Economía

La COP26 arranca con el mercado de carbono como asignatura pendiente

  • Mantener el calentamiento previsto de 1,5ºC a finales de siglo es el objetivo principal
  • Más de 40 países ya han puesto precio a las emisiones de carbono
Cumbre del Clima en Glasgow. Foto: iStock

Después de un año de parón por la crisis del Covid-19, los líderes de casi 200 países han vuelto a reunirse con el objetivo de aplacar el cambio climático. Esta vez en ciudad de Glasgow (Escocia), la COP-26 arranca con una asignatura pendiente: reglamentar el artículo 6, el único epígrafe completo del Acuerdo de París que todavía no se ha definido.

Este apartado pretende regular los mercados de carbono. Atendiendo al pacto climático firmado en la capital francesa en el año 2015, los países miembros "podrán cooperar voluntariamente en la aplicación de sus contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC en sus siglas en inglés) para lograr una mayor ambición en sus medidas de mitigación y adaptación".

Es decir, posibilita las transacciones monetarias con las emisiones de gases de efecto invernadero, dando lugar a los conocidos "mercados de carbono". De este modo, si un miembro (o una empresa) emite más carbono de lo estipulado, puede pagar a otra de las partes para que reduzca una cantidad de gases equivalente. La mayor parte de los Planes Nacionales de Clima, incluido el español, prevén de alguna manera acudir a estos mercados de carbono para conseguir sus objetivos.

En este punto, se plantean importantes vacíos legales debido a su escaso desarrollo. Entre ellos destaca la doble contabilidad. El criterio de "no a la doble reclamación de los derechos" del Protocolo de GEI indica que el instrumento transfiere los derechos de emisión entre los agentes del mercado, pero no prohíbe el uso de los mismos volúmenes en las cifras agregadas y en la información estadística recogida y publicada por las autoridades regionales, nacionales y otras. Ciertos países son reacios a cerrar ese vacío legal y, entre ellos, el más destacado es Brasil.

Otra de las controversias que genera este apartado viene de la mano de los créditos Mecanismo de Desarrollo Limpio (CDM por sus siglas en inglés), que permiten a un país con un compromiso de reducción o limitación de emisiones llevar a cabo un proyecto de reducción de emisiones en países en desarrollo.

La regulación del artículo 6 es un problema que se viene arrastrando desde hace tiempo. En la Cumbre del Clima que se celebró en Madrid en 2019 los líderes mundiales tampoco o pudieron ponerse de acuerdo sobre la cuantificación y la sincronización de sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), las acciones climáticas concretas que los Estados están obligados a presentar cada 5 años.

Poco optimismo

Más alla de la problemática de este apartado, los principales temas que la COP 26 pone sobre la mesa son concretar los compromisos nacionales, determinar el funcionamiento de los mercados de carbono, compensación de pérdidas y daños, objetivos de adaptación, financiación de la acción climática y ambición climática. Este último término aparece como tal hasta 8 veces en un tratado que solo cuenta con 29 artículos. Sin embargo, ningún epígrafe especifica qué se entiende por "ambición climática".

Durante los Diálogos sobre el Clima de 2020, en los que han participado más de 3.000 delegados procedentes de todos los países firmantes, se celebró una mesa redonda de dos días para examinar los progresos realizados por los países antes de la finalización del mismo. En esa reunión se habló principalmente de materias como la mitigación, adaptación y financiación.

Y ha vuelto a suceder lo que esta edición, y es que muchos países, especialmente los que están en vías de desarrollo, manifestaron que hasta la fecha no se había dedicado suficiente tiempo para fijar objetivos más ambiciosos.

Por tanto, en la reunión que se está celebrando estos días en la localidad escocesa de Glasgow se verá cuál es el nivel de compromiso de cada Estado, pero las previsiones no son nada optimistas.

Según el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2021, publicado a finales de octubre por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las NDC actualizadas y los demás compromisos asumidos para 2030 solo evitan el 7,5% adicional de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero pronosticadas para ese año, mientras que según el Acuerdo de París se necesitarían reducciones de emisiones del 30 al 55% para cumplir el objetivo.

Este informe concluye además que, de cumplirse por completo las promesas de algunos de los países más contaminantes del mundo, la temperatura superaría los 2ºC a finales de siglo, lo que da esperanzas de que se puedan evitar los peores impactos del cambio climático, pero no será suficiente para frenar la emergencia climática.

En el mejor de los escenarios, los países tienen que reducir sus emisiones un 22% más de lo prometido hasta ahora para poder cumplir con la meta de los dos grados y en un 50% si se quiere conseguir que el calentamiento solo llegue a los 1,5 grados.

Camino a la descarbonización

Un informe de Fidelity International señala algunos de los puntos a cumplir para completar el camino a la descarbonización. En primer lugar sería necesario poner precio a las emisiones. "Fijar un precio para el carbono que sea homogéneo en todo el mundo es un primer paso crucial que ayudará a integrar la descarbonización en la toma de decisiones de los políticos, las empresas, los inversores y los consumidores", explican los expertos.

Más de 40 países ya han puesto precio de alguna forma a las emisiones de carbono. El régimen de comercio de emisiones (ETS) de la Unión Europea, que cuenta con 16 años de existencia, se amplió en 2021 junto con los impuestos al carbono en función de cada sector, mientras que el Reino Unido lanzó su propio sistema este año.

China también ha lanzado un ETS, pese a seguir invirtiendo en nuevos proyectos de carbón. Algunos estados de Estados Unidos, como California y Washington, han puesto en marcha sistemas delimitación y comercio. Según el informe, pese a que se trata de ejemplos alentadores, será necesaria "una mayor coordinación internacional, respaldada por las grandes potencias- para que los precios del carbono tengan un impacto real sobre las emisiones".

Los países tendrán que reducir un 22% de sus emisiones hasta ahora para cumplir con la meta

En segundo lugar, en el informe reflejan que los precios del carbono deberán subir, a pesar de la inflación, aunque de forma moderada. Con un precio de alrededor de 3 dólares por tonelada, el precio internacional del carbono sigue siendo demasiado bajo para instigar un cambio y tiene que subir. Eso parece cada vez más probable. El FMI espera que los precios internacionales alcancen los 100 dólares por tonelada en 2030 (lo que podría ser incluso una estimación conservadora si la inflación se mantiene en niveles elevados). En mayo, el precio del carbono en la UE alcanzó un récord de 50 dólares por tonelada en previsión de los impuestos al carbono, un 50% más que a comienzos de 2021, y desde entonces ha seguido subiendo, dado que el bloque trata de incorporar más sectores a sus marcos de precios del carbono.

También se necesitarían unas políticas coordinadas. Muchos sectores necesitarán intervenciones de las autoridades para llegar a las cero emisiones netas. Se necesitarán políticas coordinadas de las autoridades "para hacer la transición con rapidez y escala, ya sea a través de legislación, incentivos, gasto público o una combinación de las tres", advierten desde Fidelity.

Según los expertos de la firma de inversión, los mercados voluntarios para comerciar con carbono son un comienzo, pero los inversores necesitan reglas universales para medir las emisiones, así como una contabilidad climática y unos estándares de inversión reconocidos en todo el mundo, sobre todo para los bonos verdes.

Los enfoques regionales no funcionarán, sobre todo en países donde existe una menor voluntad política para hacer la transición. En este sentido, el documento experto, explica que COP26 brinda una oportunidad para hacer que este enfoque global sea una realidad. "Incorporar los precios del carbono a las carteras creará una hoja de ruta para otras materias primas gratuitas, como el agua y la biodiversidad", sostiene.

Duplicar el ritmo

España, en comparación con los países del G-20, es uno de los países que más ha reducido la intensidad de sus emisiones de carbono en los últimos años. Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. El informe Net Zero Economy Index, que cada año elabora PwC y que se acaba de hacer público días antes del inicio de la COP26, en Glasgow, revela que, en 2020, España disminuyó la intensidad de sus emisiones de carbono un 7,9%, entendida esta como las emisiones de CO2 por unidad de PIB. Una cifra que convierte a nuestro país en el tercero que más ha avanzado en esta materia, respecto a los países del G-20, sólo por detrás de México (-12,4%) y de Indonesia (-10,6%).

No obstante, este esfuerzo es todavía insuficiente y España tendrá casi que duplicar su ritmo de descarbonización anual, para limitar hasta el 1,5ºC el incremento de la temperatura del planeta

El estudio revela que la situación a nivel global es todavía más preocupante. En 2020, la economía mundial redujo la intensidad de sus emisiones de carbono un 2,5%. Si queremos cumplir con los objetivos del Acuerdo de París en materia de cambio climático habría que multiplicar por cinco su ritmo anual de descarbonización, hasta el 12,9%.Nos quedan poco más de dos ciclos económicos para transformar todos los sectores de la economía global. Durante el año pasado, más de 3000 empresas y 130 países se han comprometido con objetivos de neutralidad climática. Pero, a pesar de la ambición, la brecha de emisiones continúa ampliándose. Resulta necesario que las compañías aterricen los compromisos a 2050 en objetivos y planes de descarbonización intermedios", explica Pablo Bascones, socio responsable de Sostenibilidad y Cambio Climático en PwC.

En un año como 2020 en el que la actividad mundial se ha visto duramente impactada por la Covid-19, la demanda de energía cayó un 4,3%. Esto ha provocado, a su vez, una disminución de las emisiones relacionadas con la energía del 5,6%, respecto a 2019. Sin embargo, esta rebaja del 2,5%, producida por circunstancias excepcionales, está todavía lejos del progreso necesario para limitar el aumento de la temperatura del planeta por debajo del 1,5ºC.

De hecho, en el año 2020 solo un puñado reducido de países del G-20 llegaron a ser capaces de obtener niveles de descarbonización de sus economías de dos dígitos y, aunque la mayoría se han marcado objetivos bastante ambiciosos con relación al cambio climáticos, estos todavía deben ser trasladados tanto a políticas como en medidas concretas.

Emisiones de CO2 en niveles prepandemia

Las emisiones a nivel mundial de dióxido de carbono procedentes del uso de combustibles fósiles y la industria aumentarán este año un 4,9% hasta alcanzar la cifra de 36.400 millones de toneladas a causa del creciente consumo de carbón y gas en centrales eléctricas y la industria tras caer un 5,4% en 2020, suponiendo un repunte a casi los niveles anteriores a la pandemia del covid-19. Así queda recogido en el 16º estudio anual sobre emisiones de CO2 realizado por el consorcio académico Global Carbon Project y publicado en Earth System Science Data. Según el estudio dado a conocer en la cuarta jornada de la Cumbre del Clima celebrada en Glasgow (Reino Unido), China, por ejemplo, emitirá este año 11.100 millones de toneladas de CO2, lo que supone un 31% de las emisiones totales.

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