La recuperación en Europa no avanza al ritmo deseado. El impacto del covid-19, y sus variantes, asusta en Bruselas y las capitales. Y las vacunas no están llegando a la población tan rápido como en otros países. Por eso, la Comisión Europea se preparara para dar oxígeno adicional a los Estados miembros y mantener suspendido también el año que viene el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, las normas que controlan el déficit y la deuda de los socios.
La Comisión decidirá a finales de mayo, tras publicar sus previsiones de primavera, si mantiene activada la cláusula de escape del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que activó por primera vez el pasado marzo para 2020 y 2021. Pero como explican fuentes comunitarias a elEconomista, las capitales están ya preparando sus programas de Estabilidad y Convergencia, el cuadro fiscal para los próximos tres años que tienen que enviar a Bruselas en abril. Por lo tanto, necesitan una "señal" que les oriente sobre la decisión que tomará en mayo sobre la reactivación de las reglas fiscales.
Esa "señal" llegará mañana, cuando la Comisión publicará una comunicación con los factores que tendrá en cuenta para tomar su decisión dentro de tres meses.
Fuentes comunitarias explican que de esta comunicación ya se destinará la intención de la Comisión de mantener el Pacto de Estabilidad suspendido el próximo año. Una de las principales razones será que la economía europea continuará entonces por debajo de los niveles previos a la pandemia. Según las previsiones económicas de invierno, no se espera que la economía europea recupere el PIB de 2019 hasta la segunda mitad de 2022.
El comisario de Economía, Paolo Gentiloni, defendió la semana pasada la idea de mantener los estímulos apuntando que "el riesgo de hacer muy poco sobrepasa al riesgo de hacer demasiado", y que "retirar los estímulos demasiado pronto es más peligroso que hacerlo demasiado tarde".
Esta suspensión del Pacto permitirá a los Estados miembros seguir gastando para mantener sus economías a flote, aprovechando el bajo coste de emitir deuda soberana. Además, recibirán un impulso adicional cuando empiecen a recibir los fondos de recuperación en la segunda mitad de este año.
La decisión del Ejecutivo comunitario difícilmente sorprenderá a los Gobiernos europeos, quienes tienen que dar su respaldo, ni tampoco desentonará con el discurso internacional. La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, advirtió la semana pasada a los europeos sobre el riesgo de una retirada prematura de los estímulos.
Entre los países, incluso los más austeros son conscientes de la necesidad de mantener las medidas extraordinarias el próximo año. En Alemania, los socios de la coalición (CDU y socialdemócratas) respaldan que el freno a la deuda nacional continúe suspendido en 2022, e insulso más allá.
Europa no quiere cometer los errores de la pasada crisis, cuando el Ejecutivo comunitario, los Estados miembros, y también el BCE se precipitaron al retirar los estímulos fiscales y monetarios. El brusco giro hacia la austeridad provocó una segunda recesión en Europa en 2012 y dejó unas cicatrices sociales (desempleo, niveles de pobreza) y económicas (caída de la inversión) que no habían terminado de superarse cuando estalló la pandemia del covid-19.
La continuación de las medidas excepcionales llegará con una reorientación de las mismas. La Comisión, el Eurogrupo, el BCE y el FMI empujan para que los estímulos sean más específicos, para respaldar a las empresas viables dentro de los sectores más afectados por la pandemia.
¿60% de deuda?
La discusión sobre la reactivación del Pacto de Estabilidad coincidirá con la revisión de las propias reglas fiscales. La Comisión presentará su propuesta en la segunda mitad del año. El debate apunta hacia una simplificación e incluso eliminación de los objetivos fijos del déficit del 3% del PIB y la deuda del 60%, para introducir controles al gasto y la deuda en función de las trayectorias nacionales.