Economía

La empresa familiar advierte: "Para ser sostenible hay que ser rentable"

  • Los empresarios aseguran que es la receta para beneficios sociales
  • Alerta por la merma en el patrimonio de los accionistas
El presidente del IEF, Marc Puig. Rafa Martín
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Tanto en la declaración firmada por las asociaciones territoriales el domingo como en las diferentes ponencias  e incluso en el discurso del Rey, la empresa familiar trae de manera oportuna al debate de la sostenibilidad la necesidad de generar un negocio rentable. En el fondo, tener una empresa rentable en cada generación es una condición imprescindible para poder generar un beneficio social y medioambiental permanente en el tiempo. Cuando el presidente del Instituto de la Empresa Familiar (IEF) Marc Puig habla en su discurso de stakeholders, apunta al sentido más amplio de actores y circunstancias (especialmente, por ejemplo, un marco regulatorio como es el laboral) que intervienen en la vida de la empresa familiar, para las cuales destina su trabajo diario (empleados, proveedores, clientes, instituciones, recursos naturales, debates sociales…).

Llama la atención que tengan que ser las familias empresarias quienes tengan que recordar algo que debería ser tan básico. Y no lo hacen en vano, a tenor de lo que está sucediendo en una parte no menor del tejido empresarial en España (además de los principales vehículos de inversión) más preocupado de encajar en las líneas que marcan los políticos que en hacer contribuciones efectivas a la consecución de objetivos marcados en tratados internacionales, los cuales, dependiendo del talento, la creatividad y la marcha real del negocio de cada empresa pueden encontrarse vías alternativas a las que dicta la moda del momento o la tendencia política dominante.

A priori, si analizamos las cuentas de resultados de las grandes compañías cotizadas en España, encontraríamos que la mayor parte arrojan beneficios contables abultados cada trimestre, los cuales se traducen en su mayoría en dividendos para sus accionistas. Sin embargo, si se observa el retorno total -revalorización de la acción más dividendos- que obtiene un accionista medio de algunas de las blue chips del mercado español -exceptuando Inditex e Iberdrola- en los últimos cinco años, la pérdida oscila entre el 10% y el 60% del valor de su inversión. Si se amplía el período de años estudiados, el resultado es aún más dramático.

Al mismo tiempo que se merma el patrimonio de los accionistas invertido en las compañías, se ha multiplicado el esfuerzo no sólo de marketing sino también económico -antes mayoritariamente asumido por las fundaciones- de los equipos directivos por mostrar lo "sostenible" que es la empresa que dirigen. Un indicador es el tamaño de las memorias no financieras, el cual se ha multiplicado de manera exponencial desde la trasposición de la Directiva europea entre 2017 y 2018, y que ahora afecta de una forma importante a la empresa familiar tipo tras la última modificación que obliga a presentar un Estado No Financiero a empresas de a partir de 250 trabajadores.

Memorias financieras

Estas memorias no financieras no ofrecen información verdaderamente relevante, sino que buscan la autojustificación y se usan como un elemento de mejora de marca frente a otros competidores. En una época en la que es muy común parecer que cumples con los objetivos de sostenibilidad ambiental o social (una especie de ESG-washing) mas que cumplir de verdad, surge el mensaje de las familias empresarias que llevan pensando y diseñando su negocio en beneficio del común desde generaciones atrás sin necesidad de acuñar nuevos conceptos.

El reto está en elaborar indicadores contrastables y transparentes, no toneladas de diapositivas y papeles que no terminan significando nada. InfluenceMap calculó que el 55% de los vehículos de inversión ESG no son tal.

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