
"La gente de Iowa recoge maíz, la de Nuevo Hampshire elige presidentes", sentenciaba en 1988 el por entonces gobernador de este último estado, John Sununu. Tras el fiasco de los caucuses de Iowa la semana pasada, las primarías demócratas de mañana martes se perfilan como la revancha entre el senador por Vermont, Bernie Sanders, y el exalcalde de South Bend, Indiana, Pete Buttigieg.
Según los últimos sondeos publicado por el portal RealClearPolitics, el progresista por excelencia abandera el favor de los votantes, con un 26,7% frente al que podría convertirse en el primer candidato homosexual demócrata a la presidencia, que cuenta con el 22%. La senadora por Massachussetts, Elizabeth Warren, y el exvicepresidente de EEUU, Joe Biden, se encuentran básicamente empatados con un 13%.
La pérdida de fuelle de Biden y con las expectativas de que Buttigieg desinfle su momento en el Medio Oeste del país, Sanders sigue postulándose como uno de los favoritos para convertirse en el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos. Dicho esto, seguimos a la espera de la irrupción del exalcalde de Nueva York y multimillonario, Michael Bloomberg, que no se incorporará al ruedo hasta el próximo 3 de marzo.
"Las políticas de Bernie Sanders representan una desviación radical del status quo de otros presidentes demócratas recientes y esto podría causar un impacto significativo en los mercados", advierte Andrew Hunter, economista de Capital Economics sobre su posible presentación a las presidenciales.
Tras lo ocurrido en Iowa, el senador por Vermont busca perfilar a Buttigieg, su más cercano contrincante, como un candidato atado a los multimillonarios del país. "Me gusta Pete, es buen tipo, pero estamos en un momento en que los multimillonarios controlan no solo nuestra economía sino también nuestro proceso político", recalcó el pasado viernes en Nuevo Hampshire.
Sanders puso en duda que el exalcalde de South Bend pueda enfrentarse a compañías farmacéuticas o a meter a consejeros delegados en la cárcel si actúan criminalmente mientras recaude dinero de docenas de multimillonarios. Un ataque que también iba dirigido a Biden y Bloomberg, quien ha inyectado ya más de 200 millones de dólares de su propia fortuna en su campaña.
Se ha cuestionado cuán importante serán las primarias en Nuevo Hampshire para el resto de candidatos demócratas, dado que Sanders y Warren cuentan con ventaja al ser ambos de estados vecinos. William Gardner, el secretario de Estado de Nuevo Hampshire, enfatiza que en las últimas 17 primarias del estado, catorce de los ganadores fueron elegidos presidente.
Escasa relevancia
Al igual que Iowa, Nuevo Hampshire no es un estado particularmente representativo del resto del país, dado que el 93% de sus 1,3 millones de habitantes es blanco, frente al 76,5% de media en el resto y es el segundo, por detrás de Maine, con la población más envejecida. El envejecimiento y el lento crecimiento de la fuerza laboral son dos factores característicos de su economía. Su tasa de desempleo, que se asienta en el 2,6% es la sexta más baja en la nación, pero en gran parte está justificada por un estancamiento en la participación laboral, en lugar de un fuerte crecimiento del empleo.
"Las políticas y propuestas sanitarias tienen un interés particular para muchos votantes de Nuevo Hampshire", indica Mark Vitner, economista de Wells Fargo Securities, quien recuerda que este sector generó el año pasado 2.300 empleos. La industria manufacturera cuenta con un peso de alrededor del 10% del empleo, por encima de la media en el resto del país.
Otros sectores importantes incluyen el turismo, respaldado por la reciente racha de fuerte crecimiento en Boston así como el financiero, que es otra industria que muchos de los candidatos demócratas están interesados en incluir en sus planes. No obstante, uno de los grandes desafíos para este estado es la importante escasez de mano de obra y la necesidad de atraer trabajadores más jóvenes.