
El mundo universitario ha sido históricamente impulsor de grandes cambios en la sociedad. En la actualidad, las universidades españolas tienen la oportunidad de liderar el proceso de profesionalización y madurez al que se enfrenta el fundraising. Por la situación de estancamiento presupuestario que viven, se han visto obligadas a diversificar sus fuentes de financiación y a desarrollar actividades de captación de fondos, sobre todo en las partidas que tienen que ver con la investigación o la innovación. Nuestras universidades comienzan a implementar modelos que han demostrado su eficacia en otros países de nuestro entorno.
En materia de fundraising el gran referente en Europa es Reino Unido. En el caso concreto de la educación, el gran impulso al sector vino de la mano de los recortes en educación que llevó a cabo, a comienzo de los años 80, el Gobierno de Margaret Thatcher. Estas medidas obligaron a buscar nuevas fuentes de financiación e hicieron despertar el apoyo tanto de empresas como de donantes individuales. Así, las Universidades comenzaron a crear sus propias estructuras y departamentos dedicados exclusivamente al fundraising.
Crys Whitewoods, director del área de Giving de London Business School, explicó durante su intervención en el encuentro Fundraising en Universidades y Escuelas de Negocio, cómo esta institución constituyó en 1997 un departamento de fundraising que, desde 2008, cuenta además con un equipo dedicado al marketing y a la mejora continua del área. En 2013 la London Business School puso en marcha una gran campaña de fundraising que, en solo dos años, logró 125 millones de libras. En 2019, el trabajo de la institución se concentra, sobre todo, en establecer flujos de donaciones continuos para que la captación de fondos no dependa de campañas puntuales.
Más allá del caso concreto de la London Business School, la recaudación de fondos de educación superior Reino Unido se ha situado este año, por tercer año consecutivo, alrededor de los mil millones de libras anuales, según el Informe Ross-CASE 2019, y aun así, las universidades inglesas quieren seguir creciendo por esta vía y han desarrollado un plan para doblar el objetivo en 2022 y alcanzar los 2.000 millones de libras.
Fundraising en las universidades españolas
En nuestro país la situación no llega a ser tan alarmante como lo fue en la Gran Bretaña de comienzo de los años 80, pero lo cierto es que la inversión en universidades públicas en 2016 registró la cifra más baja de todo el período de recesión económica: 1.336,5 millones de euros, según el último informe anual de Crue Universidades Españolas (asociación a la que pertenecen 76 Universidades y principal interlocutor con el Gobierno). Esta cifra representa una caída de 193,2 millones de euros. El futuro de esta fuente de financiación tampoco es muy esperanzador. Las previsiones apuntan a una reducción del gasto público en la Política de Educación del 4.02% del PIB en 2016 (un 14,5% menos de la media de la UE), al 3.70% del PIB en 2021, lo que supone un recorte de 3.580 millones de euros hasta 2021, adicionales a los 4.520 millones que ya se habían disminuido en el periodo 2010 a 2015.
Este estancamiento presupuestario obliga a las universidades públicas españolas a diversificar sus fuentes de financiación, sobre todo en las partidas que tienen que ver con la investigación o la innovación. Así, la mayoría de las universidades españolas desarrollan, de una forma u otra, actividades vinculadas a la captación de fondos con demostrada eficacia. Por lo tanto, es el momento de que el fundraising despliegue todo el potencial de crecimiento que tiene en un sector en el que los donantes pueden encontrar especial afinidad con la causa, tanto a título personal como en su rol de decisores dentro de las empresas.
Aún son pocas las instituciones que cuentan con un departamento específico de Fundraising pero, universidades como Pompeu Fabra o Jaume I sí que cuentan con una actividad sistemática y definida en este ámbito. Presentan dos modelos diferentes pero ambos han demostrado su eficiencia. En el caso de la UPF, la actividad está más enfocada a la financiación de proyectos. En esta línea cabe destacar, entre otros, "Bienestar Planetario", un ambicioso programa que quiere convertir la UPF en un nodo central y de liderazgo en una red mundial de centros de investigación que colabore con organizaciones sociales e instituciones gubernamentales. Por su parte, la UJI, más centrada en el mecenazgo y patrocinio, cuenta con una red de unas 60 empresas que colaboran habitualmente con la entidad con aportaciones superiores a los 6000 euros al año y una segunda red de 45 entidades colaboradoras que aportan cantidades anuales inferiores a esa cifra. A estas colaboraciones corporativas se suman las aportaciones de sus 5000 socios que abonan una cuota anual de 30 euros. Son cifras muy importantes para una universidad aún muy joven, cuyos egresados más senior cumplen ahora 45 años.
La experiencia de las Universidades demuestra que las actividades de fundraising no solo suponen un beneficio en el corto plazo para el proyecto o la causa a la que se destinan los fondos, sino que este tipo de colaboraciones refuerza el sentimiento de pertenencia y la cohesión entre alumnos y ex alumnos.
Elaborado por Fernando Morón, director gerente de la Asociación Española de Fundraising (AEFr)