
Toc toc, ya están aquí. Eso pensarían los primeros que vieron como los conocidos cómo fondos activistas aterrizaron en las grandes empresas españolas como Aena, Cellnex, Ferrovial o lo han hecho ahora en Grifols. No se puede decir que hayan llegado para quedarse, puesto que no es su objetivo como vehículo financiero, pero lo que está claro es que, cuando apuestan, no van de farol.
Para los que aún no les conozca, estos fondos activistas tienen un objetivo: adquirir una participación –a veces más o menos elevada– en una compañía cotizada con el objetivo de que esta crezca, se revalorice y poder venderla por mucho más precio del que hizo la compra en un principio. Hasta ahí se podría pensar que es el objetivo de cualquier inversión: la revalorización. Pero el alcance de estos fondos va mucho más allá, llegando a influir en grandes decisiones de la compañía en la que introducen capital e imponiendo sus normas del juego.
En el dinero es donde reside la influencia de algunos como The Children's Investment (más conocido como TCI), Amber Capital u otro que se está escuchando últimamente en los medios por las operaciones en España, como Mason Capital.
Los inversores ya los conocen de sobra y no pilla a nadie de sorpresa que, cuando uno de estos nombres suena, saben que vienen épocas de cambios. Variaciones que van desde desmontar un plan estratégico de una empresa a descabezarla e implantar una nueva directiva afín a estos fondos y a su propia idea empresarial. Pero los inversores, sabedores del capital que los fondos activistas pueden aportar y del potencial que tienen sus acciones con su entrada, no se echan atrás.
En cambio, estas figuras son los grandes temidos por los consejos de administración de las compañías. Ahí, donde se toman las decisiones más importantes, donde se determina hacia dónde va la empresa, es donde buscan entrar para hacer cambios, ya que su objetivo son firmas que consideren que están infravaloradas y que, con otra visión, pueden ir hacia delante.
En Aena desde el principio
TCI y su propio creador, Chris Hohn, desembarcaron en España por Aena en 2015, con su salida a bolsa. En aquel momento, su salto al parqué fue con un valor de 74 euros por título, mientras a día de hoy está en máximos, alcanzando los 200 euros por acción. Aquí fue su inversor ancla, ya que el británico se alzó con el 6,6% del capital de la empresa nacional, además de tener participaciones con TCI. En ese tiempo ha hecho que la compañía valga algo más de 1.830 millones de euros. Esto ha hecho que los bolsillos de Honh crezcan, teniendo ahora mismo una fortuna valorada en 1.877 millones de euros.
En el camino, son muchas las acciones realizadas para llegar a este punto. Desde la entrada en el consejo de administración y su renovación, procedió a apartarse en 2022 y ha seguido con su política de reducir capital. También promovió políticas de transparencia y gobernanza e impulsó el plan ESG. Aena ha pasado de ganar al año 830 millones al doble, llegando a 1.600 millones en 2023.
La siguiente llegada de Hohn en España la hizo en otra empresa del Ibex 35, esta vez en Ferrovial. En una de las empresas de infraestructuras de referencia en España, tomó la decisión más polémica hasta la fecha de la compañía: trasladar su sede social desde Madrid a Amsterdam y cotizar en el país neerlandés. Todo ello mientras incrementó el capital hasta llegar a ser el segundo máximo accionista, tan solo por detrás de Rafael del Pino, su presidente, con un 20,4% de las acciones. Además, este año también ha debutado en el parqué estadounidense, convirtiéndose en la primera empresa del Ibex en cotizar en Wall Street con sus acciones ordinarias y no con ADR –título físico que permite negociar valores extranjeros y, al mismo tiempo, recibir dividendos y obtener plusvalías en dólares estadounidenses– como usan Santander, BBVA o Inditex.
El otro grande en España en el que entró recientemente Hohn fue en Cellnex. En 2023 se hizo con el trono de la torrera, pero solo le duró la primavera, hasta que Benetton le superó alcanzando el 9,90%. Eso sí, por el camino consiguió el cese de su presidente, Bertrand Kan y nombró en su lugar a Anne Bouverot. No obstante, Kan mantiene su puesto como consejero independiente a día de hoy.
Grifols, la última disputa
La última compañía del Ibex que ha sido abordada por activistas fue la farmacéutica Grifols. Flat Footed, Mason Capital y Sachem Head son los tres fondos rebeldes que están reclamando su entrada en el consejo de administración, cuando los tres apenas representan el 7,7% del capital social de la compañía. Lo último ha sido la oposición de Mason Capital, el fondo estadounidense, a la opa de Brookfield sobre el laboratorio catalán. En la carta que emitió al consejo de administración destacó numerosos fallos de gobernanza corporativa que, según ellos, ha provocado la caída del precio de las acciones.
Fuera del Ibex, Amber Capital protagonizó otra de las operaciones más sonadas en el mercado español, con la compra del 29,5% de las acciones de Prisa en 2014. Entre sus decisiones más importantes en el grupo, destacó la salida de Juan Luis Cebrián de la presidencia en 2017. También ha tejido junto al Gobierno el control de la compañía, garantizando el apoyo de al menos el 47% del capital total y dejando sin opciones a Vivendi, Santander o Carlos Slim. Además, Amber también entró en Indra junto a la SEPI y SAPA Placencia, nombrando al presidente de la Real Sociedad, Jokin Aperribay, consejero dominical.
Aparte de los hechos, también están los "casi". Esto describe el caso de Elliot Management, dirigido por el multimillonario Paul Singer, y la historia con Telefónica. El fondo quiso entrar en la teleco española para tener influencia en la gestión del grupo, pero se quedó en el intento. El presidente de Telefónica tuvo que activar a finales de 2018 un plan anti opa ante los sondeos de Singer, que finalmente desistió.
Elliot también tiene su historia más a nivel internacional que en España, ya que ha sido acusado en varias ocasiones de introducirse en empresas con dificultades para desestabilizarlas y ganar control interno. Así también se hizo con el control del A.C Milan, el cual vendió al fondo RedBird, pero se quedó como minoritario.
Lo cierto es que la historia de estos activistas es más relevante fuera, principalmente por el tamaño del mercado. A pesar de ello, como muchas empresas son multinacionales, las acciones de los activistas llegan hasta España a pesar de todo, como las decisiones de Cevian sobre Vodafone. Aquí, el grupo inversor quería que la teleco fuera más agresiva y buscara fusiones en España, Reino Unido e Italia. Tras un año intentándolo, el fondo salió de la compañía sin conseguir reformar el gigante de las telecomunicaciones.