Motor

Coches inteligentes: futuro... y presente

  • No sólo Google, casi todas las firmas trabajan con prototipos de coches autónomos

"Si bebes, no conduzcas", decía el enorme Stevie Wonder en aquella campaña mítica -y cargada de razón- de la Dirección General de Tráfico (DGT) de 1985. Quedaba claro también que si no veías, tampoco era oportuno ponerse al volante. Sin embargo, también en esto las cosas pueden empezar a cambiar.

Lejos de frivolidades, uno de cada dos accidentes mortales en las carreteras españolas es provocado por una distracción al volante. Así lo refleja uno de los últimos estudios del Real Club Automóvil de España (Race). ¿Qué pasaría entonces si dotáramos al coche de la inteligencia suficiente para que nos alertara de cualquier despiste? ¿Y si incluso fuera capaz de tomar sus propias decisiones?

En eso trabajan ya -y desde hace muchos años- varios institutos tecnológicos como el CSIC -con investigaciones punteras a nivel mundial- y casi todas las marcas de automóviles. Aunque aún quedan bastantes barreras legales y mentales por derribar, todo apunta a que las compañías irán introduciendo en sus modelos diferentes herramientas que harán que el volante deje de ser controlado en todo momento por el conductor.

El propio ordenador de abordo irá ganando protagonismo hasta que le cedamos más y más tiempo. Un ejemplo sencillo: ya hay bastantes vehículos en circulación que son capaces de aparcar por sí solos. Pues esto mismo puede extenderse a otros tantos momentos de la conducción.

Más de uno se estará preguntando que para qué queremos que el vehículo asuma tanto protagonismo si, a fin de cuentas, conducir también tiene su encanto... Hay varios motivos. En primer lugar, los coches autónomos encontrarían el camino más rápido para llegar a nuestro destino. Esa conducción más eficiente, que nos llevaría de paso a evitar no pocos atascos, también nos permitiría ahorrar carburante. Por supuesto, se reducirían los accidentes debido a los sistemas de alerta que introducirán y que alertarán de cualquier peligro. Por último, y yendo al detalle, hasta reduciríamos el espacio necesario para aparcar los vehículos.

El presente de los coches autónomos... en Ford

En una visita reciente al circuito de pruebas que Ford tiene en Lommel, en Bélgica, elEconomista Tecnología pudo comprobar de primera mano algunas de las tecnologías en las que ya se trabaja, pero que aún requerirán varios años antes de recibir la autorización para su comercialización.

Uno de esos sistemas dota al coche de una cámara frontal y de sensores ultrasónicos por todas partes que alertan al conductor de que se acerca a un obstáculo. Si éste no actúa, el coche detecta una vía de escape por la izquierda y lo esquiva solo o bien reduce la marcha para evitar la colisión o para que ésta se produzca a la menor velocidad posible. Otro sistema que funciona de forma similar al anterior nos alerta de peatones en la vía para evitar así su atropello. Si el conductor ignora la señal de alarma, el vehículo se pone al mando.

Otra herramienta nos permitirá aparcar en lugares reducidos o posibilitará a conductores con movilidad reducida y que necesiten silla de ruedas aparcar en cualquier plaza. Para ello, abandonarán el vehículo y ya desde fuera, sentados en su silla de ruedas, solo tendrán que pulsar el mando a distancia para que 12 sensores hagan el trabajo por sí solos. Bastará vigilar la operación sin dejar de apretar el botón de aparcamiento automático.

Algunos de estos sistemas de seguridad de la compañía norteamericana van más allá y evalúan las constantes vitales de aquel conductor que por ejemplo pueda ser propenso a sufrir ataques al corazón o a bajadas de azúcar. Para ello, Ford ya ha desarrollado un asiento con seis sensores que se ocupan de controlar las pulsaciones. También una leve punción en el abdomen mide la glucosa. Algunas de estas innovaciones, como aquella que avisa a los servicios de emergencia más cercanos en caso de accidente, ya están en el mercado.

La unión de todas estas tecnologías converge hacia dos modos de comunicación en las que se centran todas las investigaciones y que serán una realidad en pocos años: la comunicación coche a coche y la del coche con las infraestructuras. Gracias a la primera, los vehículos se envían entre sí avisos de obstáculos en la calzada (un rebaño de ovejas, un vehículo averiado...) y otras incidencias; la segunda comunicación conecta el coche con las instituciones que regulan el tráfico (atascos), las obras en las vías, los servicios de emergencias?

Otros proyectos de coches inteligentes

La tecnológica Google trabaja en su propio coche inteligente y Steve Jobs dejó en el garaje poco antes de morir una alianza con Volkswagen para desarrollar el llamado iCar. En cuanto a las compañías automovilísticas, hay pocas que no estén desarrollando sus prototipos de conducción autónoma.

Varias las marcas han dado ya sus primeros pasos en el terreno de los vehículos que no necesitan de conductor: Volvo, Continental, o Mercedes-Benz ya tienen unos incipientes sistemas capaces de circular con bastantes garantías de seguridad sin participación de acción humana alguna. La última ha sido la start-up automovilística Tesla, que con Elon Musk a al cabeza ya ha prometido un primer modelo autónomo dentro de tres años para posicionarse como el fabricante pionero en este segmento.

Nissan, también entre esas firmas, ya ha anunciado que para 2020, para dentro de dos generaciones de vehículos, estaría en disposición de comercializar modelos de este tipo y "viables". Sus trabajos con el MIT, Stanford, Oxford, Carnegie Mellon y la Universidad de Tokio parece que van dando resultado. Estas herramientas se apoyan en una especie de Escudo de Protección Inteligente que controla todo aquello que ocurre alrededor del coche en un ángulo de 360º. Nada escapa a su campo de visión.

Todo lo anterior se incluye en lo que los expertos llaman Automatic Driving Advance System (ADAS), respuestas individuales que alertan al conductor de cualquier peligro. En este sentido, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) lleva trabajando desde 1998 en el programa Autopía. Su directora, Teresa de Pedro, nos explica cómo un día vieron que todo lo que venían desarrollando desde mucho antes con los robots móviles, aquellos que son capaces de desplazarse, podía adaptarse para lograr vehículos de conducción autónoma.

Desde entonces, sus desarrollos se han situado a la vanguardia mundial en esta rama. Su hito más conocido lo lograron el año pasado, cuando el vehículo Platero recorrió él solito los 100 kilómetros que separan San Lorenzo de El Escorial de la sede del Centro de Automática y Robótica en Arganda del Rey. Para ello, seguía las señales e instrucciones que le iba mandando un vehículo guía.

"Sin embargo, científicamente, los mayores hitos que ya hemos conseguido en el programa Autopía están relacionados con maniobras de coordinación. Es decir, que varios coches puedan interactuar para hacer adelantamientos, para establecer prioridades en un cruce o para incorporaciones a vías rápidas? De todo ello tienen resultados reales.

"Más allá del control individual, lo más complicado son esas situaciones en las que el vehículo tiene que interactuar con otros", explica Teresa de Pedro. "La mayor parte de la tecnología está madura y bastante utilizable de forma separada. El problema es integrar todo esto para que un programa pueda reconocer cualquier entorno urbano complejo y actuar en consecuencia". En el horizonte último, la principal motivación de todos estos logros sigue siendo reducir la siniestralidad no solo en el número sino en la gravedad de accidentes y también que mejore la eficacia del transporte.

Pero conseguir que un vehículo se mueva solo en cualquier circunstancia no es misión fácil. Tiene que gestionar mucha información sensorial del entorno, de todos los vehículos, de las señales, del estado de la vía? "El conductor solo lo hace fácil en un momento, pero para un ordenador todo es más complicado", añade esta investigadora del CSIC. No hay que perder de vista que "lo bueno de un ordenador es que ni se cansa ni se equivoca, aunque también se puede estropear".

Si comparamos lo que ha logrado Google con su coche inteligente y lo conseguido hasta el momento por el CSIC -y no es por hacer patria- aún les queda mucho por avanzar a los de Mountain View. Pero, al margen de las barreras tecnológicas, hay otras legislativas que impedirían comercializar un coche sin conductor. La Convención de Viena estipula que una persona debe conducir y asumir la responsabilidad del transporte en todo momento. No obstante, todo parece indicar que "a medida que los sistemas sean cada vez más seguros, esa normativa se irá revisando", indica la investigadora Teresa de Pedro, que pone un ejemplo muy ilustrativo: "Antes en los ascensores siempre tenía que haber un ascensorista, porque igual no se fiaban del todo. En los coches pienso que sucederá algo parecido".

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