
Portugal celebra mañana unas elecciones legislativas, ante las cuales apenas existe una certeza: ninguna de las dos principales formaciones alcanzará la mayoría absoluta. En consecuencia tanto el Partido Socialista, liderado por el todavía primer ministro António Costa, como el Partido Socialdemócrata de Rui Rio están abocados a llevar a cabo pactos de Gobierno.
De hecho, podría incluso producirse un empate técnico, tal y como reflejan los sondeos electorales, tras una campaña en la que ninguna de las dos formaciones ha sabido imponerse en las preferencias de gran parte del electorado, de acuerdo con los expertos políticos.
Ahora bien, si algo ha demostrado en los últimos tiempos Portugal es que un escenario de negociaciones, que desemboque en un futuro Gobierno de coalición, no tiene por qué generar incertidumbre y desconfianza por parte de los mercados y de los analistas. De hecho, la tranquilidad ha sido el denominador común de las casas de análisis con respecto a las perspectivas sobre los comicios de esta semana
Lo evidenció la compleja amalgama de partidos de izquierda que el propio António Costa puso en pie en el año 2015 y que gobernó el país hasta el año pasado. Lo que en su momento fue calificado en su propio país de "arriesgado experimento" acabó revelándose sorprendentemente estable y eficiente. Su único revés de importancia fue el rechazo a los Presupuestos Generales de 2022, lo que motivó la convocatoria anticipada de elecciones del domingo.
En el haber de este Ejecutivo de coalición figuran logros como conseguir una ejemplar disciplina presupuestaria que llevó al país vecino a dejar atrás las cifras récord de déficit público que lo acosaban desde el final de la crisis de 2008-2013. Los números rojos llegaron al 11% del PIB pero, con el Gobierno de Costa, bajaron hasta el actual 0,5%.
Es posible que Costa, si es elegido primer ministro, abrace una política de reducción de impuestos
Con todo, más destacable aún fue su afán de convertir a Portugal en la meca de la Unión Europea para los altos patrimonios y los grandes inversores internacionales. El Ejecutivo de izquierdas fue convincente cuando, dejando atrás prejuicios ideológicos, adoptó una decidida política de reducción de impuestos y de incentivos para las inversiones.
Es posible que Costa, si es elegido primer ministro, abrace una política parecida ya que ha prometido medidas como reducir el tamaño del Gobierno, que ahora cuenta con 19 ministerios y 50 secretarías de Estado. Por su parte, la derecha cuenta en Rui Rio con un líder carismático que ha sobrevivido a las luchas internas de su partido y que ha tomado posiciones que amplían el espectro de su caladero tradicional de votantes, como abogar por la despenalización de la eutanasia.