
Mantener la moral de las tropas y de la ciudadanía durante el esfuerzo bélico es fundamental, sea la guerra que sea. Y Gran Bretaña fue consciente de ello durante la Primera Guerra Mundial incluso en el aspecto económico, cuando el Banco de Inglaterra tuvo que mentir para no hacer el ridículo sobre la recaudación de bonos patrióticos.
Tal y como han dado a conocer investigadores de la Queen Mary University de Londres y un trabajador del banco central, las cifras de recaudación fueron manipuladas poco después del inicio de la Gran Guerra, en 1914, algo que no se ha descubierto hasta la fecha.
En aquel entonces, el gobierno británico quiso recaudar 350 millones de libras esterlinas, unos 42.000 millones de euros actuales, mediante bonos de guerra, aspirando a que 250 millones de libras llegaran desde la ciudadanía. Sin embargo, en las manos del público sólo se quedaron 91,1 millones de libras.
Así que, para evitar la publicidad negativa que este hecho pudiera tener, el cajero jefe, Gordon Nairn, y su adjunto, Ernest Harvey, compraron la deuda a sus propios nombres, para que apareciera como en los libros como "Otros Valores", puesto que el propio Banco asumió la cuantía de estos bonos no adquiridos. John Maynard Keynes calificó el hecho como "manipulación magistral" en un memorando secreto de 1915 dirigido al Tesoro.
Aunque al público se le contó que la venta de bonos había sido todo un éxito, para la siguiente emisión, en 1917, el interés de los bonos ofertados pasó del 3,5% al 5,4%, para promover el interés, esta vez sí, del pueblo británico.