
La crisis económica abrió un periodo de estancamiento, austeridad fiscal, incremento de la pobreza y de desigualdad de renta y riqueza de los que España todavía no se ha recuperado, pero el debate político actual se centra en conflictos identitarios como el catalán en vez de en las desigualdades y el desempleo, pese a seguir siendo considerado como el principal problema para la mayoría de los españoles, especialmente para aquellos más afectados por la crisis.
Y es que el apoyo a una mayor autonomía regional y a la independencia se ha mantenido prácticamente constante a lo largo de la distribucion de renta entre 2008 y 2016 y varía considerablemente entre distintos grupos sociales, según el estudio Desigualdades crecientes y Divisiones Políticas en España, elaborado por el Laboratorio de Desigualdad Mundial de la Paris School of Economics y consultado por elEconomista.
Según dicho documento, realizado en el contexto de las elecciones generales del pasado 28 de abril, la división regional va más allá de un simple conflicto entre regiones ricas y pobres. Incluso en regiones con una mayoría en favor de una mayor autonomía o independencia, existen diferencias entre clases sociales, puesto que los más ricos y los más educados en Cataluña y País Vasco apoyan más una mayor autonomía que los menos ricos y menos educados que viven en esas mismas regiones.
En el caso de Cataluña, donde el apoyo a una mayor autonomía o independencia es el más alto entre el 10 por ciento más rico y los más educados, según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de 2016, la motivación podría venir por el deseo de tener un régimen fiscal como el del País Vasco y Navarra (las únicas regiones con un modelo de financiación especial) y están por tanto a favor de una menor solidaridad fiscal con el resto de regiones, señala el informe.
Y es que los autores defienden la idea de que, de media, el individuo de renta alta y/o con una educacion alta prefiere que su región recaude impuestos para uso exclusivo regional, en vez de redistribuirlos al resto de España.
En la campaña electoral de la primavera, algunas voces como el exprimer ministro francés Manuel Valls -que se presentaba a la alcaldía de Barcelona- o la candidata del PP por Barcelona en las generales, Cayetana Álvarez de Toledo, hicieron un llamamiento a las élites no independentistas de Cataluña a implicarse para combatir la presión soberanista, pero los datos recopilados en este análisis internacional constatan que el movimiento secesionista no tiene su fuerza impulsora en el "pueblo catalán", como reivindican los partidos independentistas, sino en las élites.
Y mientras el debate político estatal se centra en las cuestiones identitarias que preocupan a los más ricos, la tasa de desempleo española está por encima del doble de la media europea (15 por ciento en 2018) y los niveles de pobreza y desigualdad continúan en aumento desde 2007, indica el documento. Señala que la redistribución por medio de impuestos y transferencias contribuye a reducir diferencias, pero solo marginalmente, aumentando la renta media del 50 por ciento más pobre en unos 150 euros.
El 10 por ciento más rico de España posee el 60 por ciento del total de riqueza personal, con una media de 800.000 euros. En cambio, la riqueza media para el 50 por ciento más pobre es de menos de 20.000 euros.
Recuperación parcial
En 2017, la renta media superó por primera vez el máximo de 2007, con un crecimiento del 3 por ciento, pero este aumento fue capturado principalmente por los más ricos. Las rentas del 1 por ciento más rico crecieron un 24 por ciento, mientras que el 90 por ciento más pobre experimentó un crecimiento por debajo de la media (2 por ciento).
Asimismo, el número de españoles en riesgo de pobreza también ha aumentado notablemente a raíz de la crisis. En la actualidad, alrededor de un 20 por ciento de los españoles ganan menos del 60 por ciento de la mediana de renta, en línea con la mayor caída en salarios que en precios, el aumento del desempleo y del endeudamiento y también con las medidas de austeridad implementadas por los distintos gobiernos desde 2011, que afectaron más a los hogares más modestos.
El estudio concluye que, dado que el 50 por ciento más pobre representa un 90 por ciento de la población desempleada (menos del 20 por ciento dentro del 50 por ciento más pobre está empleado, comparado con casi el 80 por ciento dentro del 10 por ciento más rico) y que este grupo se encuentra más concentrado en regiones con un menor apoyo al aumento de la autonomía y/o de la independencia, el bienestar económico parece estar jugando un papel en las divisiones regionales, con unas crecientes ramificaciones políticas.
Economía y soberanismo
El economista francés Thomas Piketty, especialista en el estudio de las desigualdades de renta y riqueza, visitó la semana pasada España dentro de la gira promocional de su nuevo libro Capital e Ideología (Deusto), en el que constata el elevado apoyo de las élites catalanas al proceso independentista en los últimos años, lo que atribuye a que las motivaciones económicas tienen un elevado peso en la hoja de ruta secesionista.
Piketty relaciona el repliegue identitario que se está dando en muchos países europeos a la incapacidad de la Unión Europea de reducir las desigualdades asociadas al proceso de globalización.
En el caso de Cataluña, señala que hay más factores, pero opina que la voluntad de gestionar los propios ingresos de la región tiene un peso relevante. El economista galo apunta que el rechazo a desviar los ingresos fiscales es algo habitual en las regiones y ciudades más ricas de varios países desarrollados, pero matiza que evitar la redistribución es incomplatible con una Europa realmente federal.
Por ello, culpa a la UE de promover "un modelo de desarrollo basado en que es posible tenerlo todo: la integración en un gran mercado europeo y mundial, sin obligaciones de solidaridad y de financiación".