La victoria de Olaf Scholz en las elecciones alemanas el pasado mes de octubre devolvió a los socialdemócratas a la cancillería, tras dieciséis años de gobierno de Angela Merkel, y dio un nuevo impulso a los socialistas europeos que en los últimos meses se habían hecho con un puñado de gobiernos, cambiando el equilibrio de fuerzas en la Unión Europea, pero esa representación no se ve reflejada en el liderazgo comunitario, a causa de un acuerdo de 2019.
España, Suecia, Finlandia, Portugal o Dinamarca están lideradas por gobiernos socialistas. Los socialdemócratas han vuelto también al ejecutivo en Bulgaria, aunque en minoría, y forman parte de las coaliciones en Italia o Bélgica. Mientras, hay un retroceso de los populares, consolidado al perder la cancillería alemana. Gobiernan apenas en un puñado de países del Este, además de Austria. Incluso allí, Sebastian Kurz, que estaba llamado a el líder natural de la formación, tuvo que dejar el partido -y la política- por un caso de corrupción. Los liberales por su parte mantienen su fuerte en el Benelux con el imbatible Mark Rutte en Países Bajos, Xavier Bettel en Luxemburgo, y Alexander de Croo en Bélgica, aunque en gobiernos de coalición. Además, con la más que probable reelección de Emmanuel Macron en Francia su representación es estable.
Sánchez, el negociador
Sin embargo, a pesar del cambio en el equilibrio de fuerzas, el liderazgo europeo se concentra en manos de los populares. "En algún momento las cartas no se jugaron bien", escribía el socialista ex jefe de la diplomacia europea Javier Solana el pasado martes en Twitter tras la elección de Roberta Metsola como presidenta de la Eurocámara. Ese momento fue julio de 2019. Tras las elecciones europeas, dos cumbres extraordinarias, y tres días de intensas negociaciones, los líderes de la UE llegaron a un acuerdo para elegir a quienes tomarían las riendas de las principales instituciones del bloque.
El pacto final, que ignoraba a los candidatos propuestos por el Parlamento, ponía a una de las manos derechas de la popular Angela Merkel, Ursula von der Leyen, a la cabeza de la Comisión Europea; al liberal belga Charles Michel, aliado del presidente francés Emmanuel Macron, al frente del Consejo Europeo; a la también conservadora francesa Christine Lagarde a las riendas del Banco Central Europeo; y a Josep Borrell, el único socialdemócrata, como Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común. Fueron el presidente español Pedro Sánchez, junto con el portugués Antonio Costa, quienes negociaron ese acuerdo que ahora deja a los socialistas sin representación.
Entonces, los progresistas tenían también al portugués Mario Centeno como presidente del Eurogrupo y, aunque ahora recordado como un halcón, antes fue el laborista Jeroen Dijsselbloem. Además, ese acuerdo a puerta cerrada entre los líderes incluía también dos años y medios de presidenta del Parlamento Europeo, que recayó en el italiano David Sassoli, súbitamente fallecido la pasada semana apenas unos días antes de concluir su mandato. Con la elección en julio de 2020 del popular Pascal Donohoe para la presidencia del Eurogrupo -que Sánchez trató sin éxito de lograr para la vicepresidenta Nadia Calviño- y la llegada este mismo martes de la también democristiana Roberta Metsola a la cabeza de la Eurocámara, los socialistas están desaparecidos del liderazgo de las instituciones, a pesar de que su representación en los gobiernos europeos se ha incrementado notablemente en los últimos meses. Y así será durante los próximos dos años y medio. El único puesto que tiene aún que ser renovado es del presidente del Consejo Europeo. Sin embargo, parece poco probable que los líderes de los veintisiete reabran esta cuestión y la reelección de Michel parece asegurada.
En la Eurocámara, los números no daban. Aunque con una caída estrepitosa, los populares ganaron las elecciones europeas en 2019, y si hubo algún intento de los socialdemócratas por construir una mayoría alternativa con liberales, verdes e izquierda, fue desde luego infructuoso.
Esta semana, optaron por asegurar "la estabilidad de la cámara" temiendo que dinamitar el acuerdo llevara a un giro de los populares, buscando el apoyo en la extrema derecha. Sin embargo, la líder de los socialistas, la española Iratxe García advirtió que la elección de Metsola, en base a un acuerdo político entre las tres principales fuerzas, "no es un cheque en blanco."
La representación en las instituciones importa. Es un reflejo del equilibrio de fuerzas y el sesgo puede determinar las prioridades políticas, la agenda. Pero la Unión está constantemente expuesta a las fluctuaciones electorales en veintisiete países, con intereses distintos, que cambian con el gobierno de turno. Y esto se ve sobre todo reflejado en el Consejo Europeo y los Consejos de ministros. Será aquí, en las negociaciones clave, -desde la reforma del Pacto de Crecimiento y Estabilidad, la puesta en marcha del Pacto Verde o las discusiones sobre grandes paquetes legislativos- donde la sintonía o las diferencias entre gobiernos socialistas ponga a prueba su habilidad para impulsar la agenda progresista.
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