
Con el mundo mirando fijamente la frontera entre Rusia y Ucrania, China mueve piezas en Oriente Medio. El gigante asiático redobla sus inversiones en la región más inestable del mundo, ampliando su influencia, mientras Estados Unidos se repliega poco a poco. El último episodio de este 'giro hacia el este' han sido las reuniones en este mes de enero de los países árabes para cerrar acuerdos de inversión en infraestructura. Por su parte Irán ha cerrado el día de ayer un acuerdo de más de 400.000 millones de dólares en inversiones a 25 años.
Al margen de estos eventos que han sucedido durante la escalada de tensión entre la OTAN y Putin, también se ha conocido que Irak obtuvo el año pasado más de 10.000 millones de dólares en inversiones chinas vinculadas a la construcción. Destaca esta inyección de dinero en un entorno en el que el gigante asiático ha decidido reducir de forma muy sensible sus inversiones al extranjero por el golpe económico que de la pandemia.
También han firmado en diciembre que las empresas chinas Power Construction Corporation of China y Sinotech construyan 1.000 escuelas, que se pagarán con productos derivados del petróleo. En un contexto de repliegue en sus 'aventuras comerciales' (las inversión en la 'ruta de la seda se ha reducido un 48%), China ha aumentado su apuesta por estos países de Oriente Medio y en particular la apuesta por Bagdad es decididamente fuerte.
Xi Jingping siempre ha reconocido desde que llegó al poder que tiene planes para la región. El país quiere reforzar sus relaciones locales que considera estratégicas para su proyecto logístico de proporciones mundiales: la Nueva Ruta de la Seda. La idea es crear un proyecto de infraestructura en diversos países que genere una ruta logística que una Asia, Europa y África. En ese sentido, medio oriente es un territorio clave y China quiere mejorar la infraestructura de la región.
Prueba de esta voluntad de invertir en proyectos de infraestructura es la construcción de un puerto en Chabahar (Irán), la inyección económica que ha realizado el país en el puerto de Duqm (Omán), y la construcción de una terminal de contenedores en Abu Dhabi, así como dos nuevos puertos en Israel. Un esfuerzo gigantesco para potenciar el comercio chino creando rutas comerciales más eficientes para abastecer al país. Y esto no es más que el comienzo. Según los datos del plan quinquenal chino, la inversión en oriente medio aumentó un 350%.
Además, los países de Oriente Medio son los principales proveedores de crudo para China. La región representa el 40% de las importaciones de crudo y gas natural. Arabia Saudí es su segundo máximo suministrador e Irak, país que concentra la mayor parte de las inversiones del proyecto, es el cuarto. Por lo tanto, invertir en estos países y fomentar relaciones de cooperación con ellos es uno de los pasos clave.
Este mismo enero China ha introducido a Siria, sancionada por EEUU en su proyecto de inversión mundial
Para muchos de los gobiernos locales, la ayuda china no es solo un impulso, sino un salvavidas. Muchos de estos países tienen importantes problemas a la hora de comerciar debido a que Estados Unidos les ha impuesto sanciones por sus actos en los múltiples conflictos bélicos que han sacudido la región. Un ejemplo de ello es Siria, país con fuertes multas internacionales por los actos de sus gobernantes en la guerra civil. China ha firmado este enero de 2022 la integración del país en el proyecto de la 'Nueva Ruta de la Seda'.
Otro país afectado por las sanciones es Irán, cuya economía se ha volcado en China después de que Estados Unidos le impusiera sanciones derivadas de la implantación de su programa nuclear. Un problema que empezó con Obama y que recientemente ha vuelto a estar en el foco. El país americano impuso en diciembre de 2021 nuevas multas al país por reprimir violentamente una manifestación en Teherán contra los presos políticos.
Y mientras esto ocurre, Estados Unidos se repliega de la región. A pesar de la marcada influencia económica y política, retroceden en su apuesta por la región. A pesar de ello en 2020 el país norteamericano invirtió más de 90.120 millones en la región, pero los expertos creen que tras su abandono de Afganistán, el Gobierno de Biden retirará parte de sus esfuerzos en Oriente Medio, para centrarse en otros frentes más problemáticos.