
Si los números del bitcoin son apabullantes, los del dogecoin escapan a toda lógica. La criptomoneda creada en 2013 como una broma con la cara de un simpático perro como emblema y que realmente no tiene una utilidad clara más allá de la especulación, ha subido un 12.000% en lo que va de 2021. El alto precio de las principales criptodivisas, el bitcoin y el ether, ha hecho a muchos inversores, especialmente jóvenes minoristas, optar por un token que esta semana alcanzó su máximo histórico: 69 centavos de dólar. Este frenesí en torno al dogecoin ha tenido otra derivada: muchos se están lanzando a la 'caza' del siguiente activo digital todavía casi desconocido con el que dar el 'pelotazo'. Una derivada ciertamente peligrosa.
En un clima de abundante liquidez y con la inversión minorista en unas cotas desconocidas hasta la fecha -en sus manos están los cheques de estímulo de Joe Biden en EEUU-, nada pone freno a la frenética búsqueda del milagro. Con un dogecoin ya 'demasiado' famoso, los que buscan fáciles fortunas de la noche a la mañana ponen sus ojos en activos digitales más nuevos como DigiByte, VeChain y SafeMoon.
Se trata de apuestas alimentadas por rumores y especulaciones en foros y chats, como ocurrió con GameStop y Reddit en enero. También contribuyen al frenesí los mensajes de apoyo lanzados por famosos que se erigen en gurús de la materia. Más allá de los 'sospechosos habituales', véase Elon Musk y Mark Cuban con el dogecoin, por ejemplo, el rapero Lil Yachty, con cinco millones de seguidores en Twitter, tuiteó el mes pasado presumiento de haberse anticipado a la subida de SafeMoon. El youTuber Jake Paul también promocionó la criptomoneda entre sus casi cuatro millones de seguidores.
Lo cierto es que SafeMoon se ha revalorizado más de un 20.000% desde su lanzamiento en marzo, cotizando hasta más de una cienmilésima de dólar, con un valor de mercado de unos 3.700 millones de dólares. La criptomoneda está diseñada para recompensar a las personas que la poseen: cualquiera que venda SafeMoon recibe una comisión del 10%, y parte de esa comisión se redistribuye entre los actuales poseedores.
El Wall Street Journal relata en un reportaje el caso de Caleb Paul, un ciudadanos estadounidense de 35 años que trabaja en el sector de la construcción en Luisiana. Empezó a comerciar con criptodivisas este año e invirtió 1.000 dólares en SafeMoon el mes pasado. Su plan pasa por mantener la inversión durante un tiempo con la esperanza de ver el precio llegar a 1 centavo.
Lo resume a la perfección Stephen Roach, un director de fotografía de 39 años residente en Londres con el que han hablado los periodistas del WSJ: "No es necesario que llegue a 50.000 dólares por moneda para que te cambie la vida porque está por debajo de un dólar. Todo lo que necesita es llegar a 10 dólares".
En su caso, tras perder dinero con el ripple, criptomoneda considerada ya entre las 'veteranas', Roach comenzó a comprar VeChain el año pasado. Su inversión de aproximadamente 950 dólares vale ahora 71.000 dólares, ya que una oleada de nuevos compradores se ha apilado en torno a este criptoproyecto originario de China en las últimas semanas. El precio de VeChain ha subido más del 900% este año, dándole un valor de mercado de unos 13.300 millones de dólares. Los tokens cotizaban el jueves a unos 21 céntimos por unidad.
El fenómeno no es nuevo, aunque quizá sí más agresivo. Si a finales de los 90 la euforia en torno a las puntocom acabó como acabó, en 2017 el tirón del bitcoin dio pie a una cierta histeria en torno a la generación anterior de altcoins como Litecoin o Bitcoin Cash y otras cuantas más pequeñas como PinkDog, MagicCoin y BitSoar.
Un entusiasta: "El dogecoin ha demostrado que el hype hace dinero"
La situación crea cierta tensión a los expertos. "Realmente parece una máquina tragaperras", opina Susannah Streeter, analista senior de inversiones y mercados de la gestora de activos y operadora de bolsa británica Hargreaves Lansdown. "Están pensando: ¿Cuál me va a hacer ganar dinero rápido de aquí a seis meses? Se basa en la especulación, y no en el valor subyacente de esa moneda".
Muchos de estos activos digitales, además, tienen poca liquidez, remarca Charles Hepworth, director de inversiones de GAM Investments. Cuando el sentimiento se invierte, muchos inversores inexpertos pueden descubrir que no pueden salir de sus apuestas o recuperar su dinero, explica. Al final, es probable que las autoridades intervengan con impuestos o regulaciones que quiten el aire a estos mercados, apostilla antes de lanzar una advertencia final: "Una vez que haya una estampida masiva hacia afuera, no vas a poder salir".
Streeter también critica que el principal reclamo es lo baratas que son estas criptomonedas en sus orígenes: "Barato no significa una ganga, sólo es una ganga si sube. Si es barata, también lo es potencialmente porque no vale nada". No parece esto convencer a entusiastas como Paul, que incluso le ve un lado bueno a la abultada volatilidad de estos tokens, lógicamente mayor que la del bitcoin: "Pueden caer un 25% en el mismo día en que vuelven a subir, y eso es emocionante". Él lo tiene claro, también ha invertido en VeChain y su mantra es: "El dogecoin ha demostrado que el hype -expectativas artificiales creadas en torno a algo- hace dinero".