
Félix García quiere cambiar el mundo. Quiere cambiar la forma en la que se producen los alimentos. Del químico al natural. Kimitec y su centro de innovación MAAVI están en el momento de conseguir impacto global, con la empresa encarrilada para convertirse en unicornio y estableciendo líneas de colaboración con los principales players mundiales. Ahora prepara la entrada de nuevos socios en el capital de la empresa, estrena fábrica, sigue tejiendo alianzas y defiende a capa y espada los valores sobre los que se levanta su proyecto.
¿Qué balance hace del salto cualitativo de 2023?
Estamos asumiendo muchos retos de estructura, de organización, de gobierno, de crecimiento. Ni más ni menos que otras empresas de rápido crecimiento. Somos un F22 que estamos domesticando para convertirlo en un 787 rápido.
¿Cuándo entra en producción la nueva fábrica?
Estamos ya en fase de pruebas. Necesitábamos un cambio de escala, pasamos a 180 millones de litros de capacidad a pleno rendimiento, con una inversión muy importante que se financió con fondos propios y deuda en el momento más inoportuno de la historia del planeta, que no se pudo anticipar: el Covid y una guerra.

Tras dar entrada a Santander con un 5% lograron un acuerdo comercial con Bayer que apuntala ese salto cualitativo al que se refiere. ¿Habrá más?
Este año cerraremos entre ocho y diez acuerdos. Ya hemos firmado una joint venture con uno de los cinco mayores players de la industria química de India que tiene acceso a 80.000 puntos de venta y 1.500 comerciales, con el que entramos en un mercado al que nos hubiese costado mucho tiempo llegar con esa capilaridad. Acortamos plazos para un mercado tan grande y tan emergente. Ya vendemos en más de cien países desde nuestra vertical de distribución. Por ejemplo en Brasil tenemos un equipo de más de 30 personas que van a los distribuidores para hacernos en muchos años con una cuota de mercado pequeña. Pero en India hemos preferido hacerlo así, con un gran player local de socio.
Tendremos también otros cinco o seis acuerdos agro en la vertical B2B, como el que se hizo con Bayer, y seguramente empiecen a ser no sólo agrícolas, sino también al menos con una empresa importante de pesca en Europa, y con una de las mayores de ganadería, que están actualmente en negociación.
Y hay además otra vertical B2C que llamamos MAAVi Lab que para mí es importante: dentro de esa indefensión de grandes productores que necesitan que otros les hagan las herramientas, nosotros les decimos que ellos pueden liderar su futuro, que no tienen que esperar a las multinacionales ante retos como por ejemplo de principios activos que se les caen, pueden usar el MAAVi Innovation Center. Hemos firmado recientemente con Orchard, y ya tenemos doce acuerdos de este tipo, que son casos de éxito. Les decimos que no esperen a los grandes, sino que nos compren los insumos como pago. Es muy interesante para ellos. Tenemos a empresas de aceituna, pistachos, tomate, naranja, manzana, melones, pera …Los MAAVi Lab empoderan a los grandes productores. Tenemos el ejemplo de Peras Rincón de Soto, que tenían una plaga que les secaba los perales. Hemos trabajado en una tecnología basada en virus y tenemos una herramienta que acaba con esa plaga. Ahora disponen de una herramienta excepcional para acometer la parte regulatoria con la administración.
En Lisboa, recientemente, se habló ya de una próxima salida a bolsa de Kimitec.
No es un fin, es un medio para tener mejor gobierno, para crecer. Es una posibilidad que está encima de la mesa para 2027 ó 2028, pero no es un fin. Vamos a armar a MAAVi Innovation Center con personalidad jurídica propia, porque ahora es un gran departamento de I+D+i, y así nos vamos preparando, como posibilidad. No me quita el sueño. Si necesitáramos regar con mucha liquidez un modelo… Es una posibilidad.

¿Es la Inteligencia Artificial la gran apuesta de valor de MAAVi Innovation Center?
Hay dos grandes apuestas, porque la maquinaria biológica ya está creada (señala en dirección a la fábrica en construcción). Una es LINNA, que es la inteligencia artificial aplicada a modelos biológicos. Aquí somos únicos en el mundo. Además, una vez que hemos conseguido principios naturales igual de eficaces que los químicos, hay otra variable que es el coste. Ser competitivo. Nosotros la trabajamos. En 2013 empezamos a entender que hay sitios donde hay compuestos interesantes y que son gratis: en los residuos de otros. Ahí tenemos la segunda apuesta de valor. Por ejemplo, si necesito una proteína puedo comprar soja y extraerla, pero también puedo buscar una agroindustria que compra soja, la procesa y tiene residuos con proteína. La industria considera residuo lo que ellos no pueden valorizar, pero puede haber valor aún ahí. En esto invertimos 20 millones de euros en proyectos. Hasta 2021 lo hacíamos para bajar nuestros costes y ser más competitivos, pero en 2022 lo lanzamos como unidad de negocio para terceras compañías de la agroindustria. Ahora lo ofrecemos como solución para generarles nuevos modelos de negocio ESG. Pronto los bancos darán dinero más caro o más barato según lo verde que seas. Esto es verde puro, y encima te permite monetizar lo que antes era residuo.
¿El marco regulatorio y esa nueva sensibilidad del consumidor, os ha puesto viento de cola?
No era viento de cola cuando empezamos. Ahora lo exige la tendencia del consumidor y la ley. Con esta tendencia tenemos que abrir mucho las velas. Por eso ahora nos asociamos con inversores importantes que apuestan por esta vía con decisión. Uno de ellos tiene cuatro millones de hectáreas de cultivos para alimentar sus fábricas. Y contamos con la Inteligencia Artificial, en la que hemos invertido diez millones de euros y donde metemos dos millones anuales. Ahora un socio importante dice que hay que meter mucho más al año. Tenemos viento de cola, y el barco está completamente preparado.
Estamos hablando de negocios, pero hay también valores sustentando la empresa.
No lo entiendo de otra manera. A esta ronda han acudido como cincuenta fondos, todos los importantes. Y a todos les hemos dicho que elegiríamos a los que comparten también el alma de la compañía, no sólo el qué hacemos sino también el cómo y el por qué. Por ejemplo con la MAAVi Foundation vehiculizamos a través del deporte, pero lo importante es la parte social y educativa, cambiar a las personas, transformar vidas, conseguir una integración real. Hablamos de implicarse, el alma de la compañía no está por debajo del negocio. Sin ese alma, habría vendido la compañía hace años.

Pero no ha vendido. De hecho, como participación externa sólo está Banco Santander con el 5 %.
Yo tengo un 60%, y el resto mi hermano y dos socios que están desde el principio. Eso cambia en marzo, con nuevos socios muy grandes que entran en minoría. Estamos acabando una ronda de financiación dos fondos de inversión internacionales y un family office español con una tracción industrial muy fuerte. Esa inyección nos permitirá seguir con el crecimiento orgánico de la compañía, estructurar mejor nuestra deuda, hacer crecer la MAAVi Foundation y continuar invirtiendo en LINNA, nuestra plataforma de inteligencia artificial computacional.
Si decimos que con los nuevos socios en la ronda de financiación, los acuerdos en proceso, la nueva fábrica… Kimitec es uno de los grandes del sector a nivel mundial, ¿nos pasamos de frenada?
No nos pasamos. Somos el partner global de biológicos de Bayer, que es el más grande del mundo. Si Bayer hace scouting y de todo el mundo que llama a su puerta te elige a ti, eso te refuerza. Somos uno de los grandes catalizadores mundiales del cambio del químico al natural y cuando se vea en breve quién entra en la ronda y en la estructura de la empresa se entenderá con claridad.