La primera edición de la nueva Copa del Rey ya tiene finalistas. Real Sociedad y Athletic Club se plantarán el 18 de abril en La Cartuja en un inaudito duelo que nunca se dio por la lucha de un título de tanto calado. Además, la clasificación de ambos conjuntos vascos para la final del torneo del K.O. supone que sendos clubes estén en la próxima Supercopa de España que se disputará en Arabia Saudí. Una meta que en los últimos años parecía impensable, cuando ambos conjuntos luchaban por no caer en el olvido de LaLiga, pero que se ha alcanzado gracias a la excelente gestión financiera llevada a cabo desde Zubieta y Lezama.
Cuando en 1988 la Real Sociedad cayó en la final de la Copa del Rey ante el Barcelona, el fútbol vasco ya tocaba sus últimos días de gloria que protagonizó durante los años 80 una más que intensa rivalidad. Los años del auge de la reivindicación de Euskal Herria trajeron consigo dos ligas y una Copa donostiarra, mismo botín que llegó a Vizcaya en esta década, y la sensación de que en Atocha y en San Mamés había mucho talento que exportar.
Pero con el cambio de las normas del fútbol y la apertura a los jugadores extranjeros, Real y Athletic comenzaron a devaluarse hasta el punto de nunca más ganar un título y perder posiciones sobre Atlético de Madrid, Valencia o incluso Sevilla y Betis. En San Sebastián y en Bilbao, estos últimos aferrados a su política de solo tener jugadores con raíces vascas, navarras o riojanas, las posiciones más altas de la tabla liguera llegaron a cuenta gotas (en los 80 estuvieron nueve y ocho veces, respectivamente, entre los siete primeros, en los siguientes 20 años lo lograron en cinco y seis veces).
La decadencia del fútbol vasco ya era una realidad y se confirmó con el descenso a Segunda División de la Real Sociedad en 2007. Un golpe con el que el Athletic Club llevaba coqueteando varias temporadas, aunque gracias a conseguir mantenerse en la élite pudo alcanzar tres años más la final de la Copa del Rey (2009, 2012 y 2015) y en una ocasión la de la Europa League (2012). En Vizcaya se había conseguido sobrevivir, pero no despejar unas alarmas de perder la categoría que se agudizaron con el decimosexto puesto en 2018.
Con un reformado San Mamés, el cuadro rojiblanco entonces entendió que era hora de levantarse desde la cantera y la buena gestión económica. La venta de Laporte, por 65 millones esa temporada, había permitido el robo a los 'txuri-urdin' de su capitán Íñigo Martínez, pero con la salida de Kepa, por 80 millones, se pudo alcanzar un presupuesto récord de 189 millones de euros y un beneficio de 76 'kilos' para ese curso. Gracias a ello se financió la llegada del también exrealista Yuri Berchiche (precisamente autor del gol que les ha devuelto a la final) y "por si un día vienen mal dadas", el por entonces presidente Josu Urrutia defendió la austeridad y el cuidado de Lezama.
Una política que ha revolucionado su predecesor, Aitor Elizegi, para mantener los estandartes de la plantilla como Iñaki Williams (el más valorado, según Transfermarkt, con 50 millones), dar confianza a Gaizka Garitano en el banquillo y buscar nuevas vías de financiación como el aumento en los derechos de televisión (en la última partida de LaLiga fue el sexto con más ingresos con 74,8 millones). Esta campaña, el Athletic ha aprobado un presupuesto de 132 millones que sin embargo tendrá más ingresos gracias a alcanzar la mencionada final copera y el consiguiente premio económico que puede suponer lograr su vigésimo quinto entorchado.
La apuesta por Oyarzabal ha ejemplificado el trabajo 'txuri-urdin', que ha pasado en diez años de un concurso de acreedores a una salud económica envidiable
Por su parte, desde Zubieta y con el regreso a Primera en 2010 siempre se ha tratado de dar cada temporada un paso más en el crecimiento. Por entonces ya con Jokin Aperribay como presidente, en 2013 se logró finiquitar el último pago del concurso de acreedores que amenazó a San Sebastián con un futuro crítico. Además, la Junta que lidera el de Deva ha liquidado la deuda del club, ha aumentado el presupuesto hasta los 113 millones actuales y ha remodelado Anoeta para eliminar la pista de atletismo. En el plano de ingresos, clave ha sido también los naming rights conseguidos para su feudo con Reale y la bandera de ser el único equipo en España negado a un acuerdo con casas de apuestas.
Con nueve apoyos regionales y confiando en Imanol Alguacil para el banquillo, el cuadro 'txuri-urdin' ha logrado ya afincarse en la zona media alta de la tabla liguera y aspirar a luchar cara a cara con los Atlético, Sevilla o Valencia. También en lo económico, donde los 'robos' del Athletic dieron un toque de atención a la gestión que desde entonces se ha impulsado hacia los talentos jóvenes como Odegaard, cedido por dos campañas, o Isak y Portu, fichados a Dortmund y Girona pese a ser pretendidos por otras muchas grandes entidades. Sin embargo, el gran estandarte es el guipuzcoano Mikel Oyarzabal (más valorado en plantilla con 60 millones) y que tras negarse a fichar por el rival vizcaíno renovó hasta 2024 con una cláusula de 75 millones (de salir superaría los 54 'kilos' que dejó Griezmann en 2014).
Al igual que sus vecinos, los ingresos presupuestados serán mayores gracias a volver a una final copera y el cartel revelación que están dejando sus jugadores (pugnan cara a cara por la tercera plaza liguera). Pero sobre todo, por el hecho de que la próxima temporada tanto donostiarras como bilbaínos estarán en Arabia Saudí, presumiblemente junto a Real Madrid y Barcelona (precisamente equipos que han eliminado en el torneo del K.O.). Allí, se espera una importante partida económica además de una visualización global impensable hace 30 años. Real y Athletic ya descuentan los días para verse en la inaudita final del 18 de abril, poner su rivalidad en lo más alto y soñar con repetirla en 2021 en Oriente.