
Cambio histórico en Irlanda del Norte que refuerza el acuerdo comercial entre la UE y Reino Unido. Por primera vez en un siglo, los nacionalistas irlandeses del Sinn Féin, la que fuera ala política de la banda terrorista IRA, han ganado unas elecciones en Irlanda del Norte, un territorio creado hace un siglo para mantener a ese grupo social en la minoría. Pero más allá de este giro, que pone en duda el futuro de la provincia británica, estos resultados sentarán bien en Bruselas: los partidarios de mantener el acuerdo comercial entre Reino Unido y la UE han reforzado su mayoría.
Estas elecciones eran clave porque precisamente este Parlamento regional será el encargado de ratificar, o no, el tratado comercial entre la UE y Reino Unido. En concreto, la clave está en el llamado 'protocolo norirlandés', que mantiene a la provincia en el mercado común europeo a cambio de implantar una frontera interna entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña. Un compromiso que apoyan las empresas, los liberales y los nacionalistas irlandeses, pero que los unionistas británicos rechazan al suponer una división de facto frente al resto del país.
Pero los resultados de esta jornada han despejado cualquier miedo a un rechazo al acuerdo. Los partidarios del protocolo suman más del 50% de los votos y dispondrán de una mayoría absoluta bastante cómoda. Esta, de hecho, es la única certeza: ni nacionalistas irlandeses (37 escaños) ni unionistas (38) tendrán la mayoría, que estará en manos de los liberales (15 escaños), que se declaran agnósticos en la gran pregunta identitaria.
Aun así, el Acuerdo de Paz de Viernes Santo exige una coalición multicolor, con las carteras repartidas proporcionalmente y un primer y viceprimer ministro de extremos opuestos. La gran pregunta ahora es si los unionistas boicotearán la formación del Gobierno autonómico -el primero que estará liderado por alguien del Sinn Féin, en este caso su líder regional, Michelle O'Neill- y presionarán a Londres para romper unilateralmente el acuerdo comercial con la UE, como el Gobierno de Boris Johnson ha amenazado varias veces en los últimos años. La última, hace algunos días, pero con la boca pequeña.
Johnson pierde la magia electoral
Precisamente, el primer ministro británico tiene bastantes problemas después de unos pésimos resultados en las municipales. Por primera vez desde 2016, los 'Tories' han perdido unas elecciones, clavando casi al milímetro lo que indicaban las encuestas. Los más de 300 concejales que han perdido los conservadores -un 20% de los que defendían- se han repartido a partes iguales entre laboristas y liberales, que apuntan a un acuerdo de Gobierno si estos resultados se repitieran en unas Generales.
Aun así, el cambio electoral no ha sido uniforme en todo el país. Como se esperaba, los 'tories' han mantenido un apoyo más o menos estable en el norte y el centro de Inglaterra, las zonas obreras que votaron masivamente por el 'Brexit'; pero se han desplomado en Escocia y Gales, donde el nacionalismo inglés de Johnson genera mucho rechazo, y en Londres, feudo del europeísmo. Los 'Tories' han perdido a manos de la izquierda algunos de los distritos más adinerados de la capital en los que dominaban desde hace más de medio siglo, y han caído derrotados en el distrito fetiche de Margaret Thatcher y en el que representa el propio Johnson en el Parlamento de Westminster.
La gran sorpresa ha venido de la mano de los liberales, que han renacido en el sur de Inglaterra, antiguo feudo que perdieron en su desplome de 2015, y han vuelto a rozar el 20% tras caer a cifras de un solo dígito en los últimos comicios. Su renacimiento viene de la mano del hundimiento 'tory' entre sus votantes con título universitario de clase media, entre los que la imagen del primer ministro se ha achicharrado por completo por sus escándalos y su gestión económica.
El resultado, sin embargo, levanta una lista de dudas y deja pocas certezas. El resultado ha sido malo para los conservadores, pero no un descalabro que haga temer una revuelta interna contra Johnson de forma inmediata. Por su parte, los laboristas han avanzado notablemente tras su derrota por más de 10 puntos en 2019, pero siguen sin recuperar a los votantes perdidos en sus antiguos feudos que apoyaron al 'Brexit'. Y justo esta mañana, la policía ha anunciado que reabriría una investigación, ya archivada una vez, contra el líder laborista, Keir Starmer, por una cena con compañeros de partido en la campaña de las autonómicas galesas y escocesas de 2021, que diversos medios conservadores han denunciado que podría haber violado las restricciones anti-covid de aquellos meses. Finalmente, los liberales han avanzado, pero siguen lejos de poder convertir sus votos en escaños, por un sistema electoral que sobrerrepresenta a las dos primeras fuerzas. Mucho que decidir aún, ante unas elecciones que deberían celebrarse en dos años, pero cuyo adelanto sobrevuela Londres estos días.