La idea de crear un Fondo Europeo de Garantía de Depósitos (EDIS, por siglas en inglés) tiene valedores tan constantes como opositores inquebrantables. El proyecto sobrevive con respiración asistida en grupos de trabajo técnicos en el Consejo, a pesar de las dos intentonas por sacarlo adelante en los últimos cinco años. El gran obstáculo para crear un colchón común que proteja los depósitos en la eurozona de hasta 100.000 euros es únicamente Alemania, que no se fía de la situación de los bancos en algunos países.
La significativa reducción de los préstamos dudosos (algo superior al 3% del total) no ha ayudado a convencer a Berlín de que abandone su oposición a esta idea.
Tras la propuesta original en 2015, y haber intentado una creación más gradual en 2017, la Comisión quiere dar una nueva oportunidad a la iniciativa que completaría la unión bancaria, junto al mecanismo único de supervisión y un sistema común para liquidar ordenadamente a los bancos con problemas.
Una fuente de la Comisión indicó que la presentación de una nueva propuesta "está en el radar", porque "no podemos permitir que persista esta indecisión", aunque no informó sobre cuándo podría llegar la propuesta.
La comisaria de servicios financieros, Mairead McGuinness, ya dio su "compromiso personal y político" para intentar desbloquear el EDIS durante su audiencia ante el Parlamento Europeo en octubre cuando fue confirmada.
La irlandesa advirtió que "no hacer nada es retroceder, y si no actuamos repetiremos el pasado", en referencia a la Crisis bancaria 2007-2008.
Dado el riesgo de que los créditos morosos vuelvan a aumentar en los balances bancarios, por el impacto de la pandemia, McGuinness pidió que se aprovechara este momento para culminar la unión bancaria.
Los intentos por desbloquear la propuesta hasta ahora han chocado contra Berlín. Un alto cargo europeo reconoció que las diferencias entre los países aun son lo suficientemente significativas para que la discusión continúe sin pasar del nivel técnico al político.
La Comisión propuso en octubre de 2017 una introducción más gradual en dos fases: primero un sistema de resaseguro más limitado, seguido de un mecanismo de coseguro condicionado a los avances realizados en la reducción de riesgos.
Este enfoque gradual derivó en julio de 2018 en un "modelo híbrido", en el que coexistirían un fondo central y sistemas nacionales de garantía de depósitos. El fondo central proporcionaría liquidez a los esquemas nacionales cuando se quedaran sin dinero, o incluso otros sistemas nacionales estarían obligados a socorrer a sus vecinos europeos en caso de que el fondo central también se agotara.
Esta propuesta tampoco ha logrado reunir los suficientes apoyos, ya que los Estados miembros discrepan tanto sobre el diseño de este "modelo híbrido", como si debería ser la estación final, según un documento redactado por la presidencia alemana de la UE y adelantado por elEconomista el pasado mes.
"Algunos estados miembros señalaron que el modelo híbrido solo podría ser una etapa intermedia en el camino para establecer un EDIS completo (con una cobertura de pérdidas del 100%). Otros estados miembros argumentaron que el modelo híbrido no debería implicar ninguna mutualización o que la distribución de pérdidas debería estar sujeta a condiciones claras o decisiones políticas ", se lee en el documento.
En noviembre pasado, Alemania señaló que estaba dispuesta a aceptar el EDIS, siempre que se abordaran otras cuestiones en paralelo. Como parte del paquete, el ministro de Finanzas alemán Olaf Scholz pidió que la UE reconsiderará el tratamiento regulatorio de la deuda soberana en posesión de los bancos.
El objetivo final era penalizar la alta concentración de la deuda nacional en el sistema bancario de algunos países. La propuesta podría implicar la revisión del "riesgo cero" asociado a la deuda pública, una opción rechazada por Estados miembros como Italia o España.