
Ni siquiera una repetición electoral puede retrasar los deberes europeos del Gobierno. Este martes el Ejecutivo enviará una nueva versión del Programa de Estabilidad en la que se da por hecho que tendrá que hacer una considerable revisión de las previsiones macroeconómicas, y todo ello a menos de un mes de los comicios del 10 de noviembre.
Como ya han admitido varios portavoces del Gobierno, entre ellos el propio Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones, y Nadia Calviño, ministra de Economía y Empresa, los efectos del frenazo se están notando más de lo esperado en España. La economía española está especialmente expuesta a los vaivenes del comercio exterior, particularmente de la guerra comercial, y el consumo ya no sostiene como solía hacer los flujos financieros nacionales. Aunque esto tiene una consecuencia que los expertos juzgan como positiva: la tasa de ahorro de las familias está volviendo a crecer, después de haber caído a mínimos históricos.
A esto hay que sumar el impacto que la nueva metodología para calcular el producto interior bruto (PIB), que acaba de modificar el Instituto Nacional de Estadística (INE), ha tenido en cómo se materializan los pronósticos económicos, algo que también han sufrido las previsiones de los órganos evaluadores y los think tanks.
En definitiva, y aunque todavía no se han desvelado las cifras oficiales -que se conocerán este martes, tal y como ya adelantó la propia María Jesús Montero, ministra en funciones de Hacienda-, el Gobierno tendrá que reformular sus previsiones, dejándolas posiblemente entre el 1,9 y el 2% de crecimiento del PIB para este año. Es decir, al menos un crecimiento económico de unos 2.600 milllones inferior al previsto.
Entre los primeros órganos en revisar a la baja ha estado el Banco de España. Su gobernador, Pablo Hernández de Cos, ejecutó una considerable rebaja de los pronósticos para este año, que en el caso del PIB pasaron del 2,4% al 2%. La Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) también ha rebajado las suyas, en su caso del 2,2% al 1,9%. Esta organización espera además una ralentización todavía mayor para 2020, quedándose el crecimiento económico en el 1,5%, medio punto por debajo de lo vaticinado para el próximo año. Las predicciones de empleo también se reducen. Es decir, se crecerá pero menos de lo previsto por la citada desacelaración tanto en 2019 como en 2020. De hecho, ya no se podrá bajar del 13% de paro hasta 2021.
A vueltas con el déficit
Sin embargo, estos nuevos condicionantes no conllevarán cambios en la previsión de que el déficit público se quede en el 2% del PIB. Así lo han indicado fuentes del Gobierno. Sin embargo, desde Funcas y el Banco de España se duda de que esto sea posible.
"La ralentización de la economía frenará los progresos en la reducción del déficit", por lo que Funcas ha empeorado su previsión para 2019 dos décimas, hasta el 2,4% del PIB, seis décimas por encima del objetivo, pronóstico en el que coincide el Banco de España. Además, el think tank para 2020 espera un déficit del 2,5%, cinco décimas por encima de la anterior previsión.
Las cifras definitivas no se conocerán hasta que el documento se envíe a Bruselas, un texto en el que también se encontrarán las medidas fiscales previstas por el Ejecutivo de Sánchez para 2020, un conjunto de iniciativas con el que se pretende aumentar los ingresos en más de 5.600 millones anuales.