
Los precios en la zona euro se han situado en el 0,3% anual respecto a abril del año anterior, lo que supone el menor crecimiento desde 2016, cuando la zona euro aún luchaba por no caer en la temida deflación. El dato publicado este miércoles por Eurostat muestra una caída de cuatro décimas respecto a marzo, un descenso mayor de lo esperado.
El consenso de los analistas esperaba que los precios se situasen en abril en el 0,4%, por lo que el dato final ha estado ligeramente por debajo de lo esperado. El impacto que ha tenido el coronavirus sobre el consumo está hundiendo los precios de medio mundo.
La caída del consumo ha llevado al petróleo a mínimos de casi dos décadas, tras sufrir un colapso sin precedentes. De este modo, los precios relacionados con la energía se han desplomado respecto al año anterior, lastrando el IPC general de la zona euro.
La nota publicada por Eurostat (la agencia estadística de la Comisión Europea) revela que abril ha sido un mes marcado por las medidas de contención contra el coronavirus en todos los países, la tasa de inflación anual de la zona del euro fue del 0,3%, frente al 0,7% de marzo. Un año antes, la tasa de inflación era del 1,7%.
Las tasas anuales más bajas se registraron en Eslovenia (-1,3%), Chipre (-1,2%), Estonia y Grecia (ambas -0,9%). Las tasas anuales más altas se pudieron ver en la República Checa (3,3%), Polonia (2,9%) y Hungría (2,5%). En comparación con marzo, la inflación anual cayó en veintiséis Estados miembros y se mantuvo estable en uno. En abril, la mayor contribución a la tasa de inflación anual de la zona del euro provino de alimentos, alcohol y tabaco (+0,67 puntos porcentuales, pp), seguido de servicios (+0,52 pp), bienes industriales no energéticos (+0,09 pp) y energía (-0,97 pp). En EEUU los alimentos han subido de precio a ritmos nos vistos desde 1974.
Este descenso de los precios hace saltar las alarmas sobre una posible tasa de variación negativa en los próximos meses, que de prolongarse podría terminar convirtiéndose en la temida deflación. En Europa, la deflación no es un término desconocido. En 2014, el IPC armonizado de la zona euro arrojó varias tasas negativas durante cuatro meses consecutivos. El riesgo fue constante entre 2014 y 2016, con la inflación pegada al cero, lo que obligó al Banco Central Europeo a embarcarse en su primer programa de compras masivas de bonos, en un intento por estimular la inversión, el consumo y, por ende, los precios.
El principal riesgo a corto plazo es la temida deflación, más adelanta habrá que ver qué ocurre con la recuperación económica y los precios del petróleo.
Aunque una caída de los precios prolongada puede parecer positiva a primera vista, lo cierto es que termina erosionando el crecimiento económico. Los agentes posponen sus decisiones de compra e inversión a la espera de que los precios caigan más (lo contrario de lo que sucede cuando sube la inflación con fuerza), lo que reduce el crecimiento del PIB y la creación del empleo, generando un estancamiento económico del que es difícil escapar.
Ahora mismo con las medidas que han impuesto los gobiernos y que siguen en pie al menos de forma parcial en varios países, generan una demanda deprimida frente a un exceso de capacidad productiva. "A corto plazo, el riesgo es una deflación moderada persistente. Esto sería el resultado de una disminución continua del PIB nominal en la segunda mitad del año y una confianza sostenida y moderada. Los cierres impulsados por los gobiernos, obviamente, controlan la actividad económica, generan aún más desempleo y disminuciones en la renta disponible, y refuerzan las presiones a la baja sobre los precios y las expectativas de deflación. Los efectos negativos en la confianza de una reapertura dolorosamente lenta de la economía y las continuas preocupaciones sobre la salud pueden abrumar cualquier demanda acumulada y la voluntad de gastar, tanto de los hogares como de las empresas", explican desde Axa Investment Managers.