Si Jesús pudo convertir el agua en vino en las bodas de Caná, ¿por qué científicos alemanes en pleno siglo XXI no van a poder convertir el agua en combustible de avión? O al menos eso pensarán ello. Científicos alemanes y varias empresas están trabajando para crear una versión de queroseno que sea neutro en emisiones de CO2.
Este 'queroseno verde' sería un derivado del agua que además consumiría dióxido de carbono del aire durante la fabricación. El proceso, que requiere enormes cantidades de electricidad generada a partir de recursos renovables para garantizar la neutralidad climática del proceso, fractura el agua en oxígeno e hidrógeno, que más tarde se combina con el carbono.
El proyecto está supervisado por la Universidad de Bremen en una investigación público-privada dirigida por empresarios y científicos alemanes, muy simular a la que consiguió crear el mítico MP3. Este sistema de colaboración alemán, que EEUU está tratando de emular, tiene como objetivo producir los combustibles verdes necesarios para sectores de la economía como la aviación y la calefacción que dependen en gran medida de las importaciones de petróleo.
Una aviación que no contamine
"El combustible sintético es la única forma que veo ahora mismo para convertirnos realmente en un sector neutro en emisiones en el futuro concebible", aseguraba el presidente ejecutivo de Deutsche Lufthans, Carsten Spohr, en una conferencia sobre aviación sostenible en la capital alemana en noviembre.
Mientras que el queroseno verde libera carbono cuando se quema, el proceso es neutral porque recicla los gases de efecto invernadero del aire y no requiere que se extraigan más combustibles fósiles del suelo.
El operador de bandera alemán está trabajando con el consorcio para suministrar lo que espera sea el 5% de su combustible en cinco años. El queroseno no fósil se fabrica en la refinería de petróleo Heide del Grupo Klesch, cerca del Mar del Norte, utilizando energía renovable suministrada por los parques eólicos locales.
Otros países, entre los que están Canadá y EEUU, ya están implementando la tecnología Power-to-X para capturar dióxido de carbono y almacenarlo bajo tierra, pero hasta ahora solo con proyectos de prueba que, por ahora, son demasiado pequeñas para tener un efecto notable en la batalla contra el cambio climático.
Carbon Engineering, una compañía canadiense financiada en parte por Bill Gates, ha estado produciendo gasolina, diésel y queroseno sostenibles con el medio ambiente desde 2017, pero los elevados costes ha impedido hacerlo en grandes volúmenes. El coste de generar estos combustibles sigue siendo varias veces más alto que los productos derivados del petróleo. La empresa es una de las pocas que el gobierno de Canadá está apoyando dentro de esta batalla por frenar las crecientes emisiones de la aviación mediante el desarrollo del combustible más económico y ecológico posible.
Pero es Alemania, donde se encuentran más de la mitad de las 130 plantas de prueba Power-to-X de Europa, la que está liderando este proyecto, que con las economías de escala y el uso masivo se espera que termine siendo rentable. Los llamadas públicas a la acción sobre el cambio climático se han intensificado después de las sequías y las olas de calor que han estado batiendo máximos y han mermado las cosechas de los agricultores, lo que ha supuesto un impulso al apoyo del Partido Verde.
Aunque la aviación representa una cantidad pequeña de todos los gases de efecto invernadero causados por el hombre, la emisiones causadas por los viajes aéreos se han disparado, lo que deja entrever que esta industria, que estaba exenta del acuerdo climático de París 2015, podría convertirse en el mayor contaminante en el futuro si no se toman medidas. Así también lo constatan los datos y proyecciones de la ONU.
Tom Oliver, profesor de ecología en la Universidad de Reading, explica a la agencia Bloomberg que la presión para actuar se está intensificando a medida que más y más votantes exigen acciones concretas para contrarrestar los efectos del cambio climático.
De hecho, el gobierno de Alemania ya está trabajando en una estrategia para dar mayor fuerza al 'hidrógeno verde' para producir combustibles sintéticos a precios más competitivos. Unas regulaciones cada vez más restrictivas, junto a las demandas de los clientes conscientes de las emisiones de carbono y la generación de un sentimiento de culpabilidad están aumentando la presión para desarrollar combustibles más limpios lo antes posible.
La otra cara del cambio
Un trabajo realizado por Transport & Environment, un think tank sede en Bruselas, cree que convertir todo el combustible de aviación en 'queroseno no fósil' con la tecnología disponible actualmente costaría entre tres y seis veces más que el combustible tradicional para aviones. Incluso sin tener en cuenta el aumento de los impuestos sobre los viajes aéreos, eso supondría un aumento en los precios de los billetes de avión de hasta un 60%.
Pero eso no es un factor decisivo, según Ulf Neuling, científico químico de la Universidad Tecnológica de Hamburgo. Los gobiernos pueden ayudar a compensar estos costes a través de subsidios, cambios de impuestos u otros incentivos. "Todas las tecnologías que necesita están actualmente implementadas en otras áreas, por lo que es solo una cuestión de hacerlo práctico y económico", asegura Neuling. "Se puede usar en aviones que están en funcionamiento ahora".
La cantidad de electricidad necesaria para un proceso de electrólisis que esencialmente recicla lo que ya está en el aire es lo que hace que estos combustibles sean relativamente caros, por ahora. Otros obstáculo importante para generalizar el uso de estos combustibles se encuentra en la capacidad de generar electricidad. Se necesitaría más tensión a las redes justo ahora que se están cerrando las plantas de carbón a la vez que crecer el uso de electricidad para los automóviles que funcionan con baterías. La inversión en energías renovables tendría que ser inmensa, mientras que la otra opción pasa por recurrir a la energía nuclear para generar esa electricidad necesaria para producir el 'queroseno verde' a gran escala.