La hostelería catalana ha entrado en una situación crítica. Lejos del crecimiento del sector en el resto de España, los bares, cafeterías y restaurantes de esta comunidad autónoma se enfrentan a uno de los peores momentos de su historia reciente, especialmente en la ciudad de Barcelona. Fuertes presiones a Puigdemont para declarar la DUI sin un compás de espera.
"Primero fue el conflicto generado por la ordenanza de terrazas del Ayuntamiento, por el que perdimos un espacio muy significativo, luego el fenómeno de la turismofobia, que también nos hizo daño, luego los atentados en la Rambla el pasado mes de agosto, y ahora, por último, la tensión política, que nos está afectando mucho, y que está provocando ya una caída de las ventas acumulada de entre el 25 y el 30%", explica Roger Pallarols, director general del Gremi de Restauració de la capital catalana, la asociación que defiende los intereses de los hosteleros. La hostelería ignora la turismofobia y logra el mejor verano de la historia.
Según dice, "vivimos en una situación anárquica y nos enfrentamos a la incertidumbre total, lo que está provocando que haya numerosas anulaciones de reservas por parte de los particulares, pero también cancelación de eventos de las empresas". El Gremi de Restauració asegura que es muy preocupante la caída de visitantes extranjeros, pero señala también el fuerte descenso de los visitantes del resto del país. "Lo que está pasando es una insensatez, reclamamos a la clase política responsabilidad, que se sienten a negociar porque entramos en una espiral muy preocupante", dice Pallerols. En este sentido, y aunque admite que cualquier idea es defendible, señala también que "una declaración unilateral de independencia (DUI) es un acto irresponsable que se tiene que evitar". En caso contrario, no duda en que la hostelería catalana y, especialmente la de la capital, quedará a la deriva en una situación de máximo riesgo. "Tan sólo en Barcelona hay más de 70.000 empleos en el sector de la hostelería y no lo podemos poner en juego", dice el director general del Gremi.
En toda Cataluña hay un total de 43.500 bares, restaurantes, cafeterías y firmas de colectividades, que se juegan ahora gran parte de su futuro a la espera de las actuaciones que lleve a cabo la Generalitat. En la asociación gremial explican, no obstante, que en el resto de la comunidad autónoma la caída no es tan fuerte como en la Ciudad Condal. Pallarols explica así que "aunque en todo el territorio se acusó la turismofobia y se sufre ahora la tensión política, el efecto del problema con las terrazas y los atentados se ha dejado sentir especialmente en Barcelona". En el área de la Rambla, de hecho, las ventas todavía no habían recuperado el nivel habitual por estas fechas cuando la ofensiva independentista ha agravado la situación.
Frente a lo que ocurre en Barcelona y en el resto de Cataluña, a nivel nacional, la situación es distinta. El verano se cerró con 1,72 millones de trabajadores, un 4,3% más que el año pasado y, aunque todavía no hay datos de ventas, las expectativas son buenas y se podría mantener la línea alcista registrada en el primer semestre del ejercicio, con crecimiento del entorno del 6%.
El Consistorio reconoce caída del turismo
El concejal de Turismo del Ayuntamiento de Barcelona, Agustí Colom, admitió este lunes un descenso en el ritmo de las reservas hoteleras en la ciudad para los próximos meses. En declaraciones a la prensa tras presentar la Estrategia de Movilidad Turística, explicó que tres cruceros -dos el día 1 de octubre y uno el 3 de octubre- cambiaron Barcelona por otro puerto, y respecto a los hoteles indicó que no existe un número significativo de cancelaciones, pero que el ritmo de reservas para los próximos meses "ha caído o no está siguiendo los mismos niveles que otros periodos de tiempo", informó Ep.
Remarcó que existe esta afectación que preocupa, pero llamó al Gobierno central a no crear alarma porque no hay peligro para los turistas.