Madrid
Me declaro políticamente incorrecta. En el recién estrenado 2020, no creo en una lucha por la paridad de mujeres y hombres, sino en un mundo inclusivo de hombres y mujeres, donde el equilibrio va a venir impuesto por la propia evolución socioeconómica. Algunas consideraciones: el empleo que generan las mujeres empresarias es equivalente al volumen de empleados contratados por las empresas del Fortune 500. Estas empresas en manos de mujeres generan ventas por encima de los 3 trillones de euros. Más relevante todavía: en el año 2025 se calcula que dos tercios de la riqueza mundial estará en manos de mujeres…
Resulta difícil pensar que ante este panorama no vayan surgiendo en los próximos años más mujeres líderes asumiendo puestos de responsabilidad. Nosotros vemos el mundo a través de nuestro contexto, asunciones, dudas, miedos y creencias que recogemos de nuestro entorno: lo que leemos, lo que nos cuentan y la influencia de las personas que nos rodean como familiares, amigos, parejas, profesores, compañeros de trabajo, etc. Para poder ver el mundo con unas lentes diferentes nos hace falta acercarnos a personas diferentes, que nos impacten e influyan de forma diferente. Es el ejemplo de estas líderes, sus vidas, sus trayectorias y su "auctoritas" lo que va a impulsar a que niñas y adolescentes y otras mujeres abandonen dudas, miedos y creencias limitantes. Es la polinización de comportamientos por referentes.
Pero esto no es suficiente. Creo en la importancia de la educación para materializar la diversidad, porque con la educación viene el conocimiento. Y el conocimiento tiene la capacidad de cambiar nuestra realidad. Por lo tanto, el conocer puntos de vista diferentes nos permite construir otra realidad más inclusiva.
En este sentido, tampoco creo que haya que empujar a que más mujeres hagan carreras llamadas "masculinas". No cabe duda de que, hoy en día, las perspectivas de empleabilidad aumentan con un título de ciencias, tecnología, ingeniería o matemáticas. Sin embargo, los perfiles del futuro próximo van a ser mucho más híbridos de lo que imaginamos hoy y la distinción entre carreras STEM y el resto está probablemente llegando a la obsolescencia. Las ciencias y las humanidades van a estar cada vez más próximas. En un mundo en el que vamos a requerir una formación de por vida, la profesión hay que desarrollarla en un ámbito que nos interese y, si es posible, que nos apasione. Hombres y mujeres deben elegir su formación considerando tanto la empleabilidad como sus preferencias.
Como consumidores, estamos encantados de que las empresas en las que compramos bienes tangibles y servicios se adelanten a nuestros deseos, y nos comprendan. Pero esta "magia" sólo es posible por el uso ingente de los datos de navegación e históricos de compra a los que se aplican algoritmos e Inteligencia artificial para perfilarnos y conocernos muy detalladamente. ¿Tiene sentido que vivamos sin conocer las reglas del juego digital? Todos y cada uno de nosotros tenemos que entender las dinámicas del "alfabeto robot" y cómo se habla en algoritmia.
Tal y como describe Josef Aoun, profesor de la Northwestern University, hoy en día saber de tecnología y de datos es tan relevante como lo era saber leer y escribir dos siglos atrás. Efectivamente, se trata de la alfabetización del siglo XXI. Esta nueva alfabetización va a ser necesaria para todos los participantes, independientemente de su sexo. Es la que va a dar lugar a nuevas capacidades cognitivas que van a determinar nuestra autonomía y liderazgo: capacidad de pensamiento crítico, capacidad de pensamiento sistémico, capacidad de emprendimiento y capacidad de integración cultural.
¡Oh, sorpresa! Estas capacidades han sido siempre descritas como "femeninas". Quizás no estemos tan lejos como parece de la igualdad de sexos…
Elaborado por Margarita Villegas, ingeniera industrial, es Directora de Tecnología e Innovación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)