La banca continúa con su proceso de ajuste de estructura operativa para ahorrar costes y mejorar su eficiencia. Las entidades recortaron en nuestro país 8.545 empleos el año pasado, lo que supone el 4,3% de su plantilla. Con este ajuste, el volumen de empleados del sector se sitúa en 189.280.
La reducción de personal es más elevada que la efectuada en 2015, ejercicio en el que el conjunto del sistema financiero, según los datos del Banco de España, alcanzó 5.500 empleados. Este aumento obedece a que varios grupos materializaron expedientes de regulación extraordinarios relevantes. El más importante fue el del Popular, que ascendió a casi 3.000 empleados. Pero, el Santander, BBVA y EspañaDuero recortaron en más de 1.000 trabajadores su plantilla.
La merma eleva la destrucción de puestos de trabajo en el sector a poco más de un 30% a lo largo de toda la crisis. Desde 2008, cuando llegó a emplear a un máximo de 270.855 personas, la banca ha disminuido su fuerza laboral en 81.575.
Los expertos y las propias entidades vaticinan para este y los próximos años nuevos ajustes que podrían ser incluso más intensos debido a los cambios tecnológicos y a la adaptación al entorno prolongado de tipos bajos. El presidente de BBVA, Francisco González, ha advertido ya a los sindicatos de que "vienen tiempos duros" para los trabajadores. La profundidad del proceso dependerá, en buena parte, del ritmo de recuperación de los ingresos y de las integraciones que se produzcan. Hasta ahora, solo está segura la absorción de BMN por Bankia. Y no se descarta que el Popular termine en manos de un competidor.
El recorte de personal ha ido acompasado al cierre de sucursales. En 2016 el número de oficinas bancarias bajó un 2.278, lo que representa un 7,3%. En la crisis, el porcentaje de la red comercial que ha sido clausurada roza el 40%. En la actualidad, las entidades tienen apenas 28.643 puntos de venta física en las calles de nuestro país.
Los ajustes, en principio, no se han traducido en una mejora de la eficiencia debido a la sustancial caída de los ingresos por la baja actividad y los tipos en negativo, y por el gasto extraordinario que en un principio supone afrontar los despidos y las bajas incentivadas.
La eficiencia de la banca española, según Funcas, empeoró el año pasado hasta el 54%, es decir, se situó tres puntos por encima que en 2015. Los supervisores consideran óptimo un ratio del 50%, por lo que las entidades tienen que reducir los costes sobre los ingresos, mientras que la mayor parte de los grupos financieros tienen como objetivo colocar el porcentaje en el medio plazo por debajo del 45%. La situación, pese a todo, compara muy bien con el sector europeo, que tiene la eficiencia por encima del 60%.