
La incertidumbre sobre Turquía se ha rebajado, pero la preocupación por el futuro del país se mantiene en el mercado. Hay expertos que no descartan que el país se vea obligado a imponer un corralito para dar un vuelco a su situación económica, que presenta graves problemas de desequilibrio.
En este lío se ha quedado enredado BBVA, el segundo mayor banco español, que desde hace tiempo lleva apostando a lo grande por el mercado turco por las directrices de su presidente, Francisco González.
Los analistas consideran que deshacer la madeja en la que se ha atrapado la República otomana no tiene fácil solución. El gurú de los estados emergentes -entre los que se encuentra precisamente Turquía- Mark Mobius aventuraba esta misma semana que al Gobierno de Erdogan no le va a quedar otro remedio que aprobar un control de capitales extranjeros para atajar la crisis de la lira turca, que este mes de agosto se ha desplomado. "Es una posibilidad real", aseguraba este analista, tras observar cómo la guerra comercial de EEUU se extendía hacía el país del Bósforo con el aumento de aranceles y cómo éste respondía con una medida similar a determinados productos norteamericanos.
Este contexto está siendo seguido con mucha atención en el cuartel general de BBVA por las consecuencias que pueda tener. Se arriesga a perder hasta un máximo de 400 millones este año por menores beneficios a los previstos, ya que las coberturas con las que cuenta solo alcanzan el 50% de las presupuestadas en el país, que rondan los 900 millones.
El banco está en alerta , pero quita hierro al asunto y confía en que la sangre finalmente no llegue al río. De esta manera, mantiene la estrategia de seguir con el control de Garanti, el primer banco privado turco porque la posición es "cómoda" a pesar de la reacción de los mercados y la vigilancia del BCE ante su elevada exposición.
En este sentido, el máximo responsable de Garanti, Ali Fuat Erbil, indicaba hace unos días en una televisión local que la banca del país es sólida y rentable tras el proceso de transformación que se ha ejecutado en los últimos años, dando a entender que cualquier impacto de la crisis puede ser resistida sin grandes problemas. "Tenemos una industria financiera muy fuerte", destacó el banquero, quien también subrayó que determinados parámetros económicos están en "niveles bajos", como la deuda pública, que se sitúa por debajo del 30%.
Eso sí, en el banco esperan que el Banco Central suba los tipos para curar las heridas y devolver la confianza a los inversores, algo que Erdogan rechaza, de momento, de plano. A cambio, el Gobierno turco ha requerido la ayuda de Qatar, que se ha comprometido a invertir 15.000 millones de dólares, y ha prometido recortes de gasto público, además de atajar la escalada de la inflación, que se sitúa ya en el 15%. Fitch calificó el viernes estas medidas como "insuficientes".
El mensaje de confianza de BBVA y del responsable de Garanti no ha evitado que la cotización de ambos se haya visto afectada. En agosto las acciones del grupo español han sufrido un desplome del 13,5%, mientras que las de su filial turca se han hundido un 18%. Con esta corrección y la registrada desde principios del ejercicio, las minusvalías que acumula BBVA por su participación del 49,85% en la entidad otomana superan los 5.000 millones, teniendo en cuenta también la dura depreciación de la lira frente al euro.
Desde 2010, cuando González inició su pasión turca, el banco ha destinado 7.000 millones a aumentar su presencia en el país. Una parte de las pérdidas, unos 2.600 millones, ya ha sido reconocida en sus libros como consecuencia de las depreciaciones experimentadas desde hace tiempo.
Si Turquía no consigue desenredar el lío de la madeja que se ha creado y la inestabilidad va a más, como vaticinan muchos expertos, la gestión del presidente de BBVA será cuestionada nuevamente, pero en esta ocasión coincidirá en el tiempo con sus últimos meses de mandato. González dejará su cargo, tras más de 20 años, el próximo otoño.
El grupo ha tenido otros fracasos estratégicos sonados, como una fuerte caída bursátil
El grupo ha tenido otros fracasos estratégicos sonados y de magnitudes elevadas, que han resentido los cimientos de su cuenta de resultados. China es el más destacado. Tuvo que iniciar su salida del gigante asiático con grandes pérdidas en 2013, después de haber repetido una y otra vez que "quién no estaba allí no estaba en el mundo".
González llegó a la presidencia de Argentaria -uno de los integrantes de BBVA- en 1996. Desde 2002, dos años después de la fusión con el Bilbao y el Vizcaya, ocupa la presidencia única del banco. En su mandato el grupo no ha dejado de crecer -se ha reforzado en México, se ha instalado en Estados Unidos y se ha hecho más grande en España con las compras de CatalunyaBanc y Unimm, además de haber aumentado su presencia en Latinoamérica-, pero sus acciones han caído de manera significativa, más incluso, que otros bancos con los que se puede comparar.
En concreto, desde finales de 2001 -cuando llegó a ser la empresa más valiosa del Ibex- los títulos suman una bajada del 62%. Por ejemplo, los del Santander caen algo menos del 50% en el mismo periodo. Es verdad, que entretanto, la banca ha vivido la peor crisis de la historia entre 2008 y 2012 como consecuencia del hundimiento de la economía, las consecuencias de la quiebra de Lehman Brothers y el rescate financiero que tuvo que solicitar España.
El objetivo de Francisco González es marcharse en un momento dulce para el banco, hasta el punto que lleva tiempo sosteniendo que 2018 va a ser un gran ejercicio para la entidad.
La filial turca del BBVA no prevé un cataclismo del país sino lo contrario: espera una rentabilidad anual del 17%
La crisis turca se ha interpuesto en el camino de BBVA y de González y amenaza los buenos presagios del banquero gallego. Su recta final puede ser amarga si Erdogan no logra estabilizar el país. Fuentes financieras no descartan que el presidente vaya a hacer una limpia de su equipo directivo para depurar responsabilidades, a pesar de que Turquía es una de sus apuestas más destacadas.
Para que esto no suceda la lira aún tiene, tras los vaivenes de las últimas semanas, que subir más de un 22%. Con esta remontada el banco podría cumplir los objetivos previstos para el conjunto de 2018. BBVA calcula en su escenario base que la divisa turca terminará el ejercicio con un cambio de 4,8 unidades frente al dólar. El viernes, tras las nuevas acusaciones del jueves por la noche por EEUU contra la República de Turquía, la moneda otomana se volvió a resentir con caídas que llegaron a ser superiores al 8%, sobrepasando las 6 unidades. Y el Banco Central del país calculó que en diciembre se cambiará por 5,9.
En sus estimaciones, BBVA no prevé un cataclismo del país. Todo lo contrario. A finales de julio, cuando la economía turca ya era foco de todas las preocupaciones internacionales, Garanti elevó en medio punto porcentual la rentabilidad que espera alcanzar a lo largo del año, hasta el 17%. Y eso, a pesar de que sí teme una subida de la morosidad como consecuencia de las dificultades de pago que tendrán sus clientes empresariales por el desplome de la lira al tener referenciados los créditos en dólares.
La evolución de la filial turca es clave para BBVA, ya que es su tercera mayor fuente de ingresos y ganancias. Garanti aportó el año pasado el 15% de los resultados. En el primer semestre del presente ejercicio, debido al frenazo registrado y al aumento de otras franquicias, contribuyó con un 12% a las ganancias.
Para compensar los efectos del lío turco BBVA cuenta con recursos suficientes. Su viabilidad no está en duda. En tercer trimestre se va a anotar una plusvalía de 640 millones por la venta de su franquicia chilena, otro de los mercados en los que ha decidido recular ante la imposibilidad de alcanzar la meta de ser uno de los tres principales agentes. En este caso, ha logrado suculentos recursos que servirán para paliar los efectos otomanos.
Asimismo, el banco calcula que por cada 10% de caída de la lira solo tiene que mermar su capital en 2 puntos básicos debido a las coberturas que tiene contratadas.
La solvencia de la entidad roza el 11% y cumple holgadamente con los requisitos exigidos por los reguladores y el mercado, por lo que solo en el escenario más adverso, que Turquía establezca un corralito, BBVA resistirá sin mayores problemas. Ganará menos, pero ganará dinero. Otra cosa es el sonrojo que tendrá que padecer su equipo directivo, con González a la cabeza, por haber llevado a cabo una mala estrategia y no haber tenido en cuenta las alertas de muchos analistas del avispero turco.