
Sando, una de las principales constructoras de Andalucía con una cartera de pedidos de más de 570 millones, negocia con la banca una nueva reestructuración de su deuda financiera seis años después de lograr un balón de oxígeno y reducirla de manera significativa. La compañía se ha sentado con las entidades financieras de su pool, encabezadas por Bank of America, para recomprar parte del pasivo que vence el próximo año y que abre la puerta a la capitalización del 40% del grupo, de acuerdo a distintas fuentes financieras consultadas por elEconomista.es.
Las mismas voces apuntan a que las entidades y la compañía fundada por José Luis Sánchez Domínguez tienen hasta el mes de marzo del próximo año para llegar a un acuerdo. El escollo principal es acordar un precio por el tramo de deuda por cancelar próximamente, un obstáculo que, de no salvarse, empujará al grupo de entidades, donde también figuran CaixaBank, BBVA y Banco Santander, a buscar comprador para este paquete de financiación convertible en capital. Sando no contestó al cierre de este artículo tras ser consultado.
Otras voces conocedoras de la situación confían en que la negociación se lleva a cabo en términos amistosos ante la marcha positiva de la compañía. Sando, según las últimas cuentas depositadas por su sociedad cabecera en el Registro Mercantil, incrementó su cifra de negocio en 2023 -último ejercicio cerrado- un 13%, hasta los 295 millones de euros, frente a los 261 millones de euros del ejercicio 2022. El resultado consolidado fue positivo en 41,02 millones de euros (los beneficios del ejercicio anterior fueron de 12,22 millones de euros).
"Este incremento del resultado es consecuencia principal del resultado de la explotación, que ha ascendido a 43 millones de euros, lo que supone un 14,5% sobre la cifra de negocios en el ejercicio 2023 frente al 7,4% del ejercicio 2022", explica la compañía en su último informe de gestión.
El origen
Este es el segundo match ball de la compañía tras la pandemia. La primera gran negociación de su pasivo se llevó a cabo en 2019, cuando la constructora redujo su deuda desde cerca de 600 millones de euros hasta los 77,7 millones con un nuevo préstamo sindicado a seis años, al tiempo que sumó una línea de avales por un importe de 15 millones de euros para nuevos proyectos.
Aquel acuerdo, que se firmó con un grupo de bancos entre los que figuraban Santander, CaixaBank, BBVA, Sabadell y la extinta Bankia, contaba con un tramo senior (49,8 millones) y otro participativo (27,9 millones). El calendario de amortización estaba basado en el cumplimiento de un plan de desinversiones en activos no estratégicos por 50 millones de euros y la capacidad de generar fondos en el plan de negocio del grupo.