
Alberto Fernández se vuelve a enfrentar ante el FMI para reestructurar la multimillonaria e insostenible deuda de Argentina. Después de haber participado en una operación similar en 2005 como jefe de Gabinete, ahora negocia como presidente. El Gobierno heredó de la gestión anterior un pasivo estatal que supera el 90% del PIB, con vencimientos inmediatos y escasas reservas, por lo que oficializó el inicio de un período de diálogo con los acreedores. El actual jefe de Estado argentino, que asumió su cargo el pasado 10 de diciembre, reformará los bonos en moneda extranjera, ante la inestabilidad de la deuda.
Su predecesor, Mauricio Macri buscó en el mercado internacional 107.525 millones de dólares en cuatro años. Sin embargo, estas divisas no se destinaron a ampliar la capacidad productiva del país y así conseguir los billetes necesarios para devolverlos, sino que se licuaron en la fuga de capitales, que en ese período se llevó 106.779 millones de dólares, de acuerdo a los números del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA).
La reprimarización económica y el modelo de concentración de la riqueza que llevó adelante el partido Cambiemos se apoyó en el endeudamiento externo. Cuando los fondos internacionales se vieron muy expuestos al riesgo argentino, cortaron el grifo. Por esto, en 2018, se dio una de las mayores crisis cambiarias, que Macri calmó con la llamada al FMI. La entonces titular, Christine Lagarde, le entregó el mayor préstamo en la historia del organismo: 57.000 millones de dólares. En las elecciones, Alberto Fernández caracterizó al crédito como un "aporte de campaña" al oficialismo, puesto que el grueso del dinero se entregó antes del cambio de autoridades locales y se desvió a la formación de activos externos.
En una gira por Europa, el presidente y su ministro de Economía, Martín Guzmán, cosecharon los apoyos de España, Francia, Alemania para renegociar el acuerdo con el FMI. También dio su bendición el papa Francisco, interiorizado en la política argentina. Aunque el Vaticano no es un país asociado, en su disertación estuvo presente la propia Kristalina Georgieva, presidenta de la entidad internacional.
Esta misma semana, ante el Congreso argentino, Martín Guzmán adelantó parte de su estrategia en la reestructuración de toda la deuda en moneda extranjera, que tiene previsto terminar el 31 de marzo y que involucra al Fondo.
El funcionario avisó que no aplicará austeridad fiscal. "No es sostenible ni realista que haya reducción del déficit fiscal primario en 2020, no se está apuntando a eso", anticipó en un mensaje directo a los bonistas. El ministro de Economía marcó la cancha y precisó que "las medidas que tomamos buscan establecer una secuencia hacia equilibrar las cuentas pero buscan en lo inmediato tener espacio para las políticas expansivas que necesitamos tener. Por lo tanto, en esta secuencia que forma parte del análisis de la sostenibilidad de la deuda no se está planteamos una reducción del déficit primario en 2020".
¿Qué propondrá Argentina?
Las dudas de los acreedores se enfocan ahora en qué propuesta se presentará. Fuentes del Gobierno confirmaron a elEconomista que la oferta será "dura" e incluirá una quita. Sin embargo, no está claro lo que conseguirán con el organismo multilateral de crédito, que tiene un reglamento estricto que debería cumplir, más allá de las presiones de los países miembros. El Objetivo de Fernández es firmar un acuerdo que deje de lado la tutela, para evitar medidas antipopulares como el ajuste duro que exige Georgieva.
Quizá en una coordinación con su vicepresidenta (y expresidenta entre 2007 y 2015), Cristina Kirchner lanzó pocos días atrás que el crédito que el FMI le entregó a Macri fue "ilegal" y que se otorgó "violando el estatuto del FMI". Por eso, reclamó que en la renegociación se incluya un descuento. En la presentación de su libro Sinceramente, desde Cuba, se preguntó: "¿Cómo que el estatuto prohíbe hacer una quita? También prohíbe que se den préstamos para la cuestión cambiaria y permitir la fuga del dinero. ¿Y por qué vamos a hacer valer una prohibición y la otra no? Quiero que me apliquen el estatuto del Fondo entero, del primer al último capítulo, no me elijas el capítulo. Me aplicas que no pueda hacer quitas, pero te aplicas el que dice que no me podías prestar para fugar como la fugaron".
Con Alberto Fernández como Jefe de Gabinete en la Casa Rosada en 2005, Argentina ya realizó una reestructuración de deuda
El portavoz del organismo, Gerry Rice, le respondió desde Washington: "Puedo asegurar definitivamente que no hubo ninguna violación de las reglas del Fondo, que quede claro".
Ante esto, Kirchner no se hizo esperar y en Twitter le recordó al portavoz que los estatutos prohíben entregar créditos que financien la fuga de capitales. Un vínculo que el gobernante Frente de Todos señaló durante toda su campaña y que, parece, llevará a la mesa de discusión con el organismo en los próximos días.
Dos reestructuraciones en dos décadas para Argentina
En el 2000, el acceso del país a los mercados de capital comenzó limitarse. El FMI reaccionó con un apoyo financiero que ayudó a mantener cierta estabilidad. "En varias oportunidades durante el año siguiente, el FMI enfrentó un dilema crítico: proporcionar financiación, evitando una crisis, pero también prolongando una situación insostenible o bien poner punto final a su respaldo, desatando consecuencias impredecibles que podrían extenderse a otras economías emergentes", había criticado la Oficina De Evaluación Independiente, creada por la propia entidad en 2001 para evaluar su responsabilidad en el mayor crack económico de Argentina. Años más tarde, el presidente Néstor Kirchner nombró en la Jefatura de Gabinete a Alberto Fernández. Con ambos en la Casa Rosada, Argentina realizó una primera reestructuración de deuda en 2005, cuando cerró un acuerdo con el 70% de los acreedores. En 200, cerró un acuerdo con el FMI que le permitió ahorrarse 842 millones en intereses. El contrato se coronó con la cancelación en un solo pago de 9.810 millones de dólares.