Motor

Los coches sin conductor, 'multados' por correr a más velocidad que la legislación

Imagen de un Google car en pruebas

La velocidad de los coches sin conductor parece muy superior a la de cualquier otro: apenas han pasado dos años desde que Google presentara su primer prototipo de vehículo autónomo, pero la apuesta del sector por este tipo de automóviles es tan decidida que éstos ya corren más que la legislación que debe homologarlos en el futuro.

Varias las marcas han dado ya sus primeros pasos en el terreno de los vehículos que no necesitan de conductor: Volvo, Continental, Nissan o Mercedes-Benz ya tienen unos incipientes sistemas capaces de circular con bastantes garantías de seguridad sin participación de acción humana alguna. La última ha sido la start-up automovilística Tesla, que con Elon Musk a al cabeza ya ha prometido un primer modelo autónomo dentro de tres años para posicionarse como el fabricante pionero en este segmento.

Sin embargo, ¿de qué sirve el vertiginoso avance del sector en este sentido si la sociedad aún no respalda un concepto tan futurista y alegórico como el de los coches sin conductor? "La tecnología es probablemente factible , pero ¿cómo ponerlo en práctica? ¿Cómo lo regulamos y cómo podemos normalizarlo?", se pregunta Michelle Krebs, analista automotriz de la compañía investigadora californiana Edmunds.com. Siempre habrá "ciertas personas que no querrán perder el control y no conducir al margen", destaca Krebs.

En Estados Unidos, donde han llevado a cabo sus pruebas los desarrolladores del prototipo de Google, la tecnología de los coches autónomos debe ser regulada por las autoridades quienes, en colaboración con las empresas aseguradoras, tendrán que decidir cómo asignar la responsabilidad en un accidente si es una máquina, en vez de una persona, la que está conduciendo. Es decir, si un coche autónomo se excede de la velocidad permitida o viola otras normas de tráfico, ¿a quién se aplican las leyes?

El freno al coche totalmente autónomo rebaja las expectativas

De momento, esta incertidumbre ha llevado a que el coche autónomo de Google, aún en fase desarrollo en cualquier caso, haya sido frenado por las presiones del lobby del automóvil a la burocracia estadounidense, cuyas autoridades competentes hablan a día de hoy de un plazo no inferior a 15 años para que esta tecnología sea regulada de pleno derecho.

Por ello, algunas marcas, con el fin de seguir avanzando en este terreno y ser de las primeras en irrumpir en el mercado con vehículos robotizados, se inclinan más, al menos por ahora, hacia desarrollar lo que prefieren denominar coches con piloto automático, al modo del sistema típico de la aeronáutica.

Tal es el caso, por ejemplo, de Toyota o de la propia Tesla, que apela a esta fase que podría ser calificada de intermedia mientras se desarrolla la normativa legal relativa al tráfico. Esta tecnología implementaría aún más el uso de sistemas de seguridad activa (como, por ejemplo, los asistentes de cambios de carril, de estacionamiento, de prevención de colisión, etc.), reduciendo las probabilidades de que haya algún accidente, pero aún requeriría de las habilidades de un conductor para dirigir al coche en muchos momentos.

Además, no debe olvidarse el otro hándicap que habrán de soportar los coches autónomos: su elevado precio, por los elevados costes que conlleva el desarrollo de la tecnología, hará que ésta no sea en absoluto asequible a corto-medio plazo y que sólo empiece a ser ofrecida en los automóviles de gama más alta. Todo ello lleva, una vez más, a que los expertos continúen rebajando las altas expectativas al respecto de los, por otro lado, inciertos coches autónomos.

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