Aunque los incumplimientos se solían considerar algo raro en el mercado de bonos de China, con muchos prestatarios que habían dependido del apoyo financiero o un rescate en tiempos de problemas, en 2018 y 2019 se vivió un récord de morosidad. Los incumplimientos disminuyeron durante gran parte de 2020, ya que los legisladores buscaron limitar el daño económico por la pandemia del coronavirus antes de volver a crecer otra vez en noviembre.
Después de años de gasto impulsado por la deuda, las empresas chinas están bajo una presión cada vez mayor. Están tratando de hacer frente a niveles insostenibles de deuda y una ofensiva contra los préstamos no regulados (también conocidos como 'banca en la sombra'), todo ello en un contexto de crecimiento económico sustancialmente más lento en comparación con décadas anteriores.
Pekín ha tratado de establecer un enfoque de riesgo más orientado al mercado que permita a la competencia eliminar a los prestatarios más débiles y las llamadas empresas 'zombis'. Pero con el Gobierno chino retirando algunas de sus medidas de apoyo introducidas para compensar el impacto de la pandemia, están regresando los signos de estrés crediticio.
Una serie de quiebras entre empresas vinculadas al Estado provocaron una conmoción en el mercado, poniendo en duda los riesgos crediticios de un grupo de prestatarios históricamente considerados para gozar de la garantía implícita de los gobiernos estatales o locales.
¿Por qué es importante esto?
Hay indicios de que Pekín se está sintiendo cómodo dejando que los prestatarios no paguen sus deudas. Y si bien es algo que podría desanimar a los inversores a corto plazo, en última instancia es algo bueno para el mercado a largo plazo, ya que permite que las empresas más débiles quiebren. Fomentar la competencia y permitir a los inversores fijar el precio del riesgo con mayor precisión ayuda a mejorar la eficiencia de los mercados de deuda del país.
No obstante, puede haber algunas sorpresas desagradables para los inversores, ya que los incumplimientos parecen surgir de la nada. Las agencias de calificación China no ayudan, ya que dan un rating máximo (de AAA, la 'nota' más alta) a la gran mayoría de la deuda denominada en yuanes. Incluso han sido acusadas de comportamiento rebelde.
El conocimiento local está resultando cada vez más importante, sobre todo a medida que un número creciente de poseedores de bonos internacionales se ve envuelto en los turbios procedimientos de quiebra del país.