La definición formal establece a Ibersyd como una consultora aragonesa de sostenibilidad ambiental y social formada por casi medio centenar de profesionales cuya misión es impulsar a las empresas hacia una economía más sostenible. La más heterodoxa, sin embargo, afirma que Ibersyd es una consultora de campo que vigila y controla obras y el correcto funcionamiento de proyectos e infraestructuras, elabora estudios ambientales, realiza monitorización de fauna, mide y compensa la huella de carbono de las empresas y asesora sobre transición energética y desarrollo de energías renovables. Y que ha convertido a la digitalización en una ventaja competitiva.
Ibersyd comprendió desde su nacimiento en 2020 que la sostenibilidad sería un eje vertebrador de cualquier empresa. Jesús Alijarde, fundador y director general de Ibersyd, está convencido de que el compromiso de una organización con el medioambiente garantiza la continuidad a largo plazo de sus clientes, es decir, la viabilidad y la rentabilidad de cualquier proyecto.
Comenzaron aquel año con tres trabajadores, pero lo terminaron con casi 50, y desde entonces siempre han rondado la cuarentena de empleados y han conseguido dobles dígitos de incrementos de facturación. Sus orígenes estuvieron muy vinculados a las necesidades ambientales del sector de la energía; en 2021, por ejemplo, impulsaron el proyecto CERFO (Centro Europeo de Reciclaje Fotovoltaico).
Y a la digitalización. Alijarde entendió muy al principio que integrar las virtudes de la tecnología en la organización conllevaría beneficios medibles más pronto que tarde. El teletrabajo es una política corporativa incuestionable. Los procesos y sistemas de trabajo son ágiles, eficientes y rápidos porque están digitalizados, hasta el punto de que han desarrollado Ítaca, su propia herramienta de digitalización de procesos corporativos que se fundamenta no solo en los criterios más convencionales, sino también en otros más recientes, como el de sostenibilidad.
"Nuestra visión sobre la sostenibilidad nos conduce a un mundo donde la gestión de los datos y la transparencia del mensaje son esenciales para posicionar y convencer a los clientes. Por eso desarrollamos Ítaca: para hacer fácil lo difícil", asegura Jesús Alijarde. El fundador y director general de Ibersyd responde a más cuestiones.
Pregunta: ¿Qué compatibilidad existe entre sostenibilidad y transformación digital?
Respuesta: Se retroalimentan. No se pueden entender los procesos de análisis, medición, aprendizaje y mejora sin las herramientas digitales; y tampoco se puede aplicar una revolución digital en las empresas y en la sociedad sin un enfoque amplio del concepto de sostenibilidad
El mundo actual, pasado el primer cuarto del siglo XXI, es completamente distinto al de finales de la década de los 90. Debemos adaptarnos a este nuevo contexto desde una visión a largo plazo, construir pensando en el mundo del mañana.
"Ese mundo será sostenible y digital, o no será".
P: Otro de vuestros compromisos es con la descarbonización de la economía. ¿En qué punto estamos de ese proceso?
R: En España y en Europa no vamos todo lo bien que debiéramos. En España se ha puesto mucho énfasis en la producción primaria de energía renovable, fundamentalmente de energía eléctrica, pero se ha descuidado tanto la electrificación como la descarbonización.
Son dos procesos complejos, de largo recorrido, en los que intervienen iniciativas legislativas y actividades de fomento económico que necesariamente trascienden legislaturas políticas porque sus efectos se comprueban tras décadas de aplicación.
La descarbonización de la economía es una idea que necesita de un gran acuerdo para que cale en la sociedad. Existe mucha demagogia y lavado verde empresarial porque falta conocimiento profundo en la sociedad.
En los últimos años, y como consecuencia de la COVID-19, se ha conseguido movilizar una gran cantidad de recursos públicos para fomentar la descarbonización de la economía, pero todavía falta que penetre de verdad y de forma general en la sociedad. Urgen igualmente señales de precio o precios ocultos que identifiquen aquellos productos o servicios que tienen una menor huella de carbono e hídrica, por ejemplo.
El gran reto de la generación millennial y de toda la sociedad es mantener los indicadores económicos tradicionales mientras se reducen significativamente las emisiones de CO2.
P: Durante un encuentro entre empresarios, consultores y representantes políticos celebrado el pasado mayo en Zaragoza, comentó que para conseguir un bienestar colectivo es necesario hacer mucho más en el plano individual. Y que eso tiene que ver con nuestra forma de vivir, de consumir: de replantear el sistema económico. ¿Cómo se puede actuar localmente pensando globalmente? ¿En qué podemos mejorar como ciudadanos?
R: Este asunto es complejo de digerir, porque supone asumir que los responsables principales del incremento de los niveles de gases de efecto invernadero y, por lo tanto, los responsables del cambio climático acelerado que vivimos en el planeta, son las personas que han construido su vida adulta desde los años 60 o 70.
Es decir, tú y yo somos culpables. Este mensaje, aunque cierto, sabemos que no mueve a la acción individual porque repartimos la culpa entre muchos y nos preguntamos: "¿Qué podíamos hacer?".
No me gusta ese argumento. Creo que debemos superar las afirmaciones culpables y de pena por las de compromiso y cambio. La responsabilidad para con algo sí nos mueve, nos llama a la acción individual. Es un mensaje esperanzador porque nos involucra, nos da la posibilidad de cambiar el mundo cada día con nuestros actos.
No somos verdaderamente conscientes de lo que podemos mover adaptando de forma individual la responsabilidad y el compromiso por un mejor mañana colectivo.
Nos han inculcado erróneamente que tener más propiedades materiales es sinónimo de éxito y de bienestar; pero el verdadero éxito es actuar con integridad y compromiso por las personas que viven en nuestro entorno y en nuestro planeta.
P: En un plano más internacional, ¿qué más pueden hacer las empresas y los gobiernos para alcanzar un equilibrio ecológico y económico?
R: Es importante entender que se debe trabajar de forma colectiva entre países, empresas, organizaciones y sociedad civil por el objetivo común que supone construir un mejor mañana. Esta ha sido el objetivo de Naciones Unidades desde que se impulsaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio y, posteriormente, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Como sociedad no hemos estado a la altura de este acuerdo tan grande, y los gobiernos tampoco se han esforzado lo suficiente por cumplirlo y fiscalizar su cumplimiento. Tenemos pocas instituciones multilaterales ejecutivas y, por desgracia, están en retroceso. Para solucionarlo debemos aprender a medir y exigir métricas claras.
La transparencia es intoxicación si carece de una gestión adecuada de la información.
Podemos hacer mucho más, pero debemos entender que el mundo al que vamos tiene unos equilibrios de poder y unas relaciones económicas diferentes; aquí nos encontramos los principales problemas. Funciona como la frase del Gatopardo: «Que cambie todo para que nada cambie».
P: La ONU adoptó la Agenda 2030 en 2015. ¿En qué se ha avanzado desde entonces en estos Objetivos de Desarrollo Sostenible?
P: Ha habido grandes avances en determinados ODS, como energía renovable, igualdad de género, desigualdad y lucha contra la pobreza extrema; sin embargo, existen otros ODS muy lejos de las metas marcadas.
No obstante, son unos objetivos muy ambiciosos para cumplir a largo plazo, en 15 años. Por desgracia no se ha trabajado bien durante el primer lustro. En la década 2020–2030 debemos ganar el tiempo perdido.
En España hace falta volver a retomar el amplio consenso por la Agenda 2030, porque se han vertido muchas mentiras sobre ella como armas arrojadizas, cuando lo único que se plantea es construir un mundo mejor entre todos y para todos.
P: Comunicación y divulgación del desarrollo sostenible. ¿Cómo se puede transmitir la urgencia y la importancia de este tema?
R: Vivimos en la era de la inmediatez, del mensaje corto, de lo banal y lo superficial. Hay muchos datos que indican que la situación para la humanidad es crítica. Pero también está demostrado que la mera exposición de esas evidencias no llama a la acción. Tenemos que crear tendencia, ganarnos a la audiencia exponiendo que ser sostenible "mola". Los influenciadores mediáticos tienen algo más de responsabilidad que el resto en la promoción del desarrollo sostenible y de la lucha contra el cambio climático.
Necesitamos referentes positivos y superar el discurso de la culpabilidad por el del compromiso y la acción. Solo así conseguiremos involucrar a la mayoría de la sociedad en la espiral de crecimiento hacia la consecución de un verdadero desarrollo sostenible.
Producido por EcoBrands