación, su homólogo estadounidense no descuida en absoluto ese objetivo pero debe compaginarlo con el fomento del crecimiento económico y del empleo.
Desde este punto de vista, el retroceso del PIB (un 1,4%) sufrido por EEUU el pasado trimestre debería haber encendido las alarmas del equipo del presidente Jerome Powell y hacer que se replanteara su política de subidas de los tipos de interés. Al contrario, la ha intensificado con un incremento superior a los 0,25 puntos básicos que marcaban la pauta de su actuación en los últimos años.
Hay razones para mantener la hoja de ruta. Es bien conocida la volatilidad que caracteriza a la economía estadounidense, de estructura muy diferente a la propia de Europa, y dada a grandes variaciones entre trimestres. Pero sobre todo influye la necesidad de que la Reserva Federal continúe actuando frente a una inflación que no se comporta como se esperaba y que se encuentra muy por encima del 8%.
Puestos de trabajo vacantes
Además, puede alegar a favor de su política el vigor que presenta el mercado laboral estadounidense. En este ámbito el problema no es el desempleo sino, al contrario, las dificultades para cubrir cada mes miles de puestos de trabajo.
Al otro lado del Atlántico, también se le han agotado los argumentos al BCE para mostrar un carácter más propio de las políticas monetarias cautelosas (y frenar las presiones de los representantes del Bundesbank en el Consejo de Gobierno de la institución).
El endurecimiento llega en un momento más que delicado por la situación del consumo interno en países como España
El hecho de que la inflación subyacente, aquella que discrimina los productos con precios más volátiles como la energía y los alimentos frescos, rebase los tres puntos porcentuales supone una línea roja que la institución con sede Fráncfort no puede permitirse traspasar.
Es por ello que, a partir del próximo mes de julio, la Unión Monetaria vivirá una situación inédita desde hace más de una década, como es el incremento del precio del dinero. Se tratará de un aumento de las tasas de 0,25 puntos básicos que, transcurrido el próximo verano, se verá acompañado de otros dos incrementos más.
El endurecimiento llega en un momento más que delicado por la situación del consumo interno en países como España. Debe recordarse que el desembolso de los hogares y las empresas mostró un retroceso del 3,7% en el primer trimestre de 2022 frente al cierre de 2021.