
La llegada de los tipos de interés negativos tras la Gran Recesión causó un enorme revuelo en el sector financiero. "El mundo al revés", bramaban banqueros y analistas: tener liquidez pasaba de ser algo valioso a ser más bien un estorbo costoso para los bancos. Las expectativas de rentabilidad de las entidades estuvieron en duda, pero tras varios años de tipos negativos parece que el efecto sobre los resultados no ha sido tan evidente como se preveía, los bancos han sabido sacar provecho a las comisiones y la inversión en deuda y otros activos para mantener sus ingresos.
Los economistas de la Reserva Federal de San Francisco Mark Spiegel y Jose A. Lopez, junto con Andrew Rose, profesor de análisis económico en la Universidad de California, muestran en un trabajo que los tipos nominales negativos han tenido un impacto pequeño en el rendimiento de los bancos. No obstante, este leve impacto se debe a que el sector ha ido cambiado la estructura de su negocio para adaptarse a los nuevos tiempos.
El estudio abarca 27 países con tipos negativos y 5.100 bancos, los resultados muestran que la caída en los ingresos netos por intereses fue casi totalmente compensada por las ganancias derivadas de la inversión en deuda y las comisiones. Otra rama que ha crecido dentro del sector bancario ha sido el de los seguros.
El 'suelo' del 0%
Se supone que si los bancos centrales llevan los tipos nominales a corto plazo a territorio negativo, las entidades deben trasladar eso a la remuneración de los depósitos y el precio del crédito, sin embargo, "los bancos no han podido reducir tanto el gasto en intereses porque la mayoría de los depósitos tienen suelo en el 0%", destacan estos economistas.
Por otro lado, los bancos cuyo negocio se ha centrado históricamente en una fuerte atracción de depósitos son los que más han sufrido los tipos negativos. Una de las estrategias que han usado estas entidades para compensar esta situación ha sido incrementar el peso del crédito sobre el total de activos, es decir, ingresar más por volumen para compensar el menor 'precio' (interés) por cada hipoteca o crédito concedido. Esta estrategia ha tenido éxito gracias a la baja tasa de mora de los últimos años.
También se ha podido ver como "todos los bancos han intentado reducir sus activos seguros como el efectivo". Durante este periodo las entidades han sufrido una caída drástica de los ingresos netos por intereses: estos son los ingresos por préstamos y por mantener bonos menos los gastos por los intereses pagados por depósitos y otras deudas o pasivos pendientes en el balance. La caída de estos ingresos ha sido importante ya que ha pasado de suponer unos ingresos positivos del 0,02% sobre el total de activos a ser del -0,03%.
Los ingresos netos no financieros han sido de un 0,04% sobre el total de activos bajo los tipos negativos, mientras que con los tipos positivos suponía un -0,01%. Estos aumentos se debieron casi en su totalidad al aumento de los ingresos por comisiones y de otras fuentes como los ganancias de capital por inversión en bonos y acciones.
A una conclusión similar llegaron los economistas del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. En unas jornadas sobre el sector bancario español explicaban estos expertos que el margen de intermediación financiera no lograba cubrir todos los gastos de explotación, lo que deja al negocio bancario en un lugar complejo y que obligaba a este sector a cambiar su estructura de ingresos para intentar mantener su rentabilidad.
Los resultados son evidentes en el sector bancario español: el margen de intereses que obtiene la banca por intermediar los depósitos y transformarlos en préstamos es inferior a los gastos que ha de asumir. Actualmente, dicho margen solo cubre el 92% de los gastos de explotación, destacaban estos expertos.
Por otro lado, aunque los tipos nominales negativos están impidiendo que el margen de intermediación sea rentable, el BCE argumentaba su trabajo Monetary policy and bank profiability in a low interest rate environment, estos efectos adversos pueden ser contrarrestados en parte por el impacto positivo que tienen los bajos tipos sobre la actividad económica real, por lo que el efecto podría ser neutro sobre la rentabilidad bancaria. Una economía más fuerte suele presentar una tasa de morosidad inferior.