
No debería ser fácil sentarse ante una audiencia de empresarios y economistas catalanes para tratar de convencerles de que un rating como el de Bangladesh, que es el que luce hoy Catalunya, no es importante.
Sin embargo, Oriol Junqueras lo defendió el mes pasado, sin pestañear, en la reunión anual del Círculo de Economía. El vicepresidente de la Generalitat sostuvo que sin un control total de los ingresos, la calificación crediticia no es significativa y así zanjó la cuestión, eludiendo cualquier tipo de responsabilidad. Probablemente, como Catalunya lleva casi seis años sin emitir deuda en mercado, Junqueras se haya olvidado de que la nota de los bonos es el principal factor en el que se fijan los inversores cuando financian.
Analicémoslo desde la perspectiva de los Presupuestos. El departamento de Economía de la Generalitat ha presentado una propuesta que impulsa el gasto social en 1.113 millones. El 76 de este aumento se financia gracias a que la partida de "intereses de la deuda" cae en 850 millones frente a 2015. Este descenso no está relacionado con que se haya hecho un gran trabajo en reducción de la deuda, ya que pasa de 72.274 a 76.610 millones, sino porque los intereses a pagar se reducen. Así, entre 2015 y 2016, el tipo de interés implícito que abona la deuda de Catalunya se reduce del 2,37 al 1,13 por ciento.
Si Junqueras, rememorando la era pre FLA, saliera a financiar al mercado todo lo que Catalunya debe con este rating irrelevante, los intereses que tendría que pagar en 2016 superarían los 3.000 millones. No sólo no tendría capacidad para elevar el gasto, sino que debería aplicar severos recortes: por ejemplo, suprimir el presupuesto conjunto de las consellerías de Trabajo y Empresa. Para financiar, únicamente, el incremento del endeudamiento en el último año (4.336 millones) en el mercado de bonos, el gasto en intereses en 2016 saltaría hasta los 990 millones. Convenza usted a la CUP de que le apoye, sin subir impuestos a los ricos, con un plan de choque de 112 millones.