El escándalo "Partygate", la revelación de que Boris Johnson convirtió a Downing Street en poco menos que una sala de fiestas durante el confinamiento, ha dejado muy tocado al primer ministro británico. Pero aún no está hundido del todo, y mientras el país espera al informe oficial sobre el caso que encargó a Sue Gray, Segunda Secretaria Permanente del Servicio Civil británico, Johnson está preparando un plan de contraataque para sobrevivir al momento más delicado de su mandato, y que habría bautizado como "Operación salvar al Perro Grande", según revelan varios medios.
En estos momentos, la situación del premier es muy delicada y no depende de él mismo, sino de sus propios diputados: si 54 firman (de forma confidencial) una moción de confianza contra él, el grupo parlamentario 'tory' votará en urna y por mayoría simple su permanencia en el cargo. De haber más noes que síes, su etapa al frente del Gobierno se terminaría. Pero las 54 firmas todavía no se han presentado, ya que el encargado de recibirlas y anunciarlo, Graham Brady, presidente del 'Comité 1922' que regula la elección de líderes conservadores, lo habría hecho ya si así fuera. Lo que significa que Johnson tiene aún tiempo para lanzar una respuesta.
Las fechas que se barajan como claves para la supervivencia del premier son la presentación del informe de Gray -aún por determinar-, especialmente si considera a Johnson culpable de las fiestas, y las elecciones municipales de mayo. Esta última fecha es especialmente delicada si los resultados dan la razón a las encuestas recientes, que apuntan a un hundimiento histórico del apoyo de los 'tories', con la mitad de sus votantes en 2019 marchándose a la abstención o a partidos rivales.
La operación "Perro Grande" quiere intentar frenar estos dos posibles golpes con dos movimientos. Por un lado, una limpieza profunda de trabajadores y funcionarios en Downing Street, empezando por el secretario personal de Johnson, Martin Reynolds, que envió la invitación a 100 empleados del complejo gubernamental para una de las fiestas cuya filtración desató lo peor de la crisis.
Por otro lado, Johnson ha sacado del cajón una larga lista de promesas electorales que había ignorado hasta ahora, y que pretenden contentar al ala conservadora más 'brexitera' que le impulsó a Downing Street. Por ejemplo, planea prohibir que los barcos del Ejército rescaten a los migrantes con los que se crucen en el Canal de la Mancha, eliminar el impuesto universal con el que se financia la cadena BBC, invertir más dinero en el Servicio Nacional de Salud o levantar las restricciones contra el covid el próximo 28 de enero.
Las filtraciones no paran
El riesgo para Johnson es que el conocimiento de que quiere que sean sus empleados los que carguen con las culpas desate una ola de filtraciones aún mayor todavía. Desde luego, no parece ir a mejor: desde la sesión de control del pasado miércoles se ha filtrado otra fiesta celebrada mientras la Reina acudía sola al funeral de su marido, el príncipe Felipe de Edimburgo, respetando estrictamente las medidas contra la pandemia mientras, a pocos metros, decenas de personas bebían hasta altas horas de la madrugada botellas de vino que habían colado en Downing Street en un maletín, lo que llevó a Johnson a pedir perdón al Palacio de Buckingham.
Y la lista sigue: el viernes, el Daily Mirror destapó -con fotos- que el equipo de Johnson había comprado una nevera para guardar botellas de vino en la residencia gubernamental, y que "todos los viernes" se tomaban unas copas. The Times reveló que la mujer de Johnson, Carrie, había organizado una de ellas en la segunda residencia oficial del primer ministro, Chequers, y que Johnson se desplazó a ella violando las restricciones del confinamiento estricto. Y la propia filtración del plan de Johnson para resistir en el cargo indica que hay un ambiente de 'sálvese quién pueda' instalado en el corazón de Londres.
Con las elecciones generales planeadas en principio para mayo de 2024, Johnson tiene tiempo de sobra para dar la vuelta a la situación, o por lo menos para agarrarse a su asiento si sus diputados tienen miedo de deshacerse de él ahora mismo, y rezar para que las cosas mejoren en el tiempo que queda y que este escándalo se olvide. El peligro que sobrevuela las cabezas de los 'tories', sin embargo, es que todo acabe como el mandato de John Major: el famoso 'Miércoles Negro' en el que George Soros hundió a la libra en 1993 ocurrió apenas un año tras su victoria electoral. Pero aquella catástrofe le marcó como incompetente y desató mil batallas internas entre los diputados que pedían confiar en él y los que querían reemplazarle cuanto antes. Cuando llegaron las elecciones, cuatro años después, perdieron la mitad de sus escaños en la mayor derrota en un siglo. Las encuestas actuales apuntan a un escenario similar: un primer ministro que ha incinerado la confianza de sus propios votantes y un partido al borde del ataque de nervios. Todo depende de cómo Johnson logre jugar sus cartas.